‘La bestia’ desafía al Barça

El brasileño Leonardo Dutra, máximo goleador esta temporada en la Asobal, lidera el ataque del Cuenca, que disputa la primera final de su historia

Leonardo Dutra (d) celebra un gol en cuartos de la Copa contra el Bidasoa.RFEBM

No hay mucho que hacer en los alrededores del hotel donde se concentran los jugadores del Liberbank Cuenca, ni siquiera un sábado por la noche. Situado en una zona residencial a 15 kilómetros de Alicante, rodeado de campos de golf, el lugar parece pensado para jubilados británicos más que para jóvenes deportistas que acaban de clasificarse para la primera final de la historia del club. Pero en una rotonda, a 300 metros, sí hay un pub irlandés, acorde a la clientela mayoritaria del entorno, y allí acude parte...

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No hay mucho que hacer en los alrededores del hotel donde se concentran los jugadores del Liberbank Cuenca, ni siquiera un sábado por la noche. Situado en una zona residencial a 15 kilómetros de Alicante, rodeado de campos de golf, el lugar parece pensado para jubilados británicos más que para jóvenes deportistas que acaban de clasificarse para la primera final de la historia del club. Pero en una rotonda, a 300 metros, sí hay un pub irlandés, acorde a la clientela mayoritaria del entorno, y allí acude parte de la plantilla a tomarse una cerveza. También Leonardo Dutra, que aparece a última hora, pasadas las 23.00. “Tengo la rodilla derecha un poco hinchada, pero bien”, comenta el brasileño, de 23 años de recién cumplidos que celebra cada victoria con una voltereta.

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Lo llaman La bestia por su potente lanzamiento exterior. Es el máximo goleador esta temporada en la Liga Asobal, con 164 tantos en 23 partidos (7,13 de media), y este domingo (19.00) aspira a alterar el orden mundial del balonmano español: arrebatarle un título nacional al Barcelona, algo que nadie ha conseguido desde 2013 (fue el Atlético de Madrid, en unas semifinales de la Copa del Rey). “Nada es imposible”, comenta tirando del tópico. No se le caen las palabras de la boca, aunque “tiene buen carácter y se enfada poco”, apuntan desde el club. Lo que se le caen son los goles de su recio brazo derecho gladiator, lo más llamativo de un físico que no destaca por su altura (1,83m). En cuartos, contra el Bidasoa, anotó ocho y en semifinales, ante el Granollers, cuatro. En los dos duelos ligueros frente al Barça se apuntó ocho y seis dianas en las sendas palizas azulgranas (44-22 y 20-35).

Presente en el Mundial de 2017 y ausente en el de este año -”no tengo una respuesta, creo que fue por decisión técnica”, se lamenta- él es una de las promesas del balonmano brasileño, caladero preferente de muchos equipos de Asobal a partir de la crisis económica ante la imposibilidad de traer a estrellas europeas. El Cuenca le echó el ojo en la etapa de juvenil y lo reclutó del Pinheiros hace dos veranos. “Teníamos buenos informes sobre él, también en lo personal. Para nosotros no solo cuenta lo deportivo”, explica una fuente de la entidad. “Aquí conocía a Leonardo Tercariol [brasileño también], que jugaba como portero en Cuenca antes de irse al Benidorm. Quise venirme a Europa para estar en una liga mejor”, explica. Firmó por dos campañas y hace un mes renovó hasta 2020.

En la ciudad de las casas colgadas vive solo. Hace buenas migas con su compatriota Thiago Ponciano y dice que le gusta el lugar. “Vengo de un sitio grande [Anápolis, del interior de Brasil] y aquí se está genial. Soy una persona tranquila, no salgo mucho. La experiencia está siendo muy buena, en lo deportivo y en lo personal. También quiero estudiar, pero tengo poco tiempo y todavía no tengo la tarjeta de residencia. Me gustaría terminar Educación Física y luego empezar Veterinaria”, señala.

Su anotación compulsiva ha ayudado a situar al equipo en lo más alto de sus tres décadas de vida. La temporada pasada terminó quinto, la mejor clasificación; este año ha jugado por primera vez en Europa y el curso que viene repetirá; nunca había disputado una fase final de la Copa del Rey y en su primera participación luchará por el título. Su presupuesto ronda los 400.000 euros y este domingo, en Alicante, le espera un imperio de 8,5 millones que no pierde una competición nacional hace más de 2.000 días. La bestia tendrá que multiplicarse.

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