El Madrid también se rebela ante el Atlético
El equipo de Zidane cierra una semana crucial con una victoria meritoria frente a un rival que no fue el líder fluido de este curso
El Real Madrid no está para verbenas. Lo suyo es la faena mayor: el Barça, el Inter, el Sevilla, el Borussia... E incluso el Atlético más lanzado. En Valdebebas le destiñó por completo. Ni pistas de un líder que podía dejar a su vecino a nueve puntos con un partido menos. El Madrid, en plan gremial, concentrado y con una extraordinaria plenitud física, le anudó, le sacudió por dos veces y le mandó al garete. Nunca emergió el Atlético líder. Tampoco el Real holgazán y poco aplicado de esas j...
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El Real Madrid no está para verbenas. Lo suyo es la faena mayor: el Barça, el Inter, el Sevilla, el Borussia... E incluso el Atlético más lanzado. En Valdebebas le destiñó por completo. Ni pistas de un líder que podía dejar a su vecino a nueve puntos con un partido menos. El Madrid, en plan gremial, concentrado y con una extraordinaria plenitud física, le anudó, le sacudió por dos veces y le mandó al garete. Nunca emergió el Atlético líder. Tampoco el Real holgazán y poco aplicado de esas jornadas que no subraya.
Por el Alfredo di Stéfano apareció un fantasma. Y no blanco. El Atlético, negado por un Madrid con más tonelaje, con los telescópicos Kroos y Benzema, fue un líder achatado. Ni por asomo fue ese Atlético de mudanza, ese equipo que este curso ha cambiado de equipaje, hoy más recreativo y pomposo que ulceroso para sus adversarios. El Real le quitó la pelota, que a pies colchoneros siempre pareció un artefacto.
Con las líneas apiñadas, el grupo de Zidane atornilló al de Simeone, incapaz de dar dos pases, incapaz de arrestar a Kroos, a Modric, a Benzema. Vertebrado por el alemán, el Atlético, llagado, se veía obligado a girar como una peonza. Ante el 5-3-2 visitante, Kroos y Modric se abrieron hasta la cal para sacar de plano a Llorente y Koke, obligados a remar en una zona que no habían concebido. Mendy hizo pareja con Vinicius, lo mismo que el reaparecido Carvajal con Lucas Vázquez, esta vez extremo, no lateral. El Madrid tenía superioridades en todos los sectores. Bloqueado el líder, Benzema, tras un asalto ganado por Carvajal, lanzó un zurdazo al que llegó por centímetros Oblak, que desvió la pelota al poste izquierdo.
Tan desnaturalizado estaba el Atlético que no solo no daba aviso alguno en el área de Courtois, divisa en la que tanto ha crecido esta temporada, sino que tampoco era centinela en la suya. Un equipo que solo había concedido dos goles en 10 partidos ligueros se rajó al primer saque de esquina. El golpeo de Kroos lo cazó al vuelo Casemiro, con Herrera desorientado. Por primera vez en el campeonato, los rojiblancos a remolque.
No se rebajó el Madrid, con un tono físico exultante. En su semana jubilosa, ni migas de ese Real a veces mohíno en faenas de menor cartel. Lo advirtió Simeone, que a la media hora ordenó un trastoque. Otra pizarra: 4-4-2. Un intento por equilibrar las fuerzas en el medio campo y enredar al cesarista Kroos y al eterno Modric. No hubo remedio. El Atlético no daba con nadie. Herrera era un embrollo, no trascendía Koke, ni pisadas de João Félix, ni una remota sombra de Luis Suárez. Tan raquítico estaban los de Simeone que un córner enroscado por Carrasco fue la única alerta para Courtois hasta el descanso.
Alterado el sistema, en la tregua el técnico argentino también canjeó jugadores. Tres de una tacada. Lodi, Lemar y Correa por Carrasco, Felipe y Herrera. Se fueron estos tres como bien podía haberse ido cualquier otro.
Lemar pareció agitar algo al Atlético y a punto estuvo de sellar el empate tras un servicio de Marcos Llorente. Pero un par de errores de Lodi volvieron a desconectar a los visitantes. Gregario como casi nunca, el Real se afanaba en cada disputa. Se trata de un equipo con tantas batallas a cuestas que en ocasiones da la impresión de ser un conjunto de suela desgastada. De repente tiene trances como los de estas tres últimas citas y resulta un equipo con el depósito de un juvenil. En este derbi nunca bajó el volumen, ni siquiera los treintañeros después de dos palizas, en Nervión y ante el Gladbach. Hay jornadas, como es el caso, en que todos son tan kilométricos como Lucas Vázquez.
Un zapatazo de Carvajal reventó el poste izquierdo de Oblak y la pelota rebotó en la espalda del gran portero esloveno. Elocuente: en una hora de partido el Atlético ya había recibido tantos goles como en todo lo que iba de Liga. Simeone giró y giró al equipo. Llorente, muchos futbolistas en un solo futbolista, jugó hasta en tres posiciones diferentes. Tan borroso estaba el equipo que el argentino no dudó en liquidar a João Félix y Luis Suárez. Nada. Agua, salvo por un paradón de Courtois tras un cabezazo a bocajarro de Saúl. No era la noche colchonera. Por Valdebebas nadie sacó pecho. Lo hizo el Madrid, liberado de angustias tras una semana de aúpa.