Federer abandona Roland Garros: “Es importante escuchar a mi cuerpo”
El suizo decide retirarse del torneo por el desgaste físico, a las puertas de los octavos contra Berrettini
Lo insinuó Roger Federer la noche previa, cuando atendió gentilmente a los periodistas a la una y media de la madrugada, tras batir a Dominik Koepfer en un duelo que se le enredó más de lo deseado y que se estiró durante tres horas y media: “Todavía necesito decidir si sigo jugando o no, si esta es la manera correcta de acabar el torneo”. Y lo comunicó este domingo por la tarde, a través de un comunicado emitido por la organización: “Después de comentarlo con mi equipo, he decidido abandonar el torneo. ...
Lo insinuó Roger Federer la noche previa, cuando atendió gentilmente a los periodistas a la una y media de la madrugada, tras batir a Dominik Koepfer en un duelo que se le enredó más de lo deseado y que se estiró durante tres horas y media: “Todavía necesito decidir si sigo jugando o no, si esta es la manera correcta de acabar el torneo”. Y lo comunicó este domingo por la tarde, a través de un comunicado emitido por la organización: “Después de comentarlo con mi equipo, he decidido abandonar el torneo. Después de dos operaciones y un año de rehabilitación es importante escuchar a mi cuerpo y asegurarme de que no me precipito en mi recuperación”.
El suizo, por tanto, no saltará a la pista este lunes para enfrentarse al italiano Matteo Berrettini en los octavos de final. A sus 39 años, cerca ya de los 40 –los celebrará el 8 de agosto–, el cuerpo de Federer le pide una tregua después de escalar hasta una ronda en la que, él mismo reconocía, no se imaginaba antes de regresar a París. “Estoy encantado de haber ganado tres partidos. No hay un sentimiento mejor que el de estar de vuelta en la pista”, añadía en la nota emitida este domingo, tras haber resuelto las tres primeras intervenciones ante Denis Istomin, Marin Cilic y Koepfer en última instancia.
La velada previa, Federer ofreció una verdadera demostración de amor por su deporte. Rozando la cuarentena, en una central completamente vacía y una atmósfera desangelada, el campeón de 20 grandes se puso el mono de faena para batir a un rival que sabía de sus límites y que llegó al grande francés sin ninguna expectativa. “Lo siento, pero aquellos que crean que puedo ganar, están muy equivocados”, anticipó nada más poner el primer pie en el Bois de Boulogne, territorio que conquistó en 2009 y del que se había ausentado en tres de las cuatro últimas ediciones celebradas.
Tras vencer a Koepfer, muchos se preguntaban cómo reaccionaría el cuerpo del veterano ante las 3h 35m de brega contra el alemán, que le arañó un set y no estuvo demasiado lejos de haber cambiado el signo del partido, finalizado a las 00.43. “No esperaba ganar tres partidos aquí”, exponía. “Preferiría estar en la posición de Nadal o Djokovic, que están aquí para ganar; ellos se sienten bien y saben que si juegan a su nivel, ganan. Yo no tengo esa sensación. Estoy dentro de un proceso y debo pensar en la temporada, calcular los riesgos que conlleva seguir jugando”, prorrogó el de Basilea, que piensa indisimuladamente en Wimbledon.
Allí, lo sabe él y lo sabe todo el tenis, tiene la mente desde que reapareciera en las pistas (405 días después, el 10 de marzo en Doha) tras un año en la reserva y dos intervenciones en la rodilla derecha para repararla. “Tras cada partido, aquí o en Ginebra [torneo en el que participó antes de abordar Roland Garros], tengo que evaluar la situación y ver cómo se despierta mi rodilla a la mañana siguiente”, relataba en inglés, mientras los interrogantes iban expandiéndose entre los presentes a esas horas –”gracias por no dormiros”, bromeó con ellos– y su legión de aficionados, resignados porque la respuesta de la articulación en una prueba de largo recorrido es aún una incógnita.
El retoque del calendario para adecuar el ritmo de la competición a la evolución de la pandemia hizo que se retrasase una semana Roland Garros, de modo que la transición hacia la hierba pierde una semana y Federer tendrá menos tiempo para prepararse de cara a la cita de Halle, que luce diez veces en su palmáres. Sus apariciones previas a París se resumen en el triunfo contra Evans y la derrota ante Basilashvili en Doha, y luego un tropiezo con Pablo Andújar en Ginebra. En medio, una renuncia a competir en Dubái porque su físico estaba reclamándole pausa, señal que atiende de nuevo.
“Lamentamos la retirada de Roger, quien anoche ofreció una lucha increíble. Todos estuvimos encantados de verle de regreso aquí, jugando tres grandes partidos. Le deseamos lo mejor”, transmitió el director de Roland Garros, el francés Guy Forget. “Ver a Roger con 39 años, después de dos operaciones de rodilla y jugando entusiasmado a las 00.30 en un estadio vacío es inspirador para mí”, le dedicaba la noche anterior el escocés Andy Murray, en un sentir generalizado que se conjuga con la inquietud de la intermitencia. Federer, el renacentismo hecho raqueta, batalla consigo mismo por un último baile.
EL 12º INTENTO FALLIDO DE SERENA
Corta de movilidad e inspiración, Serena Williams cayó ante Elena Rybakina y se despidió de París de vacío. Otra vez. La estadounidense, que en septiembre soplará 40 velas, al igual que Federer, se quedó de nuevo sin el anhelado 24, la cifra de grandes que protege la australiana Margaret Court en la cima histórica del tenis.
Williams perdió por 6-5 y 7-5 (en 77 minutos) ante la kazaja, de 21 años y 22ª del mundo. Se aleja, pues, del objetivo que le retiene en las pistas y confirmó el duodécimo asalto fallido desde que conquistara el Open de Australia de 2017, y después estrenase maternidad.
Ahora, la norteamericana –cuatro finales perdidas desde entonces, dos en Wimbledon (2018 y 2019) y otras dos en el US Open (los mismos años)– concentrará todos sus esfuerzos en el All England Lawn Tennis & Croquet Club de Londres.
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