Ojalá se cancelen los Juegos
Resulta hasta gracioso pensar que sea un virus quien nos iguale a todos, aunque algunos presuman de pasar la cuarentena en casas con jardín, piscina y gym privado
Y el mundo se paró. Y ese estado de bienestar y libertades en el que vivíamos desapareció. No lo esperábamos, nunca pensamos en que algo así pudiese pasar, pero ahora nos vemos encerrados entre cuatro paredes con la preocupación y la incertidumbre como compañeras. Los más afortunados están con sus familias, parejas o amigos, otros muchos estamos a miles de kilómetros, y otros más cerca, pero igual de solos. Todos, absolutamente todos, estamos viviendo la misma experiencia de vida y una situación límite a la que adaptarse. Y esa es la clave, adaptarse. Y de eso los deportistas sabemos mucho. Ad...
Y el mundo se paró. Y ese estado de bienestar y libertades en el que vivíamos desapareció. No lo esperábamos, nunca pensamos en que algo así pudiese pasar, pero ahora nos vemos encerrados entre cuatro paredes con la preocupación y la incertidumbre como compañeras. Los más afortunados están con sus familias, parejas o amigos, otros muchos estamos a miles de kilómetros, y otros más cerca, pero igual de solos. Todos, absolutamente todos, estamos viviendo la misma experiencia de vida y una situación límite a la que adaptarse. Y esa es la clave, adaptarse. Y de eso los deportistas sabemos mucho. Adaptarse a diferentes países y culturas, diferentes climas, diferentes entrenadores y metodologías, diferentes objetivos, diferentes retos y ambiciones, diferentes competiciones... Adaptémonos una vez más. Como deportista es difícil no poder entrenar, no saber cuándo volveremos a competir y cómo mantenernos en forma para cuando todo esto vuelva a la calma, sea cuando sea.
Para quienes están pendientes de Tokio, la frustración es todavía mayor. Todos sabemos que lleváis años preparando la cita y os entendemos perfectamente. Ojalá la cancelación de los Juegos llegue pronto y podáis al menos estar más tranquilos. Mientras tanto, sigamos haciendo lo que podamos con los entrenamientos individuales programados para casa. Y busquemos la manera de hacer algo y no volvernos locos. Pero vamos, tanto para vosotros los olímpicos como para el resto de deportistas y para todos en general: recordad que no somos el ombligo del mundo. Nadie. Ninguno de nosotros. Independientemente del país, religión, raza, género, ideología... Resulta hasta gracioso pensar en esto, que sea un virus quien nos iguale a todos. Aunque algunos puedan y hasta parece que presuman de poder diferenciarse y de pasar la cuarentena en casas con jardín, piscina y gym privado.
Nosotros, que siempre vamos con prisa, ahora tenemos que pararnos forzosamente y pensar en qué hacer con el tiempo que tenemos y antes perdíamos. Aburrámonos un poco; será algo nuevo para todos, pero tranquilos, que no mata. Es más, a la larga, igual hasta nos reconforta. Nosotros, que estábamos acostumbrados a ser egoístas e individualistas, a pensar siempre solo en nosotros, ahora no hacemos más que torturarnos con la multitud de ejemplos vergonzosos que contabilizamos. Pero ojo, que de esta solo salimos juntos, acompañándonos, ayudándonos, en equipo. Este es también buen momento para que los más jóvenes vean la importancia de todas las profesiones y después puedan decidir más libremente lo que quieren ser de mayores. Médicos, enfermeras, científicos..., pero, también, cajeros de supermercado, reponedores, camioneros, conductores de autobuses y ambulancias, policías (recordad todo lo que están haciendo ahora para, al menos, sonreírles y agradecerles después) y hasta políticos.
No porque estos últimos lo estén haciendo bien, que alguna excepción habrá, sino porque enfrentarse a retos como este y saber gestionar y liderar la situación es algo que también ha de inspirar y motivar para el futuro. Y por favor, paremos de quejarnos. Se nos pide estar en casa con comida y bebida, al calentito y con todo el entretenimiento posible. Con hijos, parejas, vídeo llamadas con los amigos, museos virtuales, libros, juegos, películas y series... A nuestros abuelos o padres los obligaban a ir a la guerra. Pensar en ellos pone todo en perspectiva. Y ya que estamos, paremos de preocuparnos y reflexionemos, al menos durante unas horas al día. Quizás estemos reseteando el planeta y nuestras mentes, quizás la gente se cure. Y no hablo del virus. Quizás viviendo de una forma más sencilla y consciente recuperemos lo mejor de nuestra raza, la humana. Quizás cuando todo esto pase, cuando volvamos a estar juntos, cuando volvamos a abrazarnos y besarnos, quizás tomemos mejores decisiones y encontremos mejores maneras de vivir. Y, por favor, quedaos en casa. El fútbol, el deporte y cualquier otra actividad pueden esperar.