Casemiro, el error confeso de Ancelotti
El técnico del Madrid, entregado ahora al brasileño, admite su equivocación por la poca participación del medio en su primera etapa
Cuando Carlo Ancelotti volvió a cruzar este verano la puerta de Valdebebas, dentro del vestuario del Real Madrid continuaba una decena de jugadores a los que dirigió en su anterior etapa en el club (2013-15). El regreso del italiano tuvo un aire de reencuentro para muchos, y en ese ambiente de viejos conocidos, uno de ellos, Casemiro, no tardó en acercarse al nuevo técnico para hablar del pasado. Él fue el futbolista menos utilizado en l...
Cuando Carlo Ancelotti volvió a cruzar este verano la puerta de Valdebebas, dentro del vestuario del Real Madrid continuaba una decena de jugadores a los que dirigió en su anterior etapa en el club (2013-15). El regreso del italiano tuvo un aire de reencuentro para muchos, y en ese ambiente de viejos conocidos, uno de ellos, Casemiro, no tardó en acercarse al nuevo técnico para hablar del pasado. Él fue el futbolista menos utilizado en la única campaña que en la que coincidieron, la 2013-14, y el pivote abordó el asunto sin más demoras. Le dijo que creía que podía haber jugado más.
“Fue un encuentro muy sincero, entre caballeros”, revelan desde el entorno del centrocampista. Y Ancelotti, lejos de escurrir el bulto, aceptó de buena gana el apunte. “Me lo comentó con respeto y le respondí que, honestamente, puede que fallara”, reveló el preparador hace un par de semanas.
Siete años son muchos, todavía más en el Madrid, y la vida de Casemiro ha mejorado de forma sustancial, pero él necesitó sacar lo que llevaba dentro. Igual que hizo en 2016 con Zinedine Zidane, cuando a las pocas semanas de llegar este al cargo, entró en su despacho para preguntarle por qué no jugaba más, y el francés le contestó que en el momento en que entrara ya no lo dejaría. Esta vez, el paulista quiso también tratar este asunto cuanto antes con el entrenador de Reggiolo y las cosas quedaron aclaradas. Este miércoles volverá a ser un fijo en el estreno europeo contra el Inter en San Siro (21.00, Movistar LC).
En esa primera época a la sombra, Casemiro tenía 22 años, apenas había llegado a España, pero dejó los que, a su juicio, fueron los 20 minutos que empezaron a cambiar su vida y que, sin embargo, no recibieron una recompensa inmediata en ese Madrid que comandaba el italiano. Ocurrió en la vuelta de cuartos de Champions en Dortmund, con el Madrid a punto de ver cómo le remontaban el 3-0 de la ida (2-0 al final en Alemania). Entonces apareció él casi como último recurso, inédito prácticamente hasta ese instante de la temporada (había rechazado marcharse ese invierno), y sus pulmones oxigenaron a un conjunto en una situación crítica. Una demostración de carácter que llamó la atención y que se quedó ahí, sin más oportunidades a corto plazo y empujado a irse cedido la siguiente campaña al Oporto pese a la salida del pivote de referencia, Xabi Alonso, y las dudas que dejaba Illarra.
Ahora, con 29 años y un estatus muy revalorizado respecto a ese periodo, todo son parabienes públicos para el brasileño, innegociable en estas cuatro primeras citas y alabado en las comparecencias del técnico a la menor ocasión. “Es una pieza fundamental. En un equipo que tiene mucha calidad arriba, necesitamos alguien inteligente atrás para controlar el aspecto defensivo. Y con el balón ha mejorado mucho respecto a la primera etapa”, abundó el entrenador blanco nada más admitir su equivocación del pasado. “¿Qué puedo decirle yo a Benzema, Kroos o Casemiro? No necesitan muchas cosas”, señaló tras el estreno en Vitoria. Unos halagos correspondidos desde la otra parte: “Ancelotti está trabajando mucho la táctica y el trabajo de campo, y eso a Casemiro le encanta”, advierten en el entorno del medio, un tipo obsesivo del detalle. “Sabe que Case es un capitán en la sombra”, añaden.
A nadie se le escapa que la marcha de Sergio Ramos ha hecho que el paulista suba otro escalón en la pirámide jerárquica del vestuario, en la que ya se encontraba en la parte alta. Las indicaciones constantes a sus compañeros, al oído de todos durante los 31 partidos disputados en el silencio de Valdebebas, evidenciaron el peso de un jugador que apunta a entrenador.
Segundo máximo goleador el año pasado junto a Asensio (siete tantos), a corto plazo su misión en este nuevo Madrid más volcado en ataque pero permeable atrás es ayudar a coser las líneas y avanzar en el trabajo sin balón, una petición general que el técnico italiano hace casi cada día. De momento, él sigue liderando la tabla de recuperaciones de la Liga (36). El duelo de Milán se presenta como una prueba de estrés para todo el armazón defensivo.
Mirando por el retrovisor, la figura del mediocentro defensivo no fue una cuestión nada menor en los últimos meses del italiano en el Madrid en 2015. Después de ganar la Décima en 2014, el club ejecutó una maniobra de alto riesgo en el fútbol actual: quedarse sin un pivote de garantías. Vendió a Alonso, conservó a un Illarra que no ofrecía certezas y le entregó esa posición al recién aterrizado Kroos, que pronto mostró que no estaba llamado para tal función. El agujero resultaba evidente y la entidad debió acudir al mercado de invierno para traerse por 13 millones al brasileño Lucas Silva, cuyo experimento solo duró unos partidos. Mientras, el joven brasileño hacía la mili en el Oporto. Cuando regresó, Ancelotti ya no se encontraba allí. Siete años después, se vuelven a encontrar en unas circunstancias muy distintas y con el pasado aclarado después de esa charla.
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