Alcaraz supera el bautismo de los cinco sets
El murciano vence en la primera ronda al japonés Uchiyama (6-3, 6-7(4), 6-2, 3-6 y 6-3) y se cita con el dos del mundo, Medvedev, sin tiempo para coger aliento: “Intentaré disfrutar y ganar experiencia”
En mitad de la refriega, resuelta después de 4h 18m, al abejorro le apetece revolotear alrededor de Carlos Alcaraz, que le invita a marcharse con un par de movimientos de raqueta y luego, se complica la cosa, da un par de pasos a un lado ante la insistencia y pronuncia los manotazos para que el intrépido visitante le deje definitivamente en paz. Lo consigue. Le sale una risilla floja y después, pico y pala, consigue deshacerse del japonés Yasutaka Uchiyama y logra su primera victoria en el gran santuario inglés de...
En mitad de la refriega, resuelta después de 4h 18m, al abejorro le apetece revolotear alrededor de Carlos Alcaraz, que le invita a marcharse con un par de movimientos de raqueta y luego, se complica la cosa, da un par de pasos a un lado ante la insistencia y pronuncia los manotazos para que el intrépido visitante le deje definitivamente en paz. Lo consigue. Le sale una risilla floja y después, pico y pala, consigue deshacerse del japonés Yasutaka Uchiyama y logra su primera victoria en el gran santuario inglés del tenis: 6-3, 6-7(4), 6-2, 3-6 y 6-3. Es decir, el murciano ha dejado su primera huella en Wimbledon.
“Les tengo un poquito de miedo, la verdad. Me gustan los animales, pero no soy mucho de insectos...”, dice luego en la conferencia telemática con los periodistas, en la que cuenta que hace un par de años ya pisó el major inglés, pero como júnior. Otra historia. “No es nada comparable con el nivel profesional”, prosigue, entusiasmado con los uniformes blancos que realzan su piel morena y su pelo negro, cansado porque el duelo con el nipón se ha estirado como un chicle hasta que así, a base de “huevos”, ha conseguido sacarlo adelante.
Es un bautismo.
A sus 18 años, casi todo es nuevo para Alcaraz, que mira a su alrededor y descubre constantemente: en enero fueron las antípodas, Australia; después engatusó a París, donde ya dejó un par de muescas de precocidad hasta que se encontró con un cañonero en la tercera ronda; y ahora es Londres, el templo de los templos, el verde, las flores, el silencio, territorio tan seductor como complicado. Un espacio para pistoleros en el que los partidos igualados se dilatan y los cinco sets ponen a prueba la resistencia del chico, por primera vez enfrentado a la larga distancia, al intercambio sin tregua.
Explica el murciano desde la silla que antes de llegar al torneo no ha podido competir por unas molestias físicas, y que le ha costado un poco adaptarse. “Ha sido duro, pero poco a poco he ido encontrándome bastante bien. He sabido pelear y sufrir, y al final me he sentido muy bien, aunque ha sido durísimo”, expone; “no estoy acostumbrado a jugar a cinco sets, así que Juanki [Ferrero, su técnico] me ha dicho que mentalmente me animase y que me dijera a mí mismo que estaba fresco y bien físicamente. He estado muy duro física y mentalmente. Si he ganado ha sido gracias a la mentalidad que he tenido”.
Como está en boca de todo el mundo, deseoso el tenis de nuevos vientos que compaginen con la onerosa etapa de los tres gigantes, hasta la Pista 6 se han acercado un buen puñado de ingleses que han visto lo que hay; es decir, un atractivo proyecto de campeón, en plena construcción, pero dejando permanentemente detalles con la técnica, la aceleración y la osadía, porque si en los instantes difíciles tiene que hacer una virguería en la red la hace, aunque a Ferrero se le haga un nudo en la garganta y le eche una mirada fiscalizadora. Confía, nadie le conoce mejor que él.
Las referencias de Ymer y Zapata
El preparador acaba la tarde satisfecho, porque su jugador ya luce en tierras inglesas y ha sorteado una barrera necesaria, la de repóquer de sets y las más de cuatro horas sobre la pista. A comienzos de curso, en Melbourne, no logró escapar a las cuatro mangas y las 3h 08 con el sueco Mikael Ymer, y hace un mes tampoco al mismo cronómetro (3h 08 también) ante el valenciano Bernabé Zapata. Obtiene recompensa en el distrito SW19 de Londres y está baldado, le pesan las piernas y los brazos y hasta las pestañas, todo, pero la última misión está cumplida.
Abatido Uchiyama, 28 años y 116º en la ATP, se avecina un escollo mayúsculo y sin tiempo para coger aire: nada más y nada menos que el número dos, el fiero e interminable Daniil Medvedev, hueso duro donde los haya, pero sin registros reseñables en Wimbledon. Su tope es la tercera ronda. “Voy a disfrutar. Espero estar bien mañana, aunque no va a ser fácil. Él viene de ganar en Mallorca y de ganarle a Struff, que es un gran jugador [que le apeó en Roland Garros]. Está jugando muy bien y con mucha confianza, así que intentaré disfrutar y coger experiencia. Intentaré vivir el momento”.
MUGURUZA Y DJOKOVIC, CON PASO FIRME
El brillo de Alcaraz presidió en clave española una jornada en la que también progresaron Garbiñe Muguruza (6-1 y 6-4 a Kerkhove) y Sara Sorribes (6-3, 3-6 y 6-3 a Konjuh); no así Pablo Carreño (7-6(6), 6-4 y 7-5 favorable a Querrey), Fernando Verdasco (3-6, 6-3, 6-4 y 6-4 con Dimitrov), Bernabé Zapata (6-3, 3-6, 6-3 y 6-2 con Garín) ni Jaume Munar (6-1, 7-5 y 7-6(5) frente a Ivashka).
“Este torneo es un poco traicionero, así que hay que ir partido a partido y más con mi historial, que o me voy muy pronto o llego hasta el final. Quiero jugar como estoy haciéndolo, sin mirar al cuadro”, indicaba Muguruza, que avanza sin un solo arañazo y en la próxima estación del torneo se topará con la tunecina Ons Jabeur (7-5 y 6-0 a Venus Williams).
Pablo Andújar, con una fractura de costilla, no pudo medirse al canadiense Denis Shapovalov. Sin sobresalto alguno, Novak Djokovic apeó a Kevin Anderson (triple 6-3) y Andy Murray pudo con Oscar Otte: 6-3, 4-6, 4-6, 6-4 y 6-2. Este jueves, el cartel destaca el Barty-Blinkova y el Federer-Gasquet.
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