Ding tumba (2,5-1,5) a Nakamura en la primera manga

Giri se adelanta a Grischuk (3,5-3,5) tras siete empates por jugar con negras la ‘muerte súbita’

Liren Ding, durante la Copa Sinquefield 2019 en el Club de Ajedrez de San Luis (Misuri, EEUU)Saint Louis Chess Club/Cristal Fuller

Quienes desean que Liren Ding vuelva a perfilarse como la principal amenaza para destronar a Magnus Carlsen, como parecía hace un año, tienen desde hoy motivos para el optimismo. El chino, 3º del mundo, ha dado indicios de superar su mala racha: 2,5-1,5 sobre el estadounidense Hikaru Nakamura en la 1ª manga de cuartos de final del torneo rápido Chessable Masters (Chess24.com). El neerlandés Anish Giri superó al ruso Alexánder Grischuk a su peculiar manera: siete tablas. La 2ª manga de los otros dos duelos (Carlsen-Caruana y Niepómniachi-Artémiev) se disputa este sábado.

La primera parti...

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Quienes desean que Liren Ding vuelva a perfilarse como la principal amenaza para destronar a Magnus Carlsen, como parecía hace un año, tienen desde hoy motivos para el optimismo. El chino, 3º del mundo, ha dado indicios de superar su mala racha: 2,5-1,5 sobre el estadounidense Hikaru Nakamura en la 1ª manga de cuartos de final del torneo rápido Chessable Masters (Chess24.com). El neerlandés Anish Giri superó al ruso Alexánder Grischuk a su peculiar manera: siete tablas. La 2ª manga de los otros dos duelos (Carlsen-Caruana y Niepómniachi-Artémiev) se disputa este sábado.

La primera partida Ding-Nakamura mostró lo peor y lo mejor del chino, 3º del mundo en partidas lentas y rápidas. Lo peor: sigue en baja forma, y por eso no afinó tras manejar la apertura con un impecable y muy instructivo estilo hipermoderno. Lo mejor: cuando Nakamura no perdonó y consiguió una posición muy ventajosa, totalmente ganada a primera vista, Ding se las arregló para forzar un final de alfiles de distinto color donde dio otra lección de técnica refinada para salvar medio punto.

El disgusto de Nakamura creció mucho más en la partida siguiente. Ding logró con negras una ventaja posicional a muy largo plazo, y mareó a su rival con esa técnica exquisita -casi tanto como la de Carlsen- hasta que el estadounidense erró, y el asiático se impuso en la octogésima jugada.

Teniendo en cuenta que para el chino ya era medianoche, ¿sería capaz de mantener esa ventaja en los dos últimos asaltos? Nakamura fue a por él en el tercero con negras, planteando la arriesgada Defensa Holandesa. Y la estrategia no le salió bien porque, quizá ansioso al no conseguir el tipo de posición que deseaba, el americano rompió el flanco de rey cuando ello solo podía perjudicarle. Una nueva derrota hubiera terminado con la primera manga sin necesidad de jugar la cuarta partida.

Y Ding tuvo esa victoria en sus manos, pero se le escapó, debido a un cálculo impreciso cuando le quedaba menos de un minuto en el reloj; no es aventurado decir que, en plena forma, el chino hubiera rematado esa partida y la primera manga de este duelo.

Pero esa imprecisión le obligó a disputar el cuarto asalto a la una de la madrugada en Pekín. Nakamura, con blancas, se lanzó de nuevo, pero Ding logró mantener su cerebro bien despierto y, a pesar de que su rival logró el tipo de posición, muy complicada, que le interesaba, el asiático no tuvo muchos problemas para lograr el empate ganador.

Anish Giri, durante la Copa Sinquefield 2019, en San Luis (Misuri, EEUU)Saint Louis Chess Club/Justin Keller

Grischuk y Giri juegan desde casa, lo que significa -según han admitido ambos- que pasan de estar atendiendo a sus hijos a concentrarse en las partidas. Otros, como Carlsen, aunque no tiene hijos, dan importancia a ese problema, en el sentido de que necesitan sentir que están jugando un torneo, y se van a un hotel (el campeón del mundo participa desde la costa de Dinamarca) o a otro sitio que les ayude psicológicamente.

Cabe preguntarse si ello influyó en los errores de ambos en el segundo asalto, después de firmar un empate insulso en el primero. Grischuk se equivocó en la jugada 28, permitiendo que Giri aplicase su refinada técnica para lograr un final ganador de alfil frente a caballo con peón de ventaja. Pero el neerlandés, cuya aversión al riesgo roza lo patológico, logró fallar donde el riesgo era casi cero, y tuvo que conformarse con un segundo empate, al que siguió un tercero sin mucha historia.

El cuarto sí fue interesante, porque Grischuk sacrificó un peón a cambio de quedarse con el par de alfiles en una posición abierta. Y no sufrió para firmar el cuarto empate, que llevó el duelo a la supuesta emoción de dos partidas relámpago. Ambas fueron tablas, reforzando el acierto de quien puso a Anish Giri el apelativo de Drawish Giri (en inglés, draw significa tablas).

Como el neerlandés fue el primero de su grupo en la fase anterior, tenía derecho a elegir el color para la muerte súbita o sistema Armagedón (una sola partida, con cinco minutos para las blancas, obligadas a ganar, y cuatro para las negras). No hace falta decir qué color prefirió Giri. Y tampoco el tipo de juego que planteó, hasta lograr el añorado séptimo empate, para alegría de su familia, y de pocos más. Eso sí, fue noble en sus manifestaciones posteriores: “No acepto felicitaciones cuando empato, solo cuando gano”.

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