Nadal, sacar o caer
El número dos, increpado por una aficionada, dice estar cerca de una “situación límite” por la espalda y ha bajado un 4% la punta de velocidad de su servicio respecto a la edición anterior. Se medirá a Norrie
Hasta ese momento, el rostro de Rafael Nadal era profundamente pétreo. Solo él sabe cómo está verdaderamente esa espalda y, después de casi tres semanas arrastrando problemas, no termina de tenerlas todas consigo. La expresividad del campeón de 20 grandes era mínima. Ni un solo gesto significativo. Hasta que, de repente, en la Rod Laver Arena de Melbourne, una aficionada comenzó a vociferar desde la grada, ...
Hasta ese momento, el rostro de Rafael Nadal era profundamente pétreo. Solo él sabe cómo está verdaderamente esa espalda y, después de casi tres semanas arrastrando problemas, no termina de tenerlas todas consigo. La expresividad del campeón de 20 grandes era mínima. Ni un solo gesto significativo. Hasta que, de repente, en la Rod Laver Arena de Melbourne, una aficionada comenzó a vociferar desde la grada, molesta al parecer con el tiempo que se tomaba el español para sacar. Con un set en el bolsillo y 5-4 en el segundo, 15-0 a su favor frente al estadounidense Michael Mmoh, Nadal (6-1, 6-4 y 6-2) detuvo la maniobra y miró directamente a la espectadora, que ni corta ni perezosa le devolvió un par de muecas, le soltó unos cuantos improperios y finalmente le enseñó varias veces el dedo corazón para dedicarle una peineta.
Nadal pasó del cabreo a la incredulidad, y de ahí a la risa. Por fin, se relajó, y de alguna manera, el incidente le liberó durante un rato del pensamiento que estos días le lleva por la calle de la amargura. “Era para mí, ¡para mí! No para el árbitro…”, comentaba a un allegado antes de departir con los periodistas. “No sé qué me decía. Solo veía que me gritaba y me levantaba el dedo… Pero no me preocupa. Soy un profesional y estoy aquí para aceptar las cosas que van ocurriendo en la pista”, expresó a continuación, quitándole hierro al asunto.
“La han echado porque se lo ha ganado a pulso. Me ha desconcentrado entre servicios, y también ha perjudicado a mi rival, porque he vuelto a sacar con un primero y le he hecho un ace”, añadió. “Demasiada ginebra o tequila, tal vez”, había atribuido previamente, a pie de pista.
Pese a jugar lastrado por la musculatura de sus espalda, Nadal despachó a Mmoh con suficiencia, en 1h 44m. De momento, dice, le ha valido para progresar ante dos rivales de perfil medio (Laslo Djere), más bien bajo en el caso del norteamericano. Sin embargo, el mallorquín advierte de que el contratiempo no se arregla y de que en el caso de que no remita el dolor, no podrá competir por el cetro de este año en Melbourne. “Estoy sacando con un gesto mucho menos agresivo, mi velocidad media es inferior a la habitual. Estoy sacando cortado y de momento me está funcionando”, continuó; “al hacer un gesto relajado he podido ir tirando pero, con todos los respetos por mi rival, el partido tampoco me ha exigido más. Pero sé que no me es suficiente para mi objetivo aquí. De momento se va tirando, pero la evolución no es lo satisfactoria que me gustaría”.
La advertencia sonó bastante más preocupante cuando el balear, de 34 años, dijo claramente que el pulso de este sábado con el británico Cameron Norrie (69º) por los octavos supondrá una prueba definitiva, después de haber probado con los médicos y su fisio diferentes alternativas para paliar la tensión de la espalda: “Si no conseguimos una mejora, estaremos ya en una situación más límite”.
Al trantrán, Nadal ha podido avanzar sin encontrar apenas oposición. Pero conforme descuenta rondas el margen de maniobra es menor. Las molestias le impiden servir al nivel deseado después de haber puesto especial énfasis en este apartado durante los cuatro últimos años, y los números tan tramposos a veces como vitales en esto del tenis, se han resentido de manera sensible. En comparación con los dos primeros compromisos del año pasado, el pico de velocidad del español con el saque ha disminuido un 3,8%. Frente a Djere y Mmoh, alcanzó un máximo de 195 y 194km/h respectivamente, cuando en la edición de 2020 resolvió ante Hugo Dellien y Federico Delbonis (los dos primeros contrincantes) con unos registros de 206 y 198km/h.
También ha descendido la media de velocidad con los primeros, un 4,9%. De los 186km/h de media ha pasado a 177, y el bajón se refleja todavía mejor en los segundos servicios; si el curso pasado obtuvo en las dos primeras paradas del torneo una media de 159km/h, esta vez es de 149. Es decir, Nadal está ahora mismo entre la espada y la pared. En un torneo que en el presente premia más que nunca la velocidad y a los sacadores, debido al retoque de la pista que decidió la organización con el objetivo de acelerar el juego y convertir al evento en el más rápido del mundo, la pérdida de un activo tan esencial puede resultar definitiva.
Mejor que nadie lo sabe el propio Nadal, consciente de que sus opciones pasan única y exclusivamente por una reconstitución muscular que está haciéndose esperar mucho más de lo deseado. “No pretendo estar perfecto, pero necesito mejores sensaciones”, dice. De su espalda depende.