Roberto Moreno: “Me haría ilusión acabar lo que empecé con la selección”

El extécnico de España, en busca de trabajo en una de las cinco grandes ligas, repasa su experiencia en el cargo y su posterior aventura en el Mónaco

Robert Moreno en su último partido como seleccionador de España el 18 de noviembre.R. Jiménez

Instalado con su familia en Milan, Robert Moreno (Hospitalet de Llobregat; 43 años) lleva por la mañana a sus dos hijos a un colegio internacional –"porque esta profesión me hará moverme seguramente", cuenta-, hace unas horas de gimnasio y se sienta en su despacho para visionar partidos, estudiar idiomas y prepararse para lo que venga junto a su cuerpo técnico. En un caso atípico, empezó como entrenador de élite con la selección española y, tras perder la plaza con el regreso de Luis Enrique, se marchó al ...

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Instalado con su familia en Milan, Robert Moreno (Hospitalet de Llobregat; 43 años) lleva por la mañana a sus dos hijos a un colegio internacional –"porque esta profesión me hará moverme seguramente", cuenta-, hace unas horas de gimnasio y se sienta en su despacho para visionar partidos, estudiar idiomas y prepararse para lo que venga junto a su cuerpo técnico. En un caso atípico, empezó como entrenador de élite con la selección española y, tras perder la plaza con el regreso de Luis Enrique, se marchó al Mónaco, donde no pudo continuar tampoco su proyecto por la llegada de un director deportivo que no era de su cuerda. Ahora, busca un proyecto en una de las grandes ligas europeas. “Pero quiero que sea uno en el que confíen en mí, me dejen trabajar y pueda desarrollar mis ideas”, aclara.

Pregunta. ¿Es cierto que se está aplicando en aprender idiomas?

Respuesta. Sí, el italiano, que lo tenía que reforzar tras la experiencia en la Roma, el francés y el inglés. Aunque también aprovecho para ver muchos encuentros. Con mi staff, que consta de dos asistentes, un preparador físico, un entrenador de porteros y un psicólogo, nos hemos dividido las cinco grandes Ligas para conocerlas en profundidad, además de mirar cosas sueltas de otros mercados para seguir a jugadores y saber a quién incorporar en una hipotética nueva experiencia. Les aprieto en ese sentido porque no quiero que perdamos ritmo ni constancia.

P. ¿En qué competición encajaría mejor?

R. En cualquiera de las ligas que domine. El trabajo del míster es conocer las ligas en profundidad y eso es lo que hacemos. Me han llegado propuestas, pero no estaban en ese grupo de países.

P. ¿Cuáles son sus influencias futbolísticas?

R. Me defino como un entrenador al que le gusta atacar, defender lejos de la portería y tener el balón en los pies. Me gusta cómo presiona el equipo de Klopp, cómo inicia el juego el de Guardiola, cómo se repliega el de Simeone, lo ordenado que atacan los equipos de Conte… Y luego, a otro nivel, me siento próximo a Mourinho, que fue asistente de Robson y Van Gaal y mira dónde ha llegado sin haber sido futbolista profesional. También me gusta cómo transmite Klopp, el liderazgo de Simeone porque convence a jugadores y afición para ir en el mismo camino… Analizo lo que ha hecho Guardiola manteniendo el estilo con propuestas diferentes. Y me encanta lo que transmite Bielsa.

P. ¿Pero qué le gustaría que dijesen de su equipo?

R. Que es mío, reconocible. Que sea eficiente y que con el balón se hagan siempre ocasiones, aunque se llegue lento o rápido porque no hay una sola manera de atacar. Que es un equipo agresivo en la recuperación y muy disciplinado, organizado y que lo hace todo de forma colectiva.

P. ¿Eso consiguió con España, con siete triunfos y dos empates?

R. Son números muy buenos redondeados con la clasificación sin derrotas, cosa que solo había ocurrido tres veces en la historia. Yo me puse un 10 durante no por los resultados sino porque lo di absolutamente todo. Y el resultado está ahí, eso no se puede negar. Pero más allá de eso, el juego fue atractivo y lo disfruté. En la banda me decía: ‘¡Qué bien estamos jugando!’. Eso fue un orgullo. Si ves los dos últimos partidos, ante Rumanía y Malta, el equipo fluía, el balón iba a gran velocidad, con ocasiones y goles. Cuando salen las cosas que has trabajado, solo puedes sentir orgullo y decir que esto es lo que te representa y habla de ti.

P. Antes del éxito, ¿no le dio vértigo asumir el banquillo sin haber sido primer entrenador en la élite?

R. Sentía responsabilidad, ilusión y ganas de afrontarlo. Siempre me preparé para ese momento. Sí que me llegó antes de lo que esperaba y por una situación desgraciada. Y claro que me dio respeto el hecho de representar a tu país, pero miedo ninguno, por más que uno no espera empezar por ahí sino en un equipo de Segunda o Primera dependiendo del background… Pero la selección llegó y espero que vuelva porque me haría ilusión acabar lo que empecé.

P. ¿Lo pasó mal cuando perdió su cargo?

R. No es agradable que no te dejen acabar el proyecto que me dijeron que acabaría. Pero lo asumo. Cuando llegas al máximo nivel se generan envidias y hay que aceptarlas porque solo puede estar uno en ese puesto. Más como entrenador de la selección. Pero vengo de familia humilde, en la que nos hemos tenido que currar todo, y soy optimista porque siempre pienso que cuando pasa algo es porque va a venir algo mejor.

P. ¿Ha vuelto a hablar con Luis Enrique? ¿Le entristece la situación?

R. Todo lo que tenía que comentar sobre eso, ya lo hice por activa y por pasiva. No quiero decir nada más.

P. “Alguien a quien que le ha tocado vivir esa situación, tendrá ganas de demostrar que se han equivocado con él”. Eso dijo el vicepresidente del Mónaco antes de darle el puesto. ¿Es así?

R. Sí. Con cada golpe, quiero levantarme y demostrar que eso se puede hacer y llevar adelante. Es una motivación extra para hacerlo mejor la siguiente vez.

P. Pero no siguió en el Mónaco al acabar el año.

R. Estuvimos a un larguero (de Golovin) de meternos en Europa, que era el objetivo. Pero el club estaba desestructurado y me pidieron que hiciera de mánager. Dije que no me daba tiempo a llevar el mercado. Y solicité un director deportivo de mi cuerda, pero el que llegó no me conocía y trajo a su gente. Pero para mí, lo más indicativo fue que cuando me notificaron que no iba a seguir, me encontré jugadores y auxiliares llorando. Lástima porque el director deportivo no me conoció y no quiso porque prefería tomar sus riesgos. Lo acepto.

P. Dice que viene de una familia humilde. ¿Cómo le nació la ambición de llegar a lo más alto?

R. Los noes han sido una palanca en mi vida. Mi objetivo era ser mejor y llegar a las cotas máximas como profesional. Es mi forma de ser, me gusta competir, ganar y llegar a lo máximo. Me dijeron que no podría sacarme el título de entrenador, que no sería profesional, que no podría llegar a un equipo… Y lo conseguí. El no trato de convertirlo en un ¿por qué no?

P. Lo suyo le costó…

R. De joven sacaba horas de donde no había. Estudiaba, trabajaba –guardia de seguridad, tienda de ropa, informático, en un banco…-, y entrenaba. Mi padre ha sido taxista toda la vida y mi madre trabajaba en una panadería. Yo empecé con Derecho y lo dejé porque no me apasionaba como tampoco la diplomatura de comercio internacional que me saqué.

P. Aunque no esté demasiado relacionado, ¿juega a la Bolsa?

R. Me gusta pero no juego porque los pequeños inversores somos carnaza para los tiburones. El riesgo solo lo tomo en el fútbol.

P. Un mundo en el que se hizo hueco con la cámara de vídeo, ¿verdad?

R. Me diferencié con eso, sí. Es uno de los efectos mariposa que cambió mi vida. Vi antes que el resto que el vídeo sería importante en el fútbol gracias a que me obsesionaba ayudar al jugador a mejorar. Al principio me ayudaban mis padres y mi mujer porque con el vídeo me di cuenta de que todo era más fácil. Tuve la revelación en un cadete del Hospi, que grabé una semana, hice el vídeo y en el siguiente partido solucionamos todos los problemas. Era un poco el perro verde, pero me convirtió en un pionero. Tuve la patente en ese momento.

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