Osasuna y los 100 años de resistencia ‘rojilla’

El club navarro festeja hoy ante el Athletic su centenario con el ideario intacto, asentado históricamente en el arraigo de sus canteranos, la fuerza del Sadar y la producción inagotable de la escuela de Tajonar

Los jugadores de Osasuna celebran un gol en El Sadar durante un partido de esta temporada.SOPA Images (Fernando Pidal / SOPA Images/Sip / Cordon Press)

Hoy es día grande en Pamplona porque Osasuna, su Osasuna, se hace verdaderamente mayor y cumple la friolera de 100 años. Los celebrará el club navarro en un bonito cruce con el Athletic (18.30, Movistar) y en medio de un ambiente tan extraño como nostálgico, puesto que la nueva realidad obliga al festejo de puertas adentro y todo centenario invita a rebobinar. La memoria, pues, retrocede hacia atrás y llega hasta el origen, cuando un grupo de jóvenes filovasquistas y futboleros se reunieron en el céntrico Café Kutz y fusio...

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Hoy es día grande en Pamplona porque Osasuna, su Osasuna, se hace verdaderamente mayor y cumple la friolera de 100 años. Los celebrará el club navarro en un bonito cruce con el Athletic (18.30, Movistar) y en medio de un ambiente tan extraño como nostálgico, puesto que la nueva realidad obliga al festejo de puertas adentro y todo centenario invita a rebobinar. La memoria, pues, retrocede hacia atrás y llega hasta el origen, cuando un grupo de jóvenes filovasquistas y futboleros se reunieron en el céntrico Café Kutz y fusionaron los embrionarios proyectos de la Sportiva y el New Club. Hablaban de salud, de vigor, de fuerza. Y de ahí que, según consta en el manuscrito recogido por el Archivo de Navarra, el 24 de octubre de 1920 Osasuna (término en euskera) viese definitivamente la luz para emprender un orgulloso recorrido vital basado en la pertenencia y la resistencia.

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“El barco ha ido moviéndose de un lado a otro, pero al final aquí estamos, contra viento y marea”, sintetiza Enrique Martín Monreal, personaje trascendental en el trazado histórico de un club que se estrenó en la Primera División en la temporada 1934-1935, antes de sufrir la represión franquista en los años venideros en forma de fusilamientos, cárcel y el exilio de jugadores y directivos. Así lo relata el libro Rojos, de Mikel Huarte, y lo refrenda Esther Aldave en Ramon Bengaray: Osasuna y República, dedicado al dirigente socialista que figuraba entre la nómina de creadores de la entidad. Aprendió a sufrir el osasunismo rápido y así hasta la bonanza actual, expresada en el presente feliz que sitúa a Osasuna en la élite del fútbol español, habiendo disfrutado de 39 campañas en la Primera División.

“Los fundadores y todos los que han participado en el club estarían orgullosos de cómo estamos”, afirma el capitán actual, Oier Sanjurjo, el último eslabón de una cadena identitaria que se sostiene en el componente local. “Aquí todo el mundo se siente parte de, desde el utilero al aficionado. Da igual que uno sea de extrema izquierda o derecha, de centro, porque en El Sadar todos se van a abrazar. Cuando entrenaba al equipo solía pasar gente y dejaba frases escritas, y me quedé con una que decía: 'muchos te vieron nacer, pero nadie te verá morir”, apunta Martín Monreal, el milagrero que salvó dos veces (1997 y 2015) al equipo de las garras de la Segunda B, desde el banquillo, e incisivo extremo antes en la guerrillera formación de los ochenta.

Formación de Osasuna durante un partido de 1933. / EFE

“Íbamos justos de dinero, pero nos hicimos fuertes”, recuerda por teléfono Adolfo Pérez Marañón —tío de Rafael, histórico del Madrid y el Espanyol—, pulmón en la sala de máquinas de los cincuenta. “Por entonces, y creo que es algo que ha persistido hasta el día de hoy, el grupo estaba por encima de las individualidades. Ese era y es el espíritu del club, el ir todos a una. Aquí somos uno. Se corre siempre pensando en el club, no en uno mismo”, agrega con lucidez a sus 85 años, a la vez que menciona el encanto de las tribunas de madera del campo de San Juan, antesala al Sadar, y el incordio que ya suponía entonces Osasuna para los grandes: “Al Sevilla le metimos un 5-2, al Atlético un 3-1, al Barcelona de Kubala le empatamos a dos y al Madrid de Di Stéfano le ganamos 1-0. Todo a base de trabajo, trabajo y más trabajo”.

Da igual que seas de extrema izquierda o derecha, en El Sadar todos se van a abrazar
MARTÍN MONREAL, EXJUGADOR Y TÉCNICO

“Esa es una de las señas de identidad del club”, acompaña Pedro Mari Zabalza, una verdadera institución en Osasuna. Empezó jugando con el equipo en Segunda y tras desfilar por el Barça (del 1967 a 1973) y el Athletic (del 73 al 76), regresó a Pamplona. Había fallecido el preparador Luis Ciáurriz, e Iribar y él acudieron al partido de homenaje. “Durante la cena”, precisa, “el presidente me dijo que tenía que echar una mano al club, que estaba en Tercera, así que me comprometí. Entre dos o tres lo hacíamos prácticamente todo. Empecé con los juveniles, pero también me tocaba hacer de secretario técnico y otras labores”, dice mientras evoca a Fermín Ezcurra, el histórico mandatario (de 1971 a 1994) que contaba hasta la última peseta y edificó la estructura de Tajonar.

Insumisos encadenados a la portería del fondo sur del Sadar, en 1996. / LUIS AZANZA

De ahí, de la base, han ido saliendo los jugadores que han vertebrado al club desde hace 38 años. “Ese fue el verdadero salto y lo que nos ha dado el sello”, añade Zabalza. “Se ha evolucionado, lógicamente, pero la esencia de trabajo es la misma. Se trata de mantener la esencia y, en ese sentido, el núcleo duro del vestuario tiene que ser siempre de aquí; el que venga de fuera tiene que ponerse a mamar el espíritu y agarrarse al hilo conductor que hay desde el principio”, esgrime Martín Monreal. “Incluso se debería invertir más, si hay margen”, apostilla Jan Urban, el extranjero que más goles (58) ha marcado de rojo. Recita el polaco a los Iriguíbel, Rípodas, Goikoetxea, Ziganda o Bustingorri, y se enorgullece de Puñal, Monreal, Raúl García, Azpilicueta o Mikel Merino.

Ahora los clubes son marcas globales, pero Osasuna tiene su identidad en lo local
ERNESTO PÉREZ ESAIN, SOCIÓLOGO

Él protagonizó la goleada más impactante en la historia del club, con un triplete en el 0-4 de 1990 en el Bernabéu. “Funcionábamos como una familia”, matiza. “Quedamos cuartos y luego en la UEFA no lo hicimos nada mal, porque nos eliminó el Ajax, que al final fue el campeón”, sigue. “Nuestro estadio es muy inglés, y aquí la gente va a muerte con su equipo. A lo mejor no tenemos las posibilidades económicas del Athletic o la Real, pero casi siempre hemos estado ahí y también solemos molestarles a los grandes”, prorroga el 7, refiriéndose a esa condición batalladora que singulariza a Osasuna, uno de los cuatro equipos españoles que no es una Sociedad Anónima Deportiva junto a Madrid, Barcelona y Athletic.

“¿Si funcionaríamos de esa manera? Quién sabe, tal vez se podría coger un buen rumbo, pero seríamos un club más”, señala Martín Monreal. “En el fútbol moderno los clubes son marcas globales. El Real Madrid, por ejemplo, es como la Coca Cola... Osasuna está dentro de esa derivada global, pero su ámbito es local, con otra dimensión. Es lo que apuntaba Zygmut Bauman: la búsqueda de identidad en lo local. Por eso es tan importante que sus jugadores se identifiquen como lo hacen con la entidad”, introduce Ernesto Pérez Esain desde el departamento de Sociología de la Universidad Pública de Navarra; “el aficionado se siente identificado con los jugadores de la tierra, porque al fin y al cabo son los que representan los valores de aquí. ¿Chimy Ávila? Es una gozada que esté aquí y genera mucho entusiasmo, pero el estilete identitario son los Oier, Roberto Torres, Íñigo Pérez o Aimar Oroz…”.

Martín González, Urban y Bustingorri celebran un gol al Madrid en 1991. / MIGUEL GENER

En la franja modesta, Osasuna no puede presumir de grandes logros. Disputó la UEFA en 1985 y 1991, y alcanzó las semifinales de 2007; aún le escuece la derrota en la final de Copa de 2005, frente al Betis, así como la eliminación en la previa de la Champions contra el Hamburgo, un curso después. Nadie ha jugado más veces de rojillo que Patxi Puñal (513 encuentros) ni ha marcado más goles que Julián Vergara (185 contabilizados, entre los años treinta y los cincuenta). Pero, por encima de todo, cuenta con el gran activo de su masa social. “Todo va más allá del presidente de turno, del entrenador de turno o los jugadores de turno”, tercia Martín. “El navarro está identificado con el club y lo lleva dentro, y ese es el gran mérito de este club”, resuelve Zabalza.

No se puede ir al estadio, pero se ha batido el récord de socios... ¡Eso es Osasuna!
ADOLFO MARAÑÓN, EXJUGADOR

Mientras tanto, la semana pasada Osasuna tuvo que interrumpir la campaña de captación de socios porque el número de peticiones le desbordó. Hoy, fecha en la que El Sadar luce remodelado y ha ampliado el aforo a 23.576 espectadores, la cifra se eleva a 20.465. Después de un periodo turbulento derivado de la oscura presidencia de Patxi Izco —juzgado junto a otros directivos por el amaño de partidos—, la entidad ha recuperado la estabilidad deportiva y la brújula financiera gracias a la gestión de Luis Sabalza y su junta, que lamenta las circunstancias actuales. Por estas, el duelo contra el Athletic transcurrirá en silencio, sin público. “Aunque empujaremos desde casa”, advierte Urban. “Este año, que no se puede ir al estadio, se ha batido el récord de socios... ¡Eso es Osasuna, exactamente eso!”, se congratula Marañón.

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