El Madrid vuela sobre el Barcelona

El Real, con Vinicius a la carrera, adelanta a los azulgrana y se acuesta líder tras imponerse a un adversario que estuvo cerca de la igualada en el último tramo tras un partido vibrante

El balón se estrella en el palo tras un saque de esquina sacado por Messi, al fondo.SERGIO PEREZ (Reuters)

No hace muchos meses, el Madrid y el Barça se veían en una Siberia futbolística. Pero el fútbol tiene atajos y el Real amanecerá este domingo como líder. En Valdebebas, en un partido tormentoso, voló sobre el Barça, que, pese a la derrota, tampoco queda en la cuneta. En el Di Stéfano, tras un duelo bravo, volcánico, vibrante y profundo, hubo un choque de estilos, un cruce de caminos del que salió ganador el Madrid.

De entrada, hizo bingo Zidane. No se le tiene por un sesudo de la pizarra, pero descorchó al Barça desde ...

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No hace muchos meses, el Madrid y el Barça se veían en una Siberia futbolística. Pero el fútbol tiene atajos y el Real amanecerá este domingo como líder. En Valdebebas, en un partido tormentoso, voló sobre el Barça, que, pese a la derrota, tampoco queda en la cuneta. En el Di Stéfano, tras un duelo bravo, volcánico, vibrante y profundo, hubo un choque de estilos, un cruce de caminos del que salió ganador el Madrid.

De entrada, hizo bingo Zidane. No se le tiene por un sesudo de la pizarra, pero descorchó al Barça desde su guion. Dispuso a un Madrid a la carrera, con Vinicius por bandera. Enfrente, Koeman expuso a un Barça más trenzado, pase a pase. Como resultado, de inicio, más lejos del área de Ter Stegen el Real estuvo más cerca del gol. Más cerca de Courtois, el equipo azulgrana fue más chato.

Sorprendió Zidane con Valverde al frente y Asensio en la grada. Una maniobra para auxiliar a Lucas frente a Alba y Pedri. Koeman adelantó a De Jong, prescindió de Griezmann y colgó a la zaga de dos debutantes en un clásico: Mingueza y Araujo. Ambos en tanga, sometidos a un cuerpo a cuerpo con velocistas como Vinicius. Todo un trance, máximo riesgo en arrestos de uno contra uno.

Amenazaba el Barça con la pelota como sustento cuando Courtois desvió con las yemas de los guantes un centro de Alba para Dembélé. Al aviso respondió el Real a toda mecha, como era el boceto previsto. Valverde metió el turbo, Alba no le echó el lazo y dejó la puerta abierta a Lucas. El centro del gallego permitió armar el taco a Benzema. Un espuelazo. Antes que el juego el Madrid ya había encontrado el gol. El Barça solo había encontrado el balón.

A los costados de Casemiro pivotaban Messi, Pedri y De Jong, pero el equipo local bloqueaba de maravilla el embudo. Militão y Nacho, dos reclutas de urgencia sin miramientos. Entre ambos se enclaustraba Dembélé, que sin horizontes no es Dembélé. El francés no llegó por un pelo a cabecear un centro de Messi. Encapotado el conjunto visitante, el Madrid tiró de arco. No era cuestión de los mimos de Kroos y Modric a la pelota. A cada birle, un vistazo a Vinicius, retador una y otra vez de Mingueza y Araujo. Una falta del uruguayo al brasileño derivó en el 2-0. Kroos ejecutó el lanzamiento y Dest se olvidó del barrio sésamo del fútbol. A la pelota no se le vuelve la cara. Con la jeremiada, al estadounidense le rebotó el balón en la espalda y Alba, que no es una pértiga, no tuvo techo para el despeje bajo el travesaño.

Decidido a penalizar a su adversario con Vinicius en órbita, aceleró el brasileño a la contra, con Mingueza a rebufo, y asistió a otro que llegaba con el turbo. Valverde estrelló la pelota en el poste derecho de Ter Stegen. Al rebote llegó otro madridista a toda pastilla. El meta alemán se interpuso ante Lucas. Donde hasta Messi padecía de lo lindo para dar con una ranura, Vinicius tenía el campo expedito. Poco después de que Lucas cayera lesionado tras un choque con Busquets, Messi, tan fagocitado, encontró una vía de escape. Desde el córner puso el balón en el larguero de Courtois.

Cambios de los técnicos

Rectificó Koeman tras el intermedio. Fuera Dest, adentro Griezmann. Otro esquema: 4-3-3, con Dembélé y Griezmann de ventiladores por los costados. El discurrir del clásico no se alteró. Messi gobernaba a los suyos con Alba de primer mosquetero. Al otro lado, Vinicius tocaba la corneta. Por rutas opuestas, pero ya ambos equipos estuvieron más cerca del gol. Fue el turno de Alba, a lo Alba, pero con un pasajero triunfal inesperado. No hubo hermandad con Messi, sino con Mingueza, que remató a la remanguillé. Del sofoco con las llamaradas de Vinicius a cantar un tanto en el clásico, noche de graduación para el canterano bajo la tormenta sobre el Di Stéfano, con los futbolistas de tiritona en tiritona. Tremendo.

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Con el 2-1, el duelo entró en combustión. Las llegadas eran constantes en las dos direcciones, por más que las jugadas no siempre concluían con focos para los porteros. Intervinieron los técnicos. Zidane, con un ojo en Anfield, retiró a dos jerarcas como Kroos y Benzema y al pujante Vinicius, que antes de irse casi provocó un gol al revés de Araujo, cuyo rechace fue al poste derecho de Ter Stegen. Bajo al aguacero la batalla se volvió infernal, con el Real con la mandíbula apretada. Con el Barça sin dar con la jugada terminal. La tuvo Braithwaite, pero Mendy cometió una temeridad. Un toque a un brazo del danés, que amplificó el desmayo. El árbitro nada revisó. El Barça no tuvo un rapto de Messi. Sí de Ilaix, que bajó la persiana a la noche con un disparo al travesaño, ya con Ter Stegen de ariete.

La Liga está que arde. Tres equipos en un punto.

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