Alarma en el Barcelona por Piqué
Las primeras exploraciones indican que tiene un esguince en la rodilla derecha y este domingo le realizarán más pruebas para saber el alcance de la lesión
Se mordía el labio inferior por el dolor y negaba con incredulidad al tiempo que las lágrimas se le asomaban por las cuencas de los ojos. Gerard Piqué, central de 33 años que a los 20 ya lo había ganado todo menos la Copa Confederaciones —y así se quedará—, entendió que por primera vez en su carrera se había lesionado de gravedad. O eso le parecía porque su rodilla había hecho crac. Aunque puede que no sea tan dramático, toda vez que la primera exploración que le hicieron los médicos del Barcelona hablaba de un esguin...
Se mordía el labio inferior por el dolor y negaba con incredulidad al tiempo que las lágrimas se le asomaban por las cuencas de los ojos. Gerard Piqué, central de 33 años que a los 20 ya lo había ganado todo menos la Copa Confederaciones —y así se quedará—, entendió que por primera vez en su carrera se había lesionado de gravedad. O eso le parecía porque su rodilla había hecho crac. Aunque puede que no sea tan dramático, toda vez que la primera exploración que le hicieron los médicos del Barcelona hablaba de un esguince de la rodilla, por lo que podría regresar antes de dos meses.
Fue en una acción fortuita, de esas que no se entienden por más que le busques una explicación. Alba desequilibró a Correa al sisarle el esférico y, en su caída, el delantero del Atlético se venció sobre la rodilla derecha del central, que rápido levantó la mano pidiendo la asistencia médica. Se levantó, apenas pudo apoyar el pie y asumió que no quedaba otra que el cambio. Toda una bofetada para Piqué y para el Barça, escaso de centrales como anda. “No sé lo que tiene… Hay que esperar a ver qué pasa. He visto que se ha hecho mucho daño, pero no he podido hablar con el médico ni con él”, resolvió Koeman. “Esperemos que sea lo menos posible”, se sumó Pedri al acabar el encuentro, único en hablar porque tres capitanes de cuatro están lesionados y Messi se prodiga poco, también porque Lenglet no quiso hablar y le tocó al joven volver del vestuario al césped para atender las cámaras.
Con Umtiti en la rebotica por tiempo indefinido —aunque desde el Barça señalan que tras dos años sin apenas jugar se ha puesto en manos de los médicos del club y no de sus galenos personales—, el equipo anda cojo de centrales. Una deficiencia que Koeman pidió subsanar en verano. “Vamos un poco cortitos en esa posición”, convino. Pero el área deportiva no pudo fichar a Eric García (Manchester City), negado a falta de un cuarto de hora para el cierre del mercado por dos millones de euros. Así, sin Umtiti ni Piqué, solo queda Lenglet como central del primer equipo, por más que Araujo viva y compita en el Camp Nou y no en la ciudad deportiva. Un central tan expeditivo como rápido, aunque menos habilidoso para jugar desde la raíz. Condición que exige Koeman, que por eso recoloca a De Jong en el eje de la zaga. “Araujo no creo que llegue para la próxima semana”, lamentó Koeman, que ni siquiera mencionó a Umtiti.
La única ocasión en la que Piqué se lesionó con cierta gravedad fue en abril de 2014, precisamente ante el Atlético. Fue en los cuartos de la Champions, cuando Diego Costa se cayó también sobre su cuerpo, en ese momento para desplazarle la cadera de sitio. Una lesión que le llevó a maltraer porque trató de jugar los siguientes partidos para maquillar un curso horrible —entonces con Martino en el banquillo— y de la que no se recuperó hasta varios meses después. Ahora, sin embargo, no le quedará otra que coger las muletas y mirárselo desde la barrera como parece que también le tocará a Sergi Roberto, lesionado contra el Atlético en el recto femoral. Así, a la espera de la oficialidad de la lesión de Piqué, a De Jong le quedan unos cuantos partidos por delante de Ter Stegen.
“Un equipo grande nunca puede encajar así”
Precisamente, tampoco fue un buen partido para Marc-André Ter Stegen, que en el entreacto enfiló hacia el túnel de vestuarios el último, con la mirada al frente, la cabeza alta y la mandíbula apretada, la viva expresión de la soledad del portero tras la pifia que costó el tanto del Atlético y la derrota del Barcelona.
La jugada fue bien extraña, tan infantil para el Barcelona como sencilla para el Atlético. Un despeje de la zaga rojiblanca acabó en Piqué, que erró el control y Correa lo reconvirtió en un pase hacia Carrasco, que ya corría hacía la portería contraria. Tarde lo vio Ter Stegen, que jugaba adelantado y se equivocó al medir los tiempos, al intentar sisarle el esférico. Quiebro con caño incluido, mirada al frente y pase a la red del belga para completar la bofetada a Ter Stegen, consciente de que no hay un error que penalice más en el fútbol que el del portero. “Nos marcan antes del descanso y es un minuto malo para el equipo mentalmente. Ha sido determinante en el partido”, señaló Pedri. “Es preocupante la manera en la que hemos encajado el gol. Un equipo grande nunca se puede encajar en el minuto 46, con el balón en los pies y tras una pérdida”, esgrimió Koeman, molesto con el andar del equipo en La Liga, perdido en mitad de la tabla. “No estoy preocupado por el campeonato. Aunque sabemos que necesitamos una serie de partidos ganados”, defendió el preparador azulgrana.
Anoche falló Ter Stegen pero el Barça perdió a su central. Desde el Camp Nou esperan que el querido y fallecido Tito Vilanova se equivocara en esa sentencia que todavía se escucha por los pasillos de la ciudad deportiva: “Sin Piqué se cae el invento”.