Christian Bragarnik, el delantero argentino sin gol dueño del Elche
Jugador de poca fortuna y empresario poderoso del fútbol argentino, dirige al equipo español que acaba de ascender a LaLiga
El 18 de diciembre de 1999, en la fecha final del Apertura de la Primera D -la quinta y última categoría en el organigrama de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA)-, se jugó el partido menos atrayente del fútbol argentino: Yupanqui-Atlas no solo cerraban la tabla de posiciones del torneo sino que además eran, y siguen siendo, dos de los únicos tres equipos que siempre reptaron en el sótano de la D, sin ningún ascenso en sus vitrinas.
Aquel último partido del siglo pasado también fue la despedida ...
El 18 de diciembre de 1999, en la fecha final del Apertura de la Primera D -la quinta y última categoría en el organigrama de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA)-, se jugó el partido menos atrayente del fútbol argentino: Yupanqui-Atlas no solo cerraban la tabla de posiciones del torneo sino que además eran, y siguen siendo, dos de los únicos tres equipos que siempre reptaron en el sótano de la D, sin ningún ascenso en sus vitrinas.
Aquel último partido del siglo pasado también fue la despedida como jugador del centrodelantero de Yupanqui, un tal Christian Bragarnik, de 28 años. Su club, que dos años después se haría famoso en su país por una publicidad que lo presentaba como “el equipo con menos hinchas del fútbol argentino”, arrasó 7 a 2. Pero lejos de haberse tratado de un adiós dulce, para Bragarnik evidenció que no tendría futuro como futbolista: el número nueve del último equipo de la última categoría no convirtió ningún gol en el partido en que sus compañeros sumaron siete. En el resto de la temporada tampoco había anotado.
La vuelta de tuerca de la historia es que, 20 años después, Bragarnik es el hombre al que muchos califican como el empresario más influyente del fútbol argentino y que este domingo, en su nuevo rol de máximo accionista del Elche, dio el salto a LaLiga. En Argentina ya no pasa desapercibido y más de una vez fue mirado de reojo, como si fuese el hombre que mueve muchos de los hilos invisibles de la AFA, una especie de titiritero del poder.
“Christian jugaba de mediocampista central, más adelantado que lo normal, pero para ese partido lo puse de nueve porque necesitábamos”, recuerda Darío Tonón, técnico de Yupanqui en aquel partido y amigo personal de Bragarnik desde hacía varios años. “Era un buen jugador, pero se desanimó”, dice.
Parte del influjo del imperio Bragarnik es su relación con casi todos los equipos de la Primera División de Argentina: representa a 54 jugadores y cuatro entrenadores de 17 clubes de la Superliga, entre ellos Diego Maradona -técnico de Gimnasia-, además de otros 32 futbolistas de diferentes ligas de América, 11 de ellos en México. Su carrera en los despachos se disparó -y las controversias comenzaron a envolverlo- en el fútbol mexicano, el punto intermedio para su asombroso salto entre las campos de tierra de su país hasta la liga en que la que su nuevo club enfrentará a Real Madrid y Barcelona en la próxima temporada.
El hombre que alquilaba películas
Tras haberse retirado como futbolista sin que nadie le tendiera una alfombra roja, Bragarnik acentuó con el cambio de siglo lo que había empezado como una actividad paralela en la década del noventa: en un local de alquiler de películas que tenía junto a su amigo Tonón, el futuro representante de Maradona les editaba vídeos en VHS a los representantes de futbolistas con las mejores jugadas de sus clientes. “Siempre fue despierto. Me había pedido trabajo en mi videoclub cuando él tenía 12 años, en 1987, y nos hicimos amigos. Yo le llevaba 10”, recuerda Tonón.
En 2001, un jugador de Talleres, Mariano Monrroy, le comentó la desidia de su agente y Bragarnik -que se había recibido de abogado en cuatro años- se ofreció a asesorarlo. A las pocas semanas le consiguió una venta al Irapuato de México y el ex jugador frustrado comenzó un ascenso supersónico no exento de comentarios que lo asociaron a dineros sucios. Los dirigentes mexicanos advirtieron su rapidez e inteligencia para los negocios y en seis meses lo llevaron de secretario del Querétaro -que tenía los mismos dueños que el Irapuato- a vicepresidente y luego a presidente del club.
“Ahí es donde se discute mi origen. Con el tiempo me enteré un poco que aparentemente los capitalistas del club, su dinero, venía del narcotráfico. Es fácil hablar. Pero nunca tuve un juicio. Así se hizo esa imagen mía”, dijo Bragarnik en 2015 sobre aquella experiencia en el Querétaro, uno de cuyos inversionistas, Tirso Martínez Sánchez, vinculado al Cartel de Juárez, en 2014 había sido detenido y extraditado a Estados Unidos acusado de lavar dinar dinero en sus clubes mexicanos.
Bragarnik tuvo éxito deportivo pero, como ya había entendido que las leyes del fútbol favorecen a los empresarios y no a los clubes, decidió enfocarse como representante y no como dirigente. Sólo aceptó asesorar a otras instituciones como orientador y así recayó en el Xolos de Tijuana, propiedad de Jorge Hank Rhon, ex alcalde de la ciudad detenido en 2011 en su residencia con 88 armas de fuego y 9.000 cartuchos. “Obvio que tuve relaciones con mucha gente. Me toca conocer a Jorgealberto Hank, el hijo de una persona muy famosa y discutida en México, de mucho poder político. Y acá decimos Tijuana y pensamos en narcotraficantes. Tijuana también tiene una vida normal y un club de fútbol”, declaró al diario Tiempo Argentino en 2015.
De regreso a Buenos Aires, con una cartera cada vez más grande de futbolistas y entrenadores, Bragarnik tendió un triunfal puente entre México y Argentina. En su país los clubes de fútbol son sociedades civiles sin fines de lucro y no están permitidos los accionistas, pero por una zona gris del reglamento presentó en 2009 un proyecto para Defensa y Justicia, un humilde club de la zona sur del Gran Buenos Aires al que en pocos años le cambió la vida: bajo su orientación, y con mayoría de sus jugadores y entrenadores, Defensa pasó del ascenso a las competiciones sudamericanas.
Representante de Maradona
Aunque suele mantener perfil bajo, las primeras veces que Bragarnik recibió a periodistas en su despacho del barrio más rico de Buenos Aires, Puerto Madero, alimentó su imagen controvertida. El periodista Roberto Parrottino lo entrevistó frente al cuadro que en 2015 todavía decoraba su estudio, uno de Al Pacino en el papel de Tony Montana, acompañado por dos balas reales sobre el marco. “Todavía no he encontrado una película que me represente como Scarface. Obvio que hay un poco de morbo, porque viví en México y cerca de eso”, dijo entonces.
Fortalecido al norte y al sur de América, en México y Argentina, el resto de los clubes de su país, incluso dos de los más grandes como Boca y Racing, también recurrieron a sus contactos. En los últimos años trabó amistad con el presidente de Boca entre 2011 y 2019, Daniel Angelici, y se ganó la confianza del actual titular de la AFA, Claudio Tapia, quien le abrió las puertas de la selección argentina. Cuando Maradona lo llamó para que lo representara, Bragarnik desempolvó sus viejos contactos en México para llevarlo al Dorados de Sinaloa -y en 2019 fue clave para su arribo en Gimnasia-. Mientras sus opositores lo acusan de monopolizar la compra-venta de futbolistas, la empresa que el ex jugador de Yupanqui abrió con sus socios, Score Fútbol, amplió su poder a los países limítrofes: en Uruguay tiene influencia en un par de clubes, en Chile integra el directorio de Unión La Calera y San Luis de Quillota, en México asesora a Xolos y a Dorados y pronto llegará a Bolivia.
Sin embargo, Bragarnik hace rato quería cruzar el Atlántico: de su amplia cartera de futbolistas, que incluye otros 23 en la segunda categoría del fútbol argentino, sólo dos juegan en las principales ligas de Europa: Darío Benedetto en el Olympique de Marsella y Lisandro Martínez en el Ajax. En agosto de 2019, pidió condiciones por el Elche, enseguida le cedió a un futbolista de su escudería, el defensor Danilo Ortiz, y en octubre consiguió que la selección argentina jugara un amistoso contra Venezuela en el estadio Martínez Valero -al Elche le quedaron 50 mil dólares-. En diciembre, justo a 20 años de su último partido como futbolista, su empresa Score Club 2019 (la filial española de Score Fútbol) compró el 58% del club.
El resto sucedió muy rápido: Bragarnik, de 48 años y padre de su cuarto hijo hace 10 meses, sumó más acciones en mayo -ahora es el dueño del 93% y quiere llegar al 99%- y el Elche consiguió este domingo el regreso a LaLiga después de cinco años. Alejado su entrenador, Pacheta, en las oficinas de Score Fútbol en Buenos Aires -ahora decoradas por un cuadro de Maradona en México 1986- se daba por seguro desde hacía semanas que Jorge Almirón, uno de los técnicos representados por Bragarnik, sería su reemplazante. La cuenta de Twitter de Defensa y Justicia, donde ya dirigió Almirón, saludó a la distancia el ascenso del Elche.