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El secreto de los estadios que soportan diluvios está medio metro bajo tierra

Los nuevos sistemas de construcción de campos han borrado las imágenes de los barrizales del pasado en los campos del norte

Duelo aéreo durante el partido que enfrentó, bajo fuertes lluvias, a Deportivo Alavés y Real Madrid en la jornada 15 en Mendizorroza.
Duelo aéreo durante el partido que enfrentó, bajo fuertes lluvias, a Deportivo Alavés y Real Madrid en la jornada 15 en Mendizorroza.

No volverán a verse partidos disputados en lodazales, en campos anegados donde el balón rueda con dificultad y apenas bota. Los más de 60 litros por metro cuadrado y hora caídos durante algunos encuentros de esta temporada hubieran supuesto, hace años, casi inevitablemente, la suspensión de los mismos. Sin embargo, ahora todos los campos de LaLiga deben ser capaces de resistir precipitaciones de al menos 50 litros por metro cuadrado y hora. El secreto de esos céspedes siempre lustrosos se halla enterrado en varias capas a medio metro bajo la superficie. Los desvelan los responsables de cuatro equipos del norte.

Para los equipos del norte jugar por imperativo climatológico en céspedes pesados suponía un hándicap que les colocaba en desventaja: más cansancio y mayor riesgo de lesiones. Los músculos se cargaban más y, a mismo esfuerzo, sufrían más fatiga y peor recuperación. Por ello, LaLiga se propuso erradicar ese peligro y concienciar de que, como dice el coordinador de calidad de los terrenos de juego de LaLiga, Pedro Fernández-Bolaños, "los céspedes de los estadios no son el más caro de los jardines, sino el más barato de los jugadores". "Al cabo de una temporada, un buen césped reduce las lesiones, lo que equivale, a la postre, a contar con un futbolista más".

Infografía: Juan Sánchez Mayordomo. Fuente: LaLiga y Royalverd

Las directrices para que los terrenos de juego de LaLiga aguanten inclemencias han obligado a los clubes a cambiar drásticamente el subsuelo de sus estadios. La mayoría cuentan con un sistema de drenaje llamado de acuíferos suspendidos, inspirado en los greens de golf, que pueden llegar a soportar hasta diez veces más del mínimo exigido. "Lo importante está debajo del césped", apunta Fernández-Bolaños, antes de desgranar las capas que componen el sistema (véase infografía): Cada brizna echa raíz en una capa con la materia orgánica justa para su subsistencia, bajo la cual hay 30 centímetros de arena, luego 15 de grava y, después, tuberías que desalojan el agua afuera de las rayas del campo, ya en torno a 50 centímetros por debajo del nivel de la superficie donde se juega. "Es la lógica opuesta a la del cultivo: no pretendemos que el agua se quede junto a la raíz de la planta para retener los nutrientes, sino que la mayor parte se filtre y continúe infiltrando hasta salir", explica Fernández-Bolaños.

Con las reformas de los terrenos de juego, que se han generalizado en el último lustro, se han cumplido ya al menos tres objetivos. El primero, el de la seguridad para los jugadores. Destaca Fernández-Bolaños que se han reducido las lesiones sin contacto. Pero también se ha mejorado la jugabilidad —el balón corre y bota igual en cualquier estadio— y, también, la estética. "El fútbol es un espectáculo televisivo y, para el que lo ve, importa mucho cómo lucen las líneas de siega o que no se vean calvas en el césped o deterioros", explica Fernández-Bolaños. Los campos embarrados eran una amenaza para las tres metas y, eliminándolos de la ecuación, han igualado la competición, opina. A excepción del Nàstic-AD Alcorcón de octubre de 2018, en que en plena gota fría un rayo provocó un apagón, el último partido suspendido por lluvia fue un SD Huesca - FC Barcelona B de 2012.

Ipurua

Gorka Unamuno, responsable de infraestructuras de la SD Eibar, tiene claro que el césped "fue una inversión deportiva más. Queríamos que Ipurua fuera un fortín y, para un equipo que desea la iniciativa del juego, un césped óptimo suma puntos". Este arquitecto técnico llegó al club en 2014, con el ascenso a LaLiga Santander, para supervisar las obras del estadio y pronto descubrió hasta qué punto la base de todo estaba en el césped. En 2012 habían instalado ya un sistema de drenaje nuevo (en su caso, con 20 centímetros de capa de enraizamiento de arena y 20 de grava y canalizaciones laterales para el desagüe), pero no quisieron quedarse ahí. Hace menos de un mes, contra el FC Barcelona, estrenaron su nuevo césped híbrido. "Los filamentos artificiales de la base conducen mejor el agua hacia abajo", indica Unamuno. Contra el Real Madrid vivieron, dice, "la auténtica prueba de fuego", de la que salieron más que airosos. Con dos tercios del campo cargadísimos de agua, el balón no vio su circulación afectada. No se levantó ningún pedazo de hierba ni perdieron agarre los futbolistas. "Fue increíblemente bien, lástima el resultado".

Ipurua es el espejo en que Juan Carlos Sanz quiere que se mire El Sadar, estadio del CA Osasuna, que define como gemelo porque tienen condiciones similares. Al final de la temporada renovarán un sistema de drenaje que tiene 52 años imitando lo hecho por el Eibar e, incluso, si finalmente pudieran, calefactándolo (medida útil contra nevadas, no infrecuentes en Pamplona). Sanz lleva 32 años vinculado al club. Empezó de entrenador en la cantera y terminó encargándose del césped tras estudiar de forma autodidacta con un ingeniero agrónomo y revistas extranjeras. "Nada tiene que ver con cómo eran antes las cosas. No habías acabado de trabajar un lado del campo y el anterior ya era un lodazal. Ahora el fútbol es más rápido y técnico porque los céspedes ya no disimulan la falta de calidad", explica.

Balaídos

"Aquí puede caer la mundial en media hora, pero te aseguro, yo que llevo aquí 25 años, que no volverás a ver el césped de Balaídos inundado". Quien se pronuncia con esa seguridad es Julio Vargas, director de instalaciones del Real Club Celta de Vigo. Es uno de los campos de donde se guardan instantáneas más impactantes, rebosando de agua, y, por eso, hoy uno de los más eficientes combatiendo los efectos de la lluvia. Por eso y porque en los años noventa, coincidiendo con terrenos de juego en mal estado, se incrementaron una barbaridad las lesiones musculares. La primera medida adoptada, por el alto nivel freático, fue elevar la altura del terreno de juego. Para un mejor drenaje, bajo la capa de enraizamiento de la hierba instalaron otra de grava de 40 cm y unas 40 tuberías de desagüe, en ambos casos, el doble de lo habitual. "Recuerdo un partido ya a principios de este siglo. Casi 30.000 personas en la grada mientras caía un tormentón con vientos huracanados. Cuando el árbitro pitó el final nadie podía salir porque el agua, fuera y en algunos puntos de la grada, llegaba a las rodillas. Y el partido se jugó sin problemas", cuenta Vargas, quien asegura que en las auditorías a las que son sometidos los clubes por parte de LaLiga han podido demostrar que su césped es capaz de absorber más de 80 litros por metro cuadrado y hora.

Stewart y su compañero de trabajo, el camerunés Gregory, en Mendizorroza.
Stewart y su compañero de trabajo, el camerunés Gregory, en Mendizorroza.

John Stewart, escocés —y gaitero—, aunque ya casi un alavés más, estudió en su país como carrera el cuidado de los campos de golf. En España no existía nada parecido. "El conocimiento que hemos adquirido es el gran culpable de la inmensa evolución. Antes íbamos 20 años por detrás de los campos ingleses, ahora ya no hay diferencias", cuenta Stewart, responsable del césped de Mendizorroza. Recuerda que ciertas prácticas, hoy habituales en todos los campos, no llegaron al fútbol español "hasta que no las importó [John Benjamin] Toshack, siendo entrenador de la Real Sociedad en los ochenta". Como pinchar el césped unos días antes de que se dispute el partido con agujas y hasta una profundidad de no mucho más de una decena de centímetros, "como con una máquina de coser", recuerda también el proceso Fernández-Bolaños. Tampoco se compactaba con la segadora, para que el césped pueda airearse y filtrar mejor.

"Lo mejor de todo no es solo el avance", dice Stewart, "sino que cuando tenemos un problema todos los responsables de céspedes de los equipos de LaLiga podemos aconsejarnos entre nosotros y, en última instancia, podemos llamar a Pedro [Fernández-Bolaños]".

*Las fotografías de los campos de Balaídos y Ipurua son de LaLiga y archivo de As.

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