Carla Suárez, el retorno de la sonrisa

La canaria reaparece con una derrota ante Stephens (3-6, 7-6 y 6-4) tras 15 meses alejada de las pistas por un cáncer: “Estoy orgullosa por volver, pero también un poco rabiosa por haber perdido”

Carla Suárez, durante el partido contra Stephens en París.CAROLINE BLUMBERG (EFE)

A mediados de abril, cuando finalizó su tratamiento de quimioterapia y radioterapia, y recibió luz verde por parte de los médicos, a la mente de Carla Suárez llegó automáticamente un pensamiento: París. Quince meses después de anunciar que había sido diagnosticada de un linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que interrumpió la que iba a ser su última temporada en el circuito profesional, la canaria preparó el raquetero y puso rumbo a...

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A mediados de abril, cuando finalizó su tratamiento de quimioterapia y radioterapia, y recibió luz verde por parte de los médicos, a la mente de Carla Suárez llegó automáticamente un pensamiento: París. Quince meses después de anunciar que había sido diagnosticada de un linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que interrumpió la que iba a ser su última temporada en el circuito profesional, la canaria preparó el raquetero y puso rumbo a Roland Garros para despedirse del grande francés como pretendía hacerlo antes de recibir la noticia que dejó helado a todo el tenis mundial, peloteando y disfrutando.

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Suárez, que había disputado su último partido en febrero de 2020, completó el proceso de recuperación y se reincorporó la semana pasada al tour. Previamente había preparado su regreso en Barcelona, desde marzo, y las sensaciones habían sido buenas. De esta forma, concluyó que no había más tiempo que perder y decidió retornar en el Bois de Boulogne, su Grand Slam predilecto, el escenario donde alcanzó los cuartos de final en 2008 y 2014. “Estoy contando las horas para que llegue el día”, expresó. Y el día llegó.

Este martes, la canaria volvió a la pista en el duelo contra la estadounidense Sloane Stephens (3-6, 7-6(4) y 6-4 para la norteamericana, tras 2h 24m). A media tarde, pisó la arena de la pista Simonne Mathieu, la tercera en importancia del complejo, para batirse con la norteamericana en un pulso que comportaba la victoria de antemano. Fue el colofón de un complicado recorrido en el que, dice, nunca ha llegado a temer a la enfermedad y en el que su condición de deportista le ha ayudado a conservar la cabeza fuerte. “Nunca me he preguntado por qué me tocó a mí”, exponía a su llegada a París.

“Nuestros corazones están llenos de felicidad. Agradecidos de darte de nuevo la mayor de las bienvenidas”, le recibió la organización del torneo, en la enésima muestra de cariño que ha ido recibiendo a lo largo de todo el proceso porque al fin y al cabo, la española (32 años) es una de las jugadoras más apreciadas en el vestuario por su simpatía y su compromiso con el tenis, amén de una de las más respetadas porque su revés a una mano está en peligro de extinción y porque ha sido una de las competidoras más regulares en la última década.

“Solo felicitarte por la actitud y todo lo que has transmitido durante estos meses tan complicados que seguro que has vivido. Eres una campeona, ya lo eras en la pista, pero has demostrado que también lo eres fuera”, le dedicó Rafael Nadal a través de un vídeo que publicó a primera hora del día en sus redes sociales. “Es una luchadora. Me encanta la forma en la que lo ha afrontado todo y tenerla de vuelta es increíble”, se sumó la checa Petra Kvitova, una de las voces más reconocidas en el vestuario de la WTA y que en su día fue capaz de reengancharse a su deporte tras un violento episodio en el que un ladrón le destrozó la mano izquierda con un cuchillo.

Suárez, que ya había estado entrenándose con el resto de las jugadoras durante el Mutua Madrid Open, volvió este martes por la puerta grande. Lógicamente fatigada, plantó cara a Stephens y solo se inclinó cuando el motor ya no le dio más de sí. Aún así, se llevó la primera manga y sirvió para adjudicarse la segunda pero la rival, un frontón, se adjudicó después el tie-break e impuso sus pulmones en el definitivo.

“Estoy orgullosa, porque lo he dado todo para estar aquí, pero a la vez estoy triste porque he perdido. De hecho, estoy un poco rabiosa…”, lamentó. “Físicamente no estaba mal, pero tres sets eran muchísimo, teniendo en cuenta de dónde venía. Me voy con una mezcla de sensaciones. Lo he disfrutado, pero con público [su partido fue programado en el último turno y a las 22.00 los aficionados abandonaron la pista por el toque de queda, fijado a las 23.00] lo hubiera disfrutado más. Ha sido triste que se hayan tenido que ir. No era lo que había soñado, pero espero que hayan disfrutado viéndolo por la televisión”.

Ahora, su objetivo hasta final de año es despedirse de los principales eventos que restan en el calendario (Wimbledon y el US Open) e intentar atrapar el sueño de llegar a disputar los Juegos Olímpicos de Tokio; algo factible, ya que pese a que hoy día ocupa el 118º puesto del listado, en principio empleará su ranking protegido (68). “Después de lo que me ha pasado, al menos quería intentar retirarme en una pista de tenis”, dice. Así que misión cumplida.

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