Pedro De la Rosa: “Ron Dennis me juzgó por un bistec”
Al patrón de McLaren le bastó una cena con el piloto español y Lewis Hamilton para demostrar su ojo clínico y su creatividad
La admiración que Pedro De la Rosa (Barcelona, 49 años) siempre ha sentido por Ron Dennis (Woking, Inglaterra, 72), expatrón de McLaren, por el imperio de éxitos y respeto que el británico levantó se mezcló con una buena dosis de alucine el jueves anterior al Gran Premio de Gran Bretaña de Fórmula 1 de 2008. La escena tuvo lugar en el hotel de concentración de la cúpula de la escudería, en Oxford, alrededor de una mesa de tres ocupada por Den...
La admiración que Pedro De la Rosa (Barcelona, 49 años) siempre ha sentido por Ron Dennis (Woking, Inglaterra, 72), expatrón de McLaren, por el imperio de éxitos y respeto que el británico levantó se mezcló con una buena dosis de alucine el jueves anterior al Gran Premio de Gran Bretaña de Fórmula 1 de 2008. La escena tuvo lugar en el hotel de concentración de la cúpula de la escudería, en Oxford, alrededor de una mesa de tres ocupada por Dennis, el piloto español, entonces probador de la estructura de Woking y Lewis Hamilton, que aquel año se convertiría en el campeón del mundo más joven de la historia, con 23 años.
“Estábamos terminando de cenar. Nos habíamos reído mucho, porque aunque parezca extremadamente serio, Ron es un tipo con un sentido del humor muy agudo”, cuenta De la Rosa. “Nos habíamos acabado ya el segundo plato. Lewis y yo habíamos pedido lo mismo: el típico steak con patatas y verduras. Y en esas que Ron se dirige a mí y me dice: ‘Viendo cómo has dejado tu plato ya se ve que eres un hombre sin estrategia. Mira qué diferencia con Lewis”, recuerda el catalán. “Por cómo me miró, Hamilton también se quedó a cuadros. Se ve que por lo desordenados que había dejado los restos de comida, él ya podía deducir que la planificación no era lo mío. Me juzgó por un bistec”, prosigue De la Rosa, que siempre había entendido que la excelencia que proyectaba McLaren llevaba la firma de su primer ejecutivo, un hombre al que muchos consideran muy perfeccionista y otros, un chiflado.
El tiempo le da la razón a Dennis
“Aquello me dejó a cuadros, como la bandera. Pero lo bueno es que, con el tiempo, he llegado a la conclusión de que seguramente tenía razón. Ron estudia mucho el comportamiento y el lenguaje corporal de las personas, y siempre dice que le ha ido muy bien en la vida”, añade el ahora comentarista televisivo. “Le he dado muchas vueltas a esa frase y creo que los acontecimientos que se dieron después avalan su tesis. Tanto por mis decisiones como por las que tomó Lewis. Yo dejé McLaren y fiché por HRT, cuando de haberme quedado seguramente aún seguiría allí. Hamilton se fue de McLaren, firmó por Mercedes y lleva cinco títulos de seis posibles”, reflexiona. “Esa sentencia que aquel día me sonó a disparate ha hecho que trate de mejorar en la planificación de las decisiones que tomo. Probablemente sí que haya sido un tipo más habituado a llevar puestas las luces cortas que las largas”, reconoce el barcelonés, que vivió desde dentro la explosión de Hamilton, un proyecto personal del ejecutivo.
“Para mí, Ron es un genio, un visionario. Y eso quedó claro en su paso por la F-1, de la que ahora está muy desconectado. Él le dotó de la exquisitez que proyecta hoy por hoy. Es un tipo que combina unas cualidades creativas sin igual, con una disciplina férrea”, le piropea el expiloto. “Estamos hablando del hombre que abandonó el concepto de fábrica que tenían las escuderías hasta entonces, y que se inventó el McLaren Technology Center. Y que para diseñarlo contrató a Norman Foster. Ahora, todos los equipos tienen centros tecnológicos. El primer monocasco de fibra de carbono de la F-1, ¿quién lo hizo? McLaren”, argumenta De la Rosa.
La sintonía con Dennis siempre fue buena. Gracias a él tuvo la oportunidad de enrolarse en McLaren después de su paso por Jaguar (2002). El momento más duro fue, sin duda, cuando le comunicó que iba a abandonar el proyecto para fichar por HRT. “Para él, aquello era como una traición. Cuando te reclutaba era para siempre, era como si te hubieras casado. ‘¿Qué te vas dónde? ¿A HRC?’, me dijo. No entendía nada. ‘Debes estar completamente loco’. Aquella frase todavía resuena en mi subconsciente, pero menos que la del bistec con patatas”, remacha De la Rosa.