“Aquí a los negros también nos persiguen”
Kaba Gassama, capitana del Balonmano Granollers e internacional con España, denuncia el racismo en la sociedad
Dice Kaba Gassama (Granollers, Barcelona; 22 años) que no se siente activista, pero en cierto modo lo es. “Todavía me queda mucho por aprender”, señala. Corpulenta (mide 1,80m) y sonriente, Gassama es la capitana del Balonmano Granollers (sexto en la Liga Guerreras Iberdrola), donde comenzó con 12 años y empezó a fijarse en mujeres como Marta Mangué o Alexandrina Barbosa, Xandri. “Para mí era importante tener como referente a alguien como yo, porque sí me siento un poco diferente; no hay muchas jugadoras negras en la élite del balonmano”.
Gassama atiende al teléfono, en cuanto acaba el ...
Dice Kaba Gassama (Granollers, Barcelona; 22 años) que no se siente activista, pero en cierto modo lo es. “Todavía me queda mucho por aprender”, señala. Corpulenta (mide 1,80m) y sonriente, Gassama es la capitana del Balonmano Granollers (sexto en la Liga Guerreras Iberdrola), donde comenzó con 12 años y empezó a fijarse en mujeres como Marta Mangué o Alexandrina Barbosa, Xandri. “Para mí era importante tener como referente a alguien como yo, porque sí me siento un poco diferente; no hay muchas jugadoras negras en la élite del balonmano”.
Gassama atiende al teléfono, en cuanto acaba el entrenamiento, amable y directa. Explica que ha aprovechado los días que ha pasado confinada para leer e informarse. Casos como el de George Floyd o el de los senegaleses a quienes nadie quería dar alojamiento en Lleida hasta que Keita Baldé, jugador del Mónaco, se movilizó para conseguirles camas, comida y ropa han golpeado la conciencia de la joven deportista, internacional con España, que ha decidido arremangarse. El racismo existe, en Estados Unidos y en España. Y eso, indica, le da rabia.
“Cuando vi lo que pasó con los temporeros en Lleida pensé: ‘no puede ser’. Me dije: ‘tengo Instagram y me sigue bastante gente, puedo ayudar a visibilizar el problema’. La gente se piensa que aquí estas cosas no pasan, pero sí que pasan. Aquí también nos matan. Aquí entras en una tienda y te persiguen. A una persona blanca eso no le pasa, pero a los negros les pasa muy a menudo”. A ella le ha pasado, señala. “También me molesta mucho cuando voy a una tienda en la que están hablando catalán y cuando me ven cambian de idioma. Yo he nacido aquí”, explica en catalán.
El pastel de cumpleaños
Si ha decidido volcarse en ayudar a otros negros que sufren racismo no es por “anécdotas” como esa. Un padre de Granollers les pidió ayuda a ella y a otras chicas negras, con estudios y nacidas en Cataluña, porque no sabía cómo solucionar un problema que su hijo, que cursa cuarto de Primaria, había tenido en el colegio. “Era el cumpleaños de un niño, blanco, que llevó un pastel para compartir con sus compañeros. La profesora dijo algo así como ‘a ver, primero que coman los amiguitos blancos, luego los paquistaníes y, por último, los negros’. Uno de los niños se enfadó, la profesora lo castigó, y los padres acabaron enterándose de todo”, cuenta Kaba, estupefacta.
“Después de aquello [la profesora fue despedida del colegio] llegamos a la conclusión de que podíamos ayudar a más gente”, dice. Unos cuantos chicos y chicas de Granollers, Manresa y Canovelles han creado la Unión de Jóvenes Afrodescendientes y durante el confinamiento ayudaron a muchos africanos a gestionar las ayudas de la Seguridad Social; ahora han empezado a trabajar conjuntamente con el Ayuntamiento y con la asociación de senegaleses local, que integran muchos de sus padres.
Kaba es la tercera de cuatro hermanos: Mamadou, Sekou y Oundo, todos juegan al balonmano, salvo Sekou, que juega al fútbol. Estudia un grado superior de administración y finanzas, y quiere hacer la carrera de Integración Social.
Su padre, Issaga Gassama, llegó a España hace 30 años, sin papeles. “La vida en Senegal es complicada. Vino y se puso a trabajar en el campo; a veces, iba la Policía e intentaba pegarle, le gritaban que les quitaba el trabajo a los blancos”. Cada vez que pasa un caso como el de Floyd o el de Lleida, Issaga les explica a sus hijos cómo lo ha pasado todos estos años. ”Nos pide que no tengamos miedo de hablar, que si él lo hubiera tenido nosotros ahora mismo no estaríamos aquí”, señala Kaba. Y añade: “Yo que he nacido aquí y que tengo más recursos que otros senegaleses, tengo que conseguir que se escuche nuestra voz. El trabajo de mi padre fue llegar aquí y darnos una vida mejor; ahora que ya no nos pegan sistemáticamente nuestro trabajo debe ser conseguir que nuestros hijos no sean discriminados por nada”.