El Giro, una alegría para Colombia en plena tormenta
La segunda grande de Egan Bernal, el ganador del Tour 2019, llega cuando el país está sumido en una ola de protestas, marchas y disturbios que entran en su segundo mes
El país de los escarabajos tiene su quinta gran vuelta ciclista. Su segundo Giro de Italia. Acostumbrada al sufrimiento épico de esos escaladores que acumulaban camisetas de la montaña, Colombia ahora saborea, una vez más, un triunfo rotundo de esos que antes le eran esquivos. Y lo hace en un momento convulso, de la mano de Egan Bernal, un fenómeno de 24 años, el único colombiano que ha ganado un Tour de Francia, justo cuando los jóven...
El país de los escarabajos tiene su quinta gran vuelta ciclista. Su segundo Giro de Italia. Acostumbrada al sufrimiento épico de esos escaladores que acumulaban camisetas de la montaña, Colombia ahora saborea, una vez más, un triunfo rotundo de esos que antes le eran esquivos. Y lo hace en un momento convulso, de la mano de Egan Bernal, un fenómeno de 24 años, el único colombiano que ha ganado un Tour de Francia, justo cuando los jóvenes agobiados por la desesperanza llevan más de un mes volcados a las calles de las ciudades colombianas en una oleada sostenida de marchas, protestas y disturbios que acorralan al Gobierno de Iván Duque y se han estrellado contra la represión de las fuerzas de seguridad.
“Finalmente sí es mi segunda grande. En este momento me veo tranquilo, pero por dentro estoy que exploto de la felicidad”, declaró un renacido Egan, vestido con la maglia rosa que defendió con acierto toda la semana, nada más acabar la contrarreloj de Milán. Después de cumplir el postergado sueño amarillo del país en el Tour del 2019, el Niño Maravilla de Zipaquira, aquejado por dolores de espalda, ha sufrido para volver a alcanzar su mejor forma. No se refirió a las protestas, pero ya lo había hecho en vísperas del inicio del Giro. “Me duele y siento pena por lo que está pasando en Colombia. De hecho, me gustaría estar allá y poder estar cerca de mi familia y, de alguna forma, apoyar a mi pueblo”, había escrito a comienzos de mes, cuando el estallido social cumplía su primera semana. En ese mensaje se mostró indignado tanto con los abusos de las autoridades como con los actos de vandalismo, y le pedía al presidente que “busque una solución para todo este caos”.
Egan ganó el Giro en su primer intento, como ya lo había hecho Nairo Quintana en la edición del 2014. “Ha sido un espectáculo colombiano. Estoy muy contento por el país, por toda la gente, que llegue este tipo de alegrías para el pueblo colombiano que tanto necesitamos”, ha dicho Nairo, el boyacense que ha encabezado la nueva generación de ciclistas. Al Tour de Egan y esos dos títulos en Italia se suman los de la Vuelta a España, con una altísima carga de simbolismo, que también llegaron en momentos críticos para Colombia.
Lucho Herrera fue el primer campeón colombiano de la ronda ibérica, en 1987, y conmovió con sus palabras. “Solo quiero que en Colombia haya paz”, declaraba cuando el país venía de la toma del Palacio de Justicia por parte de la guerrilla del M-19 en 1985, un episodio que se conoce como “el holocausto”, y enfrentaba el prolongado conflicto armado que involucró a las fuerzas el Estado, guerrillas y paramilitares, en una antesala de la arremetida de los grandes carteles del narcotráfico en el Gobierno de Virgilio Barco (1986-1990). Pasaron muchos años, y Nairo volvió a ilusionar con las hazañas de los escarabajos que ya no solo se imponían en etapas de montaña. Ganó la Vuelta a España en 2016 justo cuando Colombia se preparaba para firmar un acuerdo de paz arduamente negociado con la guerrilla de las FARC, un proceso que desde entonces ha polarizado a la sociedad. “Que el mundo sepa que nuestro país es paz, deporte y amor”, declaró Nairo, de rojo, en la plaza Cibeles de Madrid.
El llamado al diálogo y la reconciliación ahora le corresponde a Egan, que se coronó en Milán gracias también al trabajo de otro joven humilde, Daniel Felipe Martínez, de 25 años, su compañero en el Ineos Grenadiers, quien corrió una estupenda contrarreloj para colarse en el quinto lugar de la clasificación. Es de Soacha, un municipio aledaño a Bogotá que, como tantos otros lugares de la geografía colombiana, ha sido escenario de movilizaciones y disturbios en el último mes. La postal deportiva del año es la imagen de esos dos veinteañeros durante un ascenso en el que Dani Martínez, un gregario, anima y remolca al campeón en la subida al Sega di Ala, la única etapa en la que estuvo a punto de desfallecer. Junto a ellos pedaleaba un país que no se quiere dejar descolgar, al que le ha costado doblar la página de la violencia.
En una Colombia sumida en la crispación, con el diálogo entre el Gobierno y los organizadores del paro estancado y sin salidas a la vista, el ciclismo ha emergido, una vez más, como uno de los escasos motivos de unión. Los políticos de distintas orillas no tardaron en celebrar los triunfos de Egan y Dani Martínez. “Los dos son una muestra del talento, esfuerzo, dedicación y resiliencia de nuestros jóvenes colombianos. Gracias por tanta alegría y por poner en alto el nombre del país”, manifestó Duque, quien a pesar de ser el presidente más joven de la historia reciente ha visto como se ahonda la insalvable brecha que lo separa de esas franjas de la población. “Qué momento de felicidad para Colombia, tan oportuno y tan necesario”, lo secundó el expresidente Álvaro Uribe, su mentor político. “Felicitaciones a nuestros dos campeones Egan Bernal y Daniel Martínez por enseñarnos el valor de la amistad, de la pasión, la disciplina y el trabajo en equipo”, trinó Claudia López, la alcaldesa de Bogotá, quien esta semana reconocía la legitimidad de los reclamos y se disculpaba con los jóvenes por no haber comprendido desde el principio la magnitud de sus angustias.
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