Barty contra Pliskova, una final asimétrica
Contraste de estilos y alturas entre la número uno y la checa, debutantes ambas en la final de Londres (15.00) y con dinámicas invertidas en los últimos años. 5-2 favorable a la primera en los precedentes
El atractivo baile del circuito femenino, sucesión de emociones y alternativas frente al estatismo que ha imperado en el masculino desde hace más de una década, continúa este sábado (15.00, Movistar) con un duelo de contrastes en la final que dirimirán Ashleigh Barty y Karolina Pliskova. A un lado de la red la australiana, número uno y bandera de ese tenis que tanto se añora, imaginativo y exquisito; al otro, la checa propone ese perfil de una s...
El atractivo baile del circuito femenino, sucesión de emociones y alternativas frente al estatismo que ha imperado en el masculino desde hace más de una década, continúa este sábado (15.00, Movistar) con un duelo de contrastes en la final que dirimirán Ashleigh Barty y Karolina Pliskova. A un lado de la red la australiana, número uno y bandera de ese tenis que tanto se añora, imaginativo y exquisito; al otro, la checa propone ese perfil de una sola dirección, avanzando palo a palo y cubriendo pista con esas piernas kilométricas. Dos mundos distintos, fisionomías muy diferentes y estilos absolutamente antagónicos.
Viene Barty surfeando placenteramente la ola del éxito, regular como ninguna en los últimos tiempos y reivindicando ese juego cerebral que adapta aquí y allá, ya sea en cemento, tierra o hierba. En lo alto del listado desde hace dos años, la australiana va coleccionando trofeos en los torneos periféricos –son 11 individuales, tres esta temporada– e intenta dar un salto en los grandes, con el Roland Garros de 2019 como única muesca. Afronta su primera final en Londres, al igual que Pliskova, otra de esas gigantonas que apuntaba muy alto y hoy día trata de recuperar el espacio, porque fue desmoronándose.
Aunque fuera de forma efímera, la checa también gobernó la WTA –durante ocho semanas, hace cuatro años ya– e iba como un cohete –su ficha recoge 21 títulos profesionales, uno este curso–, pero empezó a desinflarse y a perderse en las primeras rondas de los grandes. “Honestamente, hay una parte de mí que todavía no se lo cree; nunca pensé que jugaría esta final”, admite Pliskova, que en 2016 tuvo el US Open a tiro, pero aquel día fue batida por la alemana Angelique Kerber. Desde su envergadura y su 1,86 de estatura –20 centímetros por encima de Barty, de 1,66–, intentará hacer efectivo otro bombardeo a partir del saque: lidera el torneo en aces (54).
No obstante, desde esa óptica la número uno figura en la tercera posición, con 46. “Es especial por su revés cortado y por su estilo, en general”, le dedicó Pliskova, que a mediados de mayo encajó una tunda histórica en Roma, 6-0 y 6-0 ante Iga Swiatek. “Mantenerte firme es muy importante, estoy muy feliz de que todo empiece a funcionar. En los entrenamientos conseguía rendir a un buen nivel, pero en los torneos no”, valora la 13 del mundo. “Conforme han pasado los días mis sensaciones han sido mejores”, advierte Barty, que esta edición homenajea a su compatriota Evonne Goonalong con una indumentaria similar a la de la campeona en 1971.
En los cruces previos entre ambas, la oceánica domina por 5-2, pero igualan sobre césped (1-1). En todo caso, esta tarde la Centre Court verá un choque entre finalistas primerizas –no sucedía en el All England Club desde 1977, cuando Virginia Wade derrotó a Betty Stove– y a una nueva campeona, en relevo de la rumana Simona Halep.
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