Antídoto contra la desazón culé

Los hinchas de fútbol no son muy dados al humor cuando el centro de las bromas es su equipo de fútbol. Pocos lugares como las afueras de los estadios después de un partido para interpretar los sentimientos de una afición. En caso de victoria, el mundo parecerá maravilloso. Si el resultado fue adverso, la cosa será bien distinta. Después llegará la semana laboral y, con ella, los chistes y las chanzas. La gran ventaja es que en unos días habrá una nueva oportunidad para cambiar el estado de ánimo.

Más complicado -filosófico, incluso- es gestionar las etapas largas de carestía. Lo suelen ...

Los hinchas de fútbol no son muy dados al humor cuando el centro de las bromas es su equipo de fútbol. Pocos lugares como las afueras de los estadios después de un partido para interpretar los sentimientos de una afición. En caso de victoria, el mundo parecerá maravilloso. Si el resultado fue adverso, la cosa será bien distinta. Después llegará la semana laboral y, con ella, los chistes y las chanzas. La gran ventaja es que en unos días habrá una nueva oportunidad para cambiar el estado de ánimo.

Más complicado -filosófico, incluso- es gestionar las etapas largas de carestía. Lo suelen llamar “cambio de ciclo” pero, en realidad, es una travesía por el desierto en la que el club en cuestión parece haber perdido su esencia, los jugadores que antaño ilusionaban a la grada vagan ahora mohínos por el campo y todo lo que puede salir mal sale mal. Es en ese momento -en el que incluso los rivales dejan de mofarse porque sienten cierta empatía- cuando el aficionado propio es el que decide ponerse frente al espejo, asumir la realidad y liderar el escarnio. La diferencia es que lo hace desde un profundo conocimiento del ADN y sabe cuáles son los puntos clave a tocar.

Autoayuda para culés (Grijalbo) se describe como “filosofía azulgrana para subir tu CULESTEROL” y ofrece, con ilustraciones -obra del estudio Idee- acompañadas de textos cortos -cuya autora es Maite Roldán-, un viaje al alma del barcelonismo. También una invitación a la sonrisa en tiempos grises. Para recordar, por ejemplo, que hubo un tiempo en el que los bajitos ligaban más que los altos. Para rememorar lo que el búlgaro Stoichkov hacía sentir a las masas -propias y ajenas-. Para entender que, si eres culé y hay un córner a favor, puedes ir con relativa tranquilidad al baño o a la cocina. O no desesperar en la eterna búsqueda de un nueve. Pero, sobre todo, para recordar una lección de vida que dejó Tito Vilanova: “Lo que hoy te parece importante, mañana no lo será”.

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