Australia advierte a los tenistas reacios a la vacuna: sin pinchazo no hay visado
Mientras Djokovic duda si acudir o no al Open por las restricciones, las autoridades de Melbourne remarcan que serán inflexibles: “Al virus no le importa tu ‘ranking”
Mientras el tenis exprime la recta final de esta temporada, sus organismos perfilan ya el arranque de la próxima y, como ya ocurriera este año, un interrogante de dimensiones considerable envuelve la celebración del Open de Australia. El grande de las antípodas, que tradicionalmente da el pistoletazo de salida tras los preparatorios previos, volverá a estar condicionado por las restricciones sanitarias que impongan las autoridades del Estado de Victoria, marco de Melbourne, y los tenistas barajan las distintas posibilidades.
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Mientras el tenis exprime la recta final de esta temporada, sus organismos perfilan ya el arranque de la próxima y, como ya ocurriera este año, un interrogante de dimensiones considerable envuelve la celebración del Open de Australia. El grande de las antípodas, que tradicionalmente da el pistoletazo de salida tras los preparatorios previos, volverá a estar condicionado por las restricciones sanitarias que impongan las autoridades del Estado de Victoria, marco de Melbourne, y los tenistas barajan las distintas posibilidades.
Uno de ellos, el número uno del circuito masculino, no lo ve nada claro: “No sé si jugaré el torneo [programado del 17 al 30 de enero] porque la situación no es nada buena. Decidiremos en dos o tres semanas. No sé cuántos jugadores viajarán esta vez allí”.
Habla Novak Djokovic para el diario Blic, dejando entrever que no está nada satisfecho con el contexto actual de las negociaciones y sin despejar la incógnita de si ha recibido el pinchazo contra la covid-19 o no. “Me parece increíble que la sociedad te juzgue en función de una vacuna y no quiero participar en una guerra que están fomentando los medios. Por eso, no voy a revelar si me he vacunado o no”, expone el de Belgrado, que en abril de 2020 se expresó de forma categórica –”me opongo a la vacunación y no me gustaría que nadie me obligase a hacerlo para poder viajar”– y que la pasada primavera apeló a la “libertad de elección” y al derecho a preservar su intimidad.
En todo caso, el serbio (34 años) ya sabe que Australia es inflexible y que aquellos tenistas que no se hayan vacunado tendrán que hacer frente a un severo protocolo restrictivo en enero; e incluso, advierten las autoridades, se exponen directamente a no poder competir. Pese a que Tennis Australia (el ente federativo que organiza el Open) no se haya pronunciado todavía sobre la obligatoriedad o no de recibir la dosis, el Estado de Victoria sí la exige y ahí existe un punto de fricción.
Más del 40% sin la dosis
“No creo que un tenista que no se haya vacunado vaya a obtener un visado para entrar al país, y si lo obtuviera, probablemente tendría que completar una cuarentena de dos semanas”, adelantó este martes el jefe del Gobierno de Victoria, Daniel Andrews. El dirigente subrayó que no harán excepciones. “No creo que esta persona [Djokovic] ni cualquier otro tenista, golfista o automovilista [se aplicará la misma normativa para el GP de Fórmula 1, el 10 de abril] obtengan siquiera el visado para llegar aquí; si me equivoco, estoy seguro de que el Gobierno federal se lo hará saber”, prosiguió el dirigente.
“Al virus no le importa tu ranking ni cuántos grandes hayas ganado. Es completamente irrelevante. Necesitas estar vacunado para protegerte a ti mismo y a los demás”, resolvió Andrews, recordando que la aplicación de la normativa incluye también a los deportistas profesionales procedentes del extranjero y al propio Nole, el tenista que posee el récord de títulos australianos (9).
Pero Djokovic no es el único reacio al pinchazo. En septiembre, cuando se disputaba el US Open, la mitad de los tenistas todavía no habían recibido la inyección y actualmente, la cifra supera el 40%. Algunos como el griego Stefanos Tsitsipas –”soy menor de 25 años y la vacuna no ha sido investigada lo suficiente”, decía en agosto– han terminado cambiando de opinión –”me vacunaré para poder ir a los restaurantes y los bares”–; otros como Aryna Sabalenka, la dos del mundo, no las tienen todas consigo (“desconfío de ella”) y han terminado contrayendo el virus.
“Si yo fuera un tenista de la ATP o la WTA me vacunaría. Les va a dar la mejor oportunidad para jugar el Open de Australia con un mínimo de restricciones”, aseguró hace una semana el ministro de Deportes del Estado de Victoria, Martin Pakula.
En la última edición del Open de Australia, la organización diseñó una doble burbuja entre Adelaida (para los jugadores de máximo nivel de ambos circuitos) y Melbourne (el resto). Se estableció un protocolo de control y a lo largo del torneo se aisló a 76 jugadores al haber aterrizado en el país procedentes de cuatro vuelos en los que se detectaron casos positivos. Por ejemplo, Paula Badosa, reciente campeona en Indian Wells, permaneció encerrada durante 21 días consecutivos y afrontó el torneo con solo dos entrenamientos.
264 días de encierro en Melbourne
Tampoco pasó el corte el joven Carlos Alcaraz y cuatro días antes de que arrancase el torneo, el positivo del empleado de uno de los hoteles en los que se alojaban los tenistas en Melbourne puso en jaque la celebración. Se suspendió una jornada de los eventos preparatorios y todos los participantes y sus preparadores fueron examinados.
Ahora, aquellos que decidan competir en 2022 saben que las medidas volverán a ser estrictas, y que las autoridades serán rígidas con los que no se vacunen. Desde que estallase la pandemia, el país oceánico ha cancelado numerosos eventos deportivos y no le temblará el pulso a la hora de decidir si no se alcanza un acuerdo con la federación australiana y los rectores de los Grand Slams (ATP y WTA).
Según anunciaron el domingo las autoridades del Estado de Victoria, este viernes se pondrá fin a la cuarentena decretada en agosto sobre Melbourne. La ciudad que acoge el Open, con 5 millones de habitantes la segunda más poblada del país, suma un total de 264 días bajo confinamiento. Australia registra 1.448 fallecidos por coronavirus, de los cuales 981 corresponden al Estado en el que se localiza Melbourne.
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