Los tenistas y la visita al baño, ¿necesidad o treta?
Algunos jugadores usan la pausa, permitida por la normativa, como estrategia para alterar el rumbo de los partidos. Murray y Zverev cargan contra el reincidente Tsitsipas. “Ya no le respeto”, dice el escocés
No es Andy Murray un tipo que hable al azar o busque de manera gratuita el protagonismo. Por eso el disparo dialéctico del escocés, que a sus 34 años compite con una cadera de titanio y apura hasta la última gota de tenis, demostrando como pocos un ferviente compromiso con su deporte, resonó de un extremo a otro en Flushing Meadows.
“En lugar de estar aquí sentado hablando sobre lo fantástico tenista que es, de lo...
No es Andy Murray un tipo que hable al azar o busque de manera gratuita el protagonismo. Por eso el disparo dialéctico del escocés, que a sus 34 años compite con una cadera de titanio y apura hasta la última gota de tenis, demostrando como pocos un ferviente compromiso con su deporte, resonó de un extremo a otro en Flushing Meadows.
“En lugar de estar aquí sentado hablando sobre lo fantástico tenista que es, de lo bueno que es para el tenis o de lo importante que es para mí haber jugado como he jugado después de todo por lo que he pasado durante los cuatro últimos años, estoy aquí hablando de visitas al baño o de atenciones médicas… Esto es basura, no tiene sentido. Pero hubiera dicho exactamente lo mismo si hubiera ganado, lo prometo”, decía el exnúmero uno, todavía caliente y enfadado tras caer en la primera ronda (2-6, 7-6(7), 3-6, 6-3 y 6-4) frente a Stefanos Tsitsipas, al que señaló sin miramientos y acusó de haber actuado intencionadamente de manera antideportiva.
La chispa que encendió la llama de Murray fue la maniobra del griego en la transición del cuarto al quinto parcial. Hasta entonces, el duelo se dirimía entre matices, sobre un estrechísimo filo que se rompió cuando el joven Tsitsipas (23 años) recogió su bolsa y se marchó al vestuario para, teóricamente, cambiarse de ropa y refrescarse. Sin embargo, el ateniense se dilató durante más de ocho minutos; tiempo más que suficiente, entendió Murray, para que su cuerpo y su cadera se enfriasen, y de esta forma su juego perdiera vigor y su rival encarase la quinta manga beneficiado por la pausa.
“No es por el hecho de que se haya ido, sino por el tiempo que se ha tomado. Hablé con mi equipo antes de empezar y les comenté que podía pasar algo así si las cosas no le iban bien, pero no puedes detener el partido de esa forma”, le reprochó Murray, que también recordó que su adversario ya había solicitado la asistencia médica cuando él ganó el tercer set, y que en el cuarto frenó la acción en una situación delicada (0-30 en contra) para cambiar de raqueta. “En las dos horas y media que ha durado luego el partido [4h 49m en total], no le ha molestado la rodilla… No digo que hubiera ganado, pero esto ha afectado. Le aprecio, pero no me gustan estas cosas. He perdido el respeto que tenía por él”.
Regla difusa: “tiempo razonable”
Tsitsipas, por su parte, se expresó de forma aséptica y como si nunca hubiera roto un plato. “No creo que haya quebrantado ninguna regla, sigo la normativa de la ATP. Creo que deberíamos hablar para analizar qué ha pasado, no tengo absolutamente nada contra él”, expuso el número tres del mundo, al que los compañeros le han cogido la matrícula pues, dicen, reincide en las argucias. “Se lleva todo al vestuario y encima su padre está ahí, con el móvil. Ya sucedió en París y ocurrirá en todos los torneos en los que él juegue”, denunciaba Alexander Zverev hace dos semanas, cuando ambos se midieron en las semifinales de Cincinnati y Tsitsipas también se retiró al vestuario, insinuando el alemán que había aprovechado la estancia para intercambiar mensajes con su progenitor, y a la vez técnico.
Tras sortear la primera ronda, Zverev volvió a cargar contra él este martes: “Es solo una vez más, está ocurriendo en cada partido. No es normal. Me ocurrió a mí en París y luego a Novak; en Hamburgo contra Krajonovic estaba todo el rato quejándose y lo de Cincinnati contra mí fue ridículo. Los jugadores están pillándole”, advirtió Sascha; “es uno de los mejores del mundo, no creo que deba hacer eso. Este tipo de cosas suceden cuando eres un júnior, en futures o challengers, pero no cuando eres el número tres. Tú puedes hacerlo, pero es como una norma no escrita entre los jugadores. A veces he roto raquetas o me he vuelto loco, pero una de las cosas de las que estoy orgulloso es de que yo gano y pierdo jugando en la pista”.
En todo caso, no es nueva la escena: los tenistas y el baño, vieja y recurrente polémica. De acuerdo con Grand Slam Rule Book, el libro que especifica las reglas en los grandes torneos, los jugadores tienen derecho a efectuar dos pausas en los partidos a cinco sets y una en los disputados a tres mangas, tanto para usar el baño como para cambiarse de ropa, pero no “por ningún otro motivo”; solo pueden hacerlo entre sets y no se precisa un tiempo concreto, sino que simplemente se apela a una franja “razonable”; y detalla que se puede recurrir a más pausas, pero que serán penalizadas acorde al sistema del Penalty Point, que castiga en función del grado de la infracción.
La regla (Toilet break) sigue generando controversia. Los hay quienes simplemente la acatan, pero abundan las voces que alegan que debería revisarse, siguiendo la recomendación de Murray. “La odio, es ridícula. La pausa se extiende más allá de los 10 minutos a menudo”, lamenta Brad Gilbert, prestigioso preparador de tenistas como Andre Agassi, Andy Roddick o el mismo Murray. “Se habla de ello todo el rato, pero no se hace nada y siguen ocurriendo estas cosas”, subraya el escocés, quien ya en frío incidió en la crítica con ironía: “A Stefanos Tsitsipas le cuesta ir al baño el doble que a Jeff Bezos volar al espacio. Interesante”.
Del US Open 2012 a París 2021
En esta ocasión es Tsitsipas, pero son y han sido muchos otros. Sin ir más lejos, el propio Murray, quien hace años reconoció que la maniobra le ayudó a decantar la final del US Open de 2012 contra Novak Djokovic, otro jugador al que se le atribuye un sofisticado manejo de las interrupciones. “Su arma secreta”, apuntaba The Wall Street Journal en julio, refiriéndose al número uno. Precisamente, Nole hizo una parada en boxes en la final del último Rolando Garros, cuando iba dos sets abajo ante el griego, que le sirvió para invertir por completo la dinámica del pulso.
“Volvió como si fuera un jugador nuevo, no sé cómo lo hizo. Sentí que, de repente, podía leer mi juego. Lo hizo muy bien”, expresó entonces el chico de Atenas, al que ahora se le observa con recelo. “Lo he hecho a lo largo de toda mi carrera, necesitaba tiempo para cambiarme y volver. Solo sé que podemos ir dos veces, nunca he ido en contra de las normas”, se defiende Tsitsipas mientras continúa el debate: ¿necesidad o estratagema?
Consulta los Resultados de la jornada / Orden de juego del miércoles.
Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.