España, sociedad limitada
A dos meses de la Eurocopa, Luis Enrique sigue sin un once definido y solo el entendimiento Alba-Pedri asoma como fiable. En esta citación hay jugadores de 18 equipos
Un equipo es una estructura viva de jugadores interconectados para defender y atacar, para relacionarse con la pelota o sin ella. En el juego ofensivo, la acumulación de partidos alumbra sociedades, parejas o tríos de futbolistas que constatan que tan importante es el pase como el desmarque. A dos meses de la Eurocopa, los partidos ante Grecia (1-1) y ...
Un equipo es una estructura viva de jugadores interconectados para defender y atacar, para relacionarse con la pelota o sin ella. En el juego ofensivo, la acumulación de partidos alumbra sociedades, parejas o tríos de futbolistas que constatan que tan importante es el pase como el desmarque. A dos meses de la Eurocopa, los partidos ante Grecia (1-1) y Georgia (1-2), clasificatorios para el Mundial 2022, han resaltado que la selección de Luis Enrique anda escasa de esas sociedades en las que el pasador sabe que el receptor ocupará el espacio preciso para recoger el balón y este que la pelota le llegará sin necesidad siquiera de haberla pedido. Esa clase de automatismos escasean.
El domingo, durante el primer tiempo, España apenas encontró ni colectiva ni individualmente cómo desarmar el sistema defensivo de Georgia. Fue la conexión Jordi Alba-Pedri, a la que se sumó Dani Olmo tras reemplazar a Bryan Gil, la que terminó por encontrar en el segundo tiempo los caminos del gol que le dieron a La Roja un triunfo tan agónico como vital en la carrera por estar en Qatar. El gol del empate de Ferran nació de un robo de Dani Olmo y una apertura de este a Jordi Alba. Y el zapatazo del jugador del Leipzig se originó con un pase filtrado del lateral azulgrana.
Más de una veintena de ataques por el flanco izquierdo se le contabilizaron a la selección en el segundo acto. Entre Alba y Pedri se dieron 36 pases, más del doble de lo que promedian en el Barcelona (16). Cuando al término del partido Luis Enrique fue preguntado por la actuación del canario, no pudo desligarla del tándem que forma con su compañero de club. “Con Jordi Alba se conoce muy bien. Es evidente que hay una comunicación clara y fluida”, apuntó el técnico.
Entre Jordi Alba y Dani Olmo hubo 21 pases y entre este último y Pedri, 13. Alba fue el socio más activo para ambos. Lideró la remontada por piernas y cabeza. Hay pocos laterales en el mundo que interpreten tan bien cómo atacar defensas cerradas rompiendo al espacio en el momento preciso. La actuación de Pedri fue otro espaldarazo a su molde de viejo futbolista metido en el cuerpo de un niño de 18 años. No lo tembló su buen pie para el pase pese a la irregularidad del campo y la responsabilidad que debió asumir bajo la presión de un resultado que alejaba sustancialmente las posibilidades de España de liderar el grupo al término de la fase de clasificación. Dani Olmo se integró a la sociedad de los dos azulgrana liberando espacios para Jordi Alba tanto por dentro como por fuera. Entre los tres formaron un triángulo académico para saber ocupar los espacios y combinar.
Jordi Alba, Pedri, y Dani Olmo no solo fueron decisivos para ganar el partido. También delataron que la España de Luis Enrique está necesitada de más sociedades que le ayuden a desenmarañar ese tipo de encuentros en los que los rivales se parapetan en la frontal del área.
Rompiendo moldes
Es en este punto donde surgen las dudas de si la ausencia de un once estable y las convocatorias tan dispares pueden perjudicar que se formen ese tipo de complicidades. Sobre todo porque la selección ya no está nucleada en torno a grupos de cinco o seis jugadores de un mismo club como sucedió en el ciclo 2008-2012, en el que España conquistó dos Eurocopas y el Mundial. Por entonces, los jugadores del Barcelona y del Real Madrid completaban la mitad o más de las listas de Luis Aragonés o Vicente del Bosque. Ahora no hay un club o dos que vertebren el estilo de la selección y aporten un racimo de futbolistas que se compenetren con los ojos cerrados. En esta última convocatoria de Luis Enrique hay jugadores de 18 equipos y cinco ligas diferentes. El Barcelona (Alba, Busquets y Pedri) y el Manchester City (Eric García, Rodrigo y Ferran Torres), con tres cada uno, son los clubes que más jugadores han aportado para esta ventana de tres encuentros.
El contexto no favorece la arriesgada apuesta de Luis Enrique de no dar prioridad al asentamiento un espinazo de ocho o nueve jugadores. Ni por esa falta de un club que sostenga con varios jugadores su idea de juego ni por los inconvenientes propios a los que se enfrenta un seleccionador por la falta de tiempo para trabajar. Tanto el técnico como el director deportivo, José Francisco Molina, están plenamente convencidos de que la fórmula de variar tanto las listas como los onces es ideal ante un calendario al que la pandemia ha redoblado la exigencia. El 6-0 contra Alemania les cargó de razón ante las críticas. Ambos sostuvieron que el no haber mantenido un once fijo en los partidos previos ante Ucrania y Suiza fue decisivo en el vendaval de fútbol y poderío físico que se desató contra los alemanes. Quizá no seamos una selección que se identifique con un once tipo. Esto para algunos puede ser un problema, pero para mí no lo es”, aseguró el seleccionador en diciembre en los medios de la federación.
El plan rompe con los moldes clásicos de lo que es una selección reconocible desde un once estable. A dos meses de la Eurocopa, España es la única de las grandes selecciones que no ha formado un espinazo claro. El desafío es inaudito. Si La Roja conquistara el título o se acercara a las rondas finales, Luis Enrique habrá creado con éxito una innovadora forma de dirigir una selección.
58 jugadores utilizados y 22 debutantes
El contexto de exportación de talento que vive el fútbol español y las rotaciones de Luis Enrique arrojan situaciones insospechadas en otros tiempos no muy lejanos. Ante Grecia no hubo un jugador del Barcelona en el once inicial y contra Georgia no hubo futbolistas titulares del Real Madrid. En estos encuentros hubo cuatro capitanes, Sergio Ramos, Koke, Busquets y Jordi Alba. Los partidos de la selección no dejan de alumbrar curiosidades como que los tres goleadores que ha tenido España en estos dos partidos sean de ligas distintas. Morata (Juventus), que marcó ante Grecia, juega en Italia; Ferran Torres (Manchester City), que hizo el 1-1 ante Georgia, disputa la Premier League inglesa; y Dani Olmo (Leipzig) juega en la Bundesliga. De los delanteros convocados para esta ventana de partidos, Gerard Moreno (Villarreal), Oyarzabal (Real Sociedad) y Bryan Gil (Eibar) militan en clubes de LaLiga.
Gerard Moreno, que llegó a la concentración con una leve elongación en los isquiotibiales de la pierna derecha, ha sido el único que no ha disputado un minuto. Esto ha provocado que se cuestione si Luis Enrique debió llamar a otro delantero al no haber querido arriesgar con el máximo goleador español (18 tantos) en los encuentros ante griegos y georgianos. Este miércoles, si su recuperación es total, podría entrar en el once ante Kosovo o ser utilizado a lo largo del encuentro. Por su capacidad goleadora y para asociarse, Gerard Moreno puede ser una solución para los problemas que ha encontrado España ante defensas cerradas.
Los números también son sorprendentes en los 20 partidos que Luis Enrique ha dirigido a la selección. Ha utilizado 58 jugadores, de los cuales 22 han sido debutantes. Luis Aragonés hizo debutar a 32 jugadores en 54 encuentros y Vicente del Bosque a 70 en 91 partidos. El último jugador que ha debutado bajo la dirección de Luis Enrique ha sido el lateral derecho Pedro Porro (Sporting de Portugal) en una posición por la que han pasado antes Carvajal, Navas, Sergi Roberto, Marcos Llorente, Azpilicueta y Bellerín.
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