El valencianismo sale a la calle furioso contra la gestión de Peter Lim
Cerca de 5.000 seguidores acuden a las puertas de Mestalla para reclamar la salida del mandatario singapurense
Encerrado en la habitación del pánico, contemplando su decadente y traumático presente, mientras por el retrovisor ve alejarse un pasado mejor, el valencianismo reaccionó y salió a las calles a entonar un canto desesperado a la libertad. Rebelde y furioso ante la gestión de Meriton Holdings, una ola de seguidores del club del murciélago protestó contra la gestión del máximo accionista, Peter Lim. La manifestación, que aglutinó a un número aproximado a los 5.000 segui...
Encerrado en la habitación del pánico, contemplando su decadente y traumático presente, mientras por el retrovisor ve alejarse un pasado mejor, el valencianismo reaccionó y salió a las calles a entonar un canto desesperado a la libertad. Rebelde y furioso ante la gestión de Meriton Holdings, una ola de seguidores del club del murciélago protestó contra la gestión del máximo accionista, Peter Lim. La manifestación, que aglutinó a un número aproximado a los 5.000 seguidores en una marcha que rodeó Mestalla, fue una demostración del músculo sentimental del valencianismo, que pretende, mostrando su disgusto al mundo, que Lim se incline por vender el club tras constatar el rechazo que provoca en la ciudad.
La postura, tan romántica como utópica, choca con la negativa del singapurense a desprenderse del Valencia, un negocio más dentro de su conglomerado de empresas. “Esto es bonito. Me despierto, soy dueño de un equipo de fútbol y a ver qué pasa. No hay más”, dijo Lim en el Financial Times el viernes. “Peter Lim no vende. No ha cambiado nada”, dijo el presidente Anil Murthy el miércoles desde Paterna.
La marcha de aficionados comenzó a las 18.30 desde la avenida de Aragón, en el cruce con la plaza de Zaragoza, y transitó en paralelo a los números impares de dicha avenida, a espaldas de Mestalla, para posteriormente girar al final a la izquierda por la calle Amadeo de Saboya y entrar en la avenida de Suecia, desfilar delante de la fachada principal del estadio y finalizar delante, en la plaza de l’Afició. Allí, cerca del monumento a los aficionados, dos de los líderes de los organizadores leyeron un manifiesto. “Tenemos que democratizar el club. El Valencia tiene que volver a sus legítimos dueños”, fue parte del mensaje. Desde los Estados Unidos, la leyenda del murciélago, Mario Kempes, había hecho un llamamiento “a la revolución” para que la gente de Meriton “dé un paso al lado”.
El lema de la pancarta que encabezaba la manifestación estaba escrito en valenciano: “El futur es nostre” (el futuro es nuestro). Unos metros más atrás, un mensaje para el exterior, otra pancarta gigante en ingles: “Your bussines, our feeling 50+1”n (tu negocio, nuestro sentimiento). “Ser dueño del Valencia ha sido increíblemente bueno para poder hacer networking”, había comentado horas antes el singapurense. Los organizadores, la peña Curva Nord y la plataforma opositora a Lim, Libertad VCF, lideraron una marcha que discurrió sin alborotos con todos los asistentes portando mascarillas. “No podemos cometer ni un error porque lo utilizarán en contra nuestra. La protesta tiene que ser pacífica”, comentó José Antonio Pérez, líder de la plataforma Libertad VCF. Y así fue. Hubo cánticos, gritos y pancartas en contra de Peter Lim y Anil Murthy. El valencianismo, cívico e irónico, atronó en contra de su máximo accionista. Pasadas las 20 horas, la manifestación se disolvió y la gente se marchó a casa.
Las declaraciones de Lim en la prensa inglesa añadieron un bidón extra de gasolina a la protesta de seguidores. “Están intentando asegurarse de que no venda el club a nadie que no sea ellos. Esta gente argumenta que ‘como somos valencianos, conocemos el club’. Pero con valencianos al frente el club quebró, ¿verdad?”, recalcó Lim antes de disparar un dardo contra la hinchada: “Tengo algo de compasión, pero entre nosotros, entre amigos, decimos que las cosas más pequeñas te dan los mayores dolores de cabeza”. Sus palabras sonaron a provocación.
Las horas previas se salpimentaron con la aparición del expresidente Amadeo Salvo, el gran valedor de la llegada de Lim a Mestalla. Salvo, por primera vez desde su salida del club, se mostró duro con el asiático. “Me mintió a mí, y a todo el valencianismo”, cargó desde su perfil de Twitter. “Tengo una duda. En sus indignas declaraciones en el Financial Times, habla de que se reúne con dueños de clubes que son reyes, jeques, empresarios y mafiosos, ¿dónde se encuadra usted?”, se preguntó el exdirigente blanquinegro, que finalizó con una frase contundente: “También los aficionados del Valencia CF nos preguntamos como un dueño tan pequeño nos puede generar un dolor de cabeza tan grande”.
El valencianismo tomó las calles cargado de motivos. El club, salvo en la etapa, probablemente accidental, en la que Mateu Alemany y Marcelino tenían competencias, ha ido menguando paulatinamente desde 2014. El escudo del murciélago ha perdido prestigio en el planeta fútbol. Su marca ha disminuido su valor en el mercado de patrocinadores. En la esfera deportiva, Peter Lim ha fulminado a ocho entrenadores y a seis directores deportivos en siete años. Acaba de recurrir de nuevo al salvavidas Voro después de que Gracia, enfurruñado y sintiéndose estafado por Murthy, se desenchufase en octubre. El equipo tiene una final este domingo por la permanencia ante el Valladolid, rival directo después de la deriva del club.
El filial, arrastrado por la inercia de la mala gestión en la primera plantilla, acaba de descender dos categorías de golpe y jugará el próximo curso en la quinta división del fútbol nacional. El desinterés en el equipo femenino también es patente desde la marcha de la anterior presidenta, Lay Hoon Chan. En la Academia, antes la mejor de la Comunitat Valenciana, los técnicos, cada vez con menos recursos para fichar jugadores, se las ingenian para combatir el ascenso de las canteras de Villarreal CF y Levante UD. El equipo de Fernando Roig, al que el Valencia antes le cedía futbolistas, lo ha superado en estructura, éxitos y en límite de coste salarial (140 frente a 93 millones de euros). Con un funcionamiento particular, el Valencia no tiene director deportivo —asume esa competencia su presidente— ni director de comunicación.
La deuda asciende a 458 millones de euros, según la última asamblea de accionistas donde el club aprobó la polémica reforma en el artículo 11 de los Estatutos, que eleva el número de acciones necesarias para que el socio pueda estar presente con voz y voto en las siguientes juntas. El requisito hasta 2020 era de nueve acciones, pero a partir de este año la cifra sube a 3.598 títulos. El golpe a los pequeños accionistas es evidente. Meriton quiso acallar las voces críticas en la junta con esta subida accionarial.
Lim posee los derechos federativos de ocho jugadores de la plantilla como garantía para cobrar las dos líneas de crédito que concedió al club; la primera por un importe de 100 millones de euros, del que todavía están pendientes 38, y la segunda por 16,5 millones. Los 38 millones de euros pendientes de pago de la primera línea de crédito vencían en varios plazos desde diciembre de 2020 hasta septiembre de 2021 (15 millones el 30 de junio de 2021 y el resto antes en septiembre) y los 16,5 millones de la segunda vencerán en septiembre de 2021. Es decir, el próximo 30 de junio el club tiene que pagarle al máximo accionista 15 millones. Y en las mismas fechas, 12,9 millones a Caixabanc, además de hacer frente a la obligación de ingresar 26,4 millones en venta de activos. El horizonte es desolador. Se prevé un verano, de nuevo, de contención del gasto, con todos los activos en venta para que se los lleve el mejor postor. Kang In Lee, la penúltima joya de la cantera, con el que no hay acuerdo para su renovación, abandonará el club por un precio irrisorio. Meriton pondrá en el mercado a Cillessen, Maxi Gómez, Gonçalo Guedes o Mouctar Diakhaby.
Tampoco existe interés en acabar el estadio de la avenida de Cortes Valencianas, que lleva 11 años parado. Meriton debe encontrar una solución antes del mes septiembre o corre el riesgo de que la Generalitat no prorrogue la ATE (Actuación Territorial Estratégica Valencia Dinamiza), circunstancia que provocaría la pérdida de un millón de euros en garantía y los 39.000 metros de suelo terciario, valorados en 15 millones de euros, para construir una zona comercial en las parcelas donde está situado el viejo Mestalla. En su presupuesto para esta temporada, Meriton ya contempló 16′3 millones, reduciendo el valor de las parcelas de 111 millones a 94′7, para subsanar ese problema.
Al mismo tiempo que discurría la manifestación en Valencia, paralelamente, la peña valencianista Lo Rat Penat de Barcelona organizó una concentración en la plaza de España de la capital catalana.
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