Nadal, viento en popa a cuartos
El mallorquín resuelve con holgura ante un Korda verde (6-1, 6-1 y 6-2, en 1h 55m) e irrumpe en cuartos de París sin oposición y en progresión, sin haber cedido ningún set. Sinner será el rival del martes
El chiquillo y la chiquilla aguantan estoicamente, rodilla en tierra, las ráfagas de viento que vienen y van en la central. Padecen los dos recogepelotas que custodian los extremos de la red porque están más expuestos y las briznas de tierra batida que se desperdigan por toda la Chatrier se cuelan en ojos, oídos y fosas nasales. Por todos lados. No cae agua y se asoma el sol suave, pero hace frío y no es un buen día para darse un paseo a orillas del Sena. Aún así, Rafael Nadal continúa con su rutina y se deshace sin agobio alguno d...
El chiquillo y la chiquilla aguantan estoicamente, rodilla en tierra, las ráfagas de viento que vienen y van en la central. Padecen los dos recogepelotas que custodian los extremos de la red porque están más expuestos y las briznas de tierra batida que se desperdigan por toda la Chatrier se cuelan en ojos, oídos y fosas nasales. Por todos lados. No cae agua y se asoma el sol suave, pero hace frío y no es un buen día para darse un paseo a orillas del Sena. Aún así, Rafael Nadal continúa con su rutina y se deshace sin agobio alguno de Sebastian Korda, buenas maneras pero todavía muy verde, para desembarcar en los cuartos del torneo: 6-1, 6-1 y 6-2, en 1h 55m. Le aguarda un cruce con Jannik Sinner (6-3, 6-3, 4-6 y 6-3 a Alexander Zverev).
Nadal progresa después de otro ejercicio serio y fiable. El joven rival, un calco anatómico de su padre, aunque con melena en lugar del cepillo que lucía el finalista de 1992, sale con ganas y muestra alegre el repertorio hasta que el mallorquín impone su catálogo de inmediato. Le priva de dos bolas de break y le envía un mensaje: bienvenido a la élite, aquí las cosas funcionan así. Lo bonito no es suficiente. ¡Zasca! Es el quinto partido de Korda en un grande y de la ilusión pasa al crudo baño de realidad, cuando Nadal le rompe su primer servicio y empieza a hilar fino juego a juego, set a set.
Abre brecha el balear rápido y en cuanto le coge la medida al golpe plano del estadounidense (20 años, de 1,96 y diestro, 213º de la ATP) encarrila el partido. En el box, su equipo y sus familiares se protegen con plumíferos. La insistencia del viento retrotrae al episodio del año pasado contra Roger Federer en París, en aquella intempestiva mañana en la que los remolinos de aire se adueñaron de un pulso magnífico. Esta vez, la exigencia es mucho menor, pero el resultado es el mismo: sin necesidad de apretar demasiado, Nadal carbura.
Korda le hace cosquillas en la resolución, arrebatándole un break, pero el de Manacor quiere evitar cualquier enredo y remienda a continuación. Repara, devuelve, marca jerarquía. El chico multiplica los errores (48). Su drive se despereza y el revés gana protagonismo, pero verdaderamente queda por saber cómo reaccionará Nadal cuando tenga que abordar un desafío superior. Los pulsos con Gerasimov (83º en el ranking), McDonald (236º), Travaglia (74º) y Korda han significado una estupenda rampa de lanzamiento en la primera semana, pero no le han medido en términos del todo reales.
Otro día más, la hoja estadística es correcta; en una matinal incómoda no hay borrón, ni tampoco números llamativos, si acaso la constatación de que esta edición la pelota corre menos y el balear resuelve con una cifra baja de golpes ganadores (15), aunque en realidad Korda no le exige más. La distancia en los intercambios es abismal. Completada la adaptación a este Roland Garros anómalo, Nadal rebasa con esta última muesca al estadounidense Jimmy Connors en presencias (42) en los cuartos de los grandes escenarios y está a solo tres triunfos del centenario en París. El trofeo supondría el 100.
De momento, pues, viento en popa a toda vela en París.
“YA VALORAREMOS ESTAS COSAS EN EL FUTURO…”
Tranquilo, Nadal toqueteaba su móvil y esperaba rival mientras respondía a las preguntas de los periodistas con la sensación de haber hecho lo que tenía que hacer, en un día muy desapacible, para adentrarse de nuevo en la zona calienta de un Grand Slam.
“Hacía mucho viento ahí abajo. Cuando ves que la arena está levantándose todo el rato significa que hay mucho viento… No al nivel de las semifinales del año pasado contra Roger, pero no muy lejos”, especificó antes de referirse al sombreado que dibuja ahora la nueva cubierta en parte de la pista.
“Como no habíamos visto el sol aún, no habíamos podido comprobarlo. Se hace un gran sol y sombra que antes, sin el techo, no existía. Las condiciones han sido complicadas, pero me voy al hotel muy feliz”, valoró.
Satisfecho de su rendimiento durante la primera semana (“mis sensaciones están yendo a mejor cada día y tengo cada vez más confianza”), la escasa oposición que ha tenido hasta ahora impide calibrar en qué punto está.
“No he vivido ningunos cuartos desde hace seis meses, así que no puedo decir como estoy. He pasado sin sufrir mucho y a nivel de juego he estado bien, así que tengo la máxima predeterminación para dar mi máximo; después, lo que pueda pasar ya se verá”, indicó; “ahora estoy en unos cuartos otra vez y hay que valorarlo; en el futuro ya nos daremos cuenta de que para llegar hasta aquí las cosas no son tan sencillas…”.