El Liverpool camina solo

Con la grada ‘The Kop’ vacía, el club ha sufrido la peor racha de su historia en casa: seis derrotas seguidas en la Premier

Vista general de Anfield.Laurence Griffiths

Cuando se trata del Liverpool no conviene ignorar su apabullante leyenda. Su estadio, Anfield, la mantiene viva y su grada por excelencia, The Kop, la magnifica hasta límites insospechados. El mítico mánager del club, Bill Shankly (1959-1974, 783 partidos) fue el primero en descubrir las virtudes mágicas de esa zona del estadio donde en cada partido entonces se daban cita más de 30.000 kopites. “Cuando el equipo ataca contra The Kop, ellos pueden chupar (absorber) la pelota para que entre en la red”, dijo....

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Cuando se trata del Liverpool no conviene ignorar su apabullante leyenda. Su estadio, Anfield, la mantiene viva y su grada por excelencia, The Kop, la magnifica hasta límites insospechados. El mítico mánager del club, Bill Shankly (1959-1974, 783 partidos) fue el primero en descubrir las virtudes mágicas de esa zona del estadio donde en cada partido entonces se daban cita más de 30.000 kopites. “Cuando el equipo ataca contra The Kop, ellos pueden chupar (absorber) la pelota para que entre en la red”, dijo.

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Años después, Kevin Keegan, otro de los estandartes históricos confesaba el gran temor de su vida. “Cuando jugaba lo único que temía en la vida, lo único, era fallar un gol cantado ante los chicos de The Kop”. Fabio Capello ha conocido la magnitud de la situación desde la perspectiva del rival que lo ha sufrido. “El ambiente de The Kop es como una descarga eléctrica para los jugadores del Liverpool”, ha contado.

Xabi Alonso ha sentido como propia la fuerza de ese fondo, ahora limitado a una capacidad de 13.000 aficionados. “Cuando defiendes en The Kop, The Kop sopla para que el gol no entre, y cuando juegas hacia The Kop, The Kop tira de ti para que ataques más. Es psicológico. Se nota. Vaya si se nota”, escribía en la revista Panenka hace año y medio. Los efectos paranormales que se le adjudican han tenido ejemplos bien recientes. En esa portería recibió el Barça hace dos temporadas los tres últimos tantos —dos de Wijnaldum y uno de Origi, el último— que le dejaron fuera de la Champions contra todo pronóstico.

Contra ese fondo atacaba el Liverpool en las semifinales de la Champions de 2005, cuando Luis García marcó un gol fantasma que llevó a su equipo a la final de Estambul, donde ganaría su quinta Copa de Europa después de remontar el 0-3 con el que el Milan iba por delante al llegar al descanso.

“Esa tribuna tira de ti para que ataques más. Se nota, vaya que sí”, dice Xabi Alonso

El delantero español siempre ha defendido que aquel balón cazado al vuelo entró. Gallas, defensa francés del Chelsea que lo sacó en el aire en última instancia, juró y perjuró a su entrenador, José Mourinho, que no había entrado por completo. El técnico, enrabietado, recurrió a los poderes otorgados a los habitantes de esa grada. “Fue un gol desde la luna o desde The Kop. El poder de Anfield interfirió con el resultado”.

El “chorreo”

También el Real Madrid conoce en primera persona los efectos de esa grada. Allí se redondeó con dos goles de Gerrard y Dossena la goleada del “chorreo” (4-0) que le dejó fuera de la Champions de la temporada 2008-09, en los octavos.

Nadie mejor que el Liverpool para confirmar la actual teoría, ratificada con datos, de que con los estadios sin público la ventaja de jugar en casa se reduce a la mitad y que las victorias locales han descendido ostensiblemente durante la pandemia. Con Anfield vacío y The Kop cubierta de banderas, el equipo ha vivido esta temporada la peor racha de toda su historia en casa: dos empates (West Bromwich Albion y Manchester United) y seis derrotas consecutivas (ante Burnley, Brighton, Manchester City, Everton, Chelsea y Fulham).

Antes de derribar el fondo original, los hinchas se negaron a irse durante horas

Hasta la derrota ante el Burnley (el 21 de enero) había encadenado una racha de 68 partidos de la Premier sin perder en su estadio, desde el 23 de abril de 2017. El sábado, al derrotar al Aston Villa (2-1) con un gol de Trent Alexander-Arnold en el último minuto, se acabó este raro calvario en casa.

En la Champions, en la fase de grupos, el Liverpool sumó dos victorias en Anfield. Ante el Midtjylland (2-0) y ante el Ajax (1-0), y una derrota, contra el Atalanta de Gasperini (0-2). El partido casero de octavos contra el RB Leipzig (2-0), lo disputó en el Puskas Stadion de Budapest por las restricciones derivadas de la pandemia.

Es curioso que el Liverpool FC, fundado en 1892, sea más moderno que su estadio, Anfield, construido en 1884 y que hasta su creación fuera la casa del Everton, venido al mundo en 1870. Tampoco la después fabulada Spion Kop fue la primera grada levantada en el recinto. De hecho, en su origen era solo un terraplén, una pequeña colina que cuando se inauguró en 1906 contaba con 100 escalones, 344 pies de largo (105 metros) y 50 de alto (15,2). En el verano de 1928 se reconstruyó con capacidad para 28.000 aficionados y se colocó sobre ella un techo macizo.

Así se mantuvo hasta 1994, cuando después de las tragedias de Heysel y, sobre todo, de la de Hillsborough, en la que fallecieron 96 aficionados reds, el Gobierno inglés ordenó por medio del informe Taylor la remodelación obligatoria de todos los estadios, y que todas las localidades fueran de asientos. Precisamente el día 15, un día después de la visita del Real Madrid para la vuelta de los cuartos de final de la Champions, se cumplen 31 años de la fatalidad sucedida en el estadio de Sheffield.

El estadio, que empezó siendo del Everton, es más antiguo que el club

El último partido del Liverpool en Anfield antes de que la gradona fuera derribada fue contra el Norwich el 30 de abril de 1994, y ese día los aficionados se negaron durante varias horas a abandonar The Kop.

Los kopites más veteranos y también los más puristas aseguran que desde entonces el ambiente interno en esa tribuna no ha vuelto a ser el mismo. Que aunque continúa siendo el alma del estadio, consideran que se ha perdido parte de la liturgia del pasado, donde además de llevar en volandas a sus jugadores, estaba terminantemente prohibido meterse con los aficionados y futbolistas del equipo contrario.

Otras muchas tradiciones, sin embargo, se mantienen vivas. Desde custodiar el himno, You’ll never walk alone, que ahora se canta antes, durante y después del partido, a crear canciones para cada jugador. Y por encima de todo, “nunca irse del estadio antes de acabar el partido. Los kopites no somos espectadores, sino participantes”. Ahora que están fuera quien más les echa de menos es su equipo. El Liverpool, por primera vez en su historia, camina solo. Sin Anfield y sin The Kop.

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