El factor Riquelme

El hombre que más veces ha hollado el césped de la Bombonera aspira a convertirse en el gestor deportivo de Boca en sus próximas elecciones

Hinchas de Boca Juniors, con máscaras a favor de Riquelme.FABIAN RAMEIIA (EFE)

Esta historia contiene emoción, esperanza, ansiedad y terror. Pero hay que empezarla por donde todo empieza (y acaba): por el poder.

El 13 de diciembre de 1995, Mauricio Macri, hijo del magnate Franco Macri, ganó las elecciones y se convirtió en presidente de Boca Juniors, el club más popular de Argentina. Desde Boca, Macri fue tejiendo las conexiones y alianzas que le permitirían alcanzar la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, primero, y la presidencia de la República después. Macri, ahora derrotado, cederá la jefatura del Estado al peronista Alberto Fernández el próximo...

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Esta historia contiene emoción, esperanza, ansiedad y terror. Pero hay que empezarla por donde todo empieza (y acaba): por el poder.

El 13 de diciembre de 1995, Mauricio Macri, hijo del magnate Franco Macri, ganó las elecciones y se convirtió en presidente de Boca Juniors, el club más popular de Argentina. Desde Boca, Macri fue tejiendo las conexiones y alianzas que le permitirían alcanzar la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, primero, y la presidencia de la República después. Macri, ahora derrotado, cederá la jefatura del Estado al peronista Alberto Fernández el próximo día 10 de diciembre. Pero antes ocurrirá algo muy importante: el día 8 se celebran elecciones en Boca. Y el candidato del macrismo, Christian Gribaudo, no tiene la victoria asegurada. Boca Juniors podría dejar de ser el feudo de Mauricio Macri y sus amigos.

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¿Quién amenaza el bastión de Macri? El hombre más respetado en la Bombonera, el hombre que más veces ha hollado su césped, el hombre que hace palidecer incluso a Maradona: Juan Román Riquelme.

Quien no vio jugar a Riquelme difícilmente entenderá del todo un principio fundamental del fútbol: un jugador puede permanecer casi inmóvil y conseguir que a su alrededor todo gire a una velocidad vertiginosa. Riquelme, al paso o al trote, creaba con el balón figuras caleidoscópicas.

Juan Román Riquelme ha decidido respaldar la candidatura opositora de Jorge Amor Ameal, un dirigente que comenzó con Macri y con los años se distanció del macrismo. Si gana, Jorge Amor Ameal entregará a Riquelme plenos poderes sobre la gestión deportiva del club. Riquelme se declara dispuesto a aceptar el desafío.

El sábado, Boca y Argentinos Juniors se disputaron en la Bombonera el primer puesto de la tabla. Empataron a un gol y siguieron empatados en la cabeza de la Superliga. Lo relevante, en cualquier caso, fueron los miles y miles de “bosteros” que acudieron al estadio con una máscara de Riquelme. Y el hecho, significativo, de que Maradona renunciara en esta ocasión al trono del que dispone en la Bombonera, cediéndole a Riquelme, sentado en un palco, todo el protagonismo.

Riquelme ha despertado la esperanza de gran parte de la afición xeneize, afligida por sus recientes derrotas frente a River. Riquelme es un tipo serio, honrado y solidario. Son muchos en Boca quienes desean depositar en sus manos el futuro deportivo de la institución.

Pero también hay quien siente miedo ante la posibilidad de que Riquelme asuma ese riesgo. Algunos de sus admiradores temen que el íntegro e inexperto Juan Román se ahogue en la espesa charca de intereses políticos sobre la que flota Boca Juniors. Otros se horrorizan ante el alud de críticas que le caerá encima desde la tupida red de medios audiovisuales y escritos que gira en torno a Boca y responde, con mucha frecuencia, a intereses más políticos que deportivos. Unos y otros se alarman ante la posibilidad de asistir a la destrucción del ídolo.

Otros, encabezados por el inefable Maradona, se oponen a la “opción Riquelme” porque creen que quien sufrirá un proceso degenerativo será la institución. A Maradona, muy izquierdista a veces y macrista en esta ocasión, le basta con pronunciar un nombre: Passarella. Daniel Passarella fue el gran ídolo de River Plate, rival máximo de Boca. Lo fue como futbolista y lo fue como técnico. Passarella llegó a presidir River. Y como presidente condujo a los “millonarios” hasta el descenso. Después de aquella catástrofe, ocurrida el 26 de junio de 2011, el historial de River quedó manchado y el nombre de Passarella quedó maldito.

El final de esta historia está por escribir. El futuro de Boca depende de sus más de 200.000 socios y, según sea el resultado, de Juan Román Riquelme.

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