El futbolista que nació siendo un genio

Pablo Blanco, coordinador de la cantera del Sevilla, analiza la figura de Reyes

José Antonio Reyes, el día que firmó con el Arsenal.Vídeo: NICOLAS ASFOURI (afp) / epv

El primer recuerdo que tengo de José Antonio Reyes es el de un niño morenito, con una melena muy larga, que nos llegó en edad benjamín al Sevilla cuando ni siquiera teníamos benjamines. Cuando Monchi me ha dado la noticia de su fallecimiento, me he quedado impresionado. No me lo podía creer. Reyes tenía el color moreno de los futbolistas que se han formado jugando mucho tiempo en la calle. Lo pusimos a jugar con los alevines y se salía, siempre adelantado, zurdo, encarador, con un desparpajo increíble. Desta...

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El primer recuerdo que tengo de José Antonio Reyes es el de un niño morenito, con una melena muy larga, que nos llegó en edad benjamín al Sevilla cuando ni siquiera teníamos benjamines. Cuando Monchi me ha dado la noticia de su fallecimiento, me he quedado impresionado. No me lo podía creer. Reyes tenía el color moreno de los futbolistas que se han formado jugando mucho tiempo en la calle. Lo pusimos a jugar con los alevines y se salía, siempre adelantado, zurdo, encarador, con un desparpajo increíble. Destacaba sobre todos sus compañeros de la generación del 83. Siempre jugaba bien porque Dios le dio ese maravilloso don. Todos vimos desde sus primeros pasos en el Sevilla que iba a llegar sin duda al primer equipo. Recuerdo a un gran técnico de la cantera, Pepe Alfaro, que decía que José tenía la velocidad de la Primera División.

Desde pequeño se veía que iba a darnos muchas tardes de gloria. Marcos Alonso le dio la alternativa, y Manolo Jiménez y Joaquín Caparrós apostaron por él hasta instalarse en el primer equipo. Recuerdo actuaciones portentosas y una venta al Arsenal que sirvió para que el Sevilla creciera y se abriera una era salpicada de títulos. Ahora que no está, me acuerdo especialmente de Mari, su madre. Sin duda, la persona que más ha influido para que Reyes fuera futbolista. Por su dedicación y su cariño hacia su hijo. Recuerdo que a Reyes no le gustaba comer pasta ni pollo en las concentraciones. Le permitíamos que comiera los bocadillos de su madre, que era lo que le gustaba. Si no, se pegaba todo el día comiendo pan con manteca. Eran una familia muy unida, con un padre muy futbolero que lo llevaba todos los días a entrenar a la ciudad deportiva.

Me queda la espina de que su talento tan descomunal podría haberle deparado una carrera todavía más fructífera, pero para mí es uno de los grandes futbolistas de la historia del fútbol europeo. Ha jugado en el Sevilla, donde ha ganado tres torneos de la Liga Europa, y en el Madrid, el Arsenal, el Atlético o el Benfica. Y luego estaba la personalidad alegre de un tío al que no se le recuerda una pelea con nadie. Siempre risueño y alegre, Reyes era un amante de la vida y todo el mundo le quería. En su primera época, todos le querían, desde Alfaro hasta Navas, pasando por Antoñito. Luego, hizo grandes amistades con Vitolo o Banega. El dolor nos invade a la familia sevillista en un día como hoy. El del adiós de una zurda de diamante y probablemente el mayor talento natural que ha dado nuestra cantera.

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