El Athletic gana la batalla de los centros ante el Girona

El equipo de Garitano se impone en Montilivi con su fútbol desde los costados

Raúl Carnero y De Marcos pugnan por el balón.Robin Townsend (EFE)

Aunque parezca mentira, Stuani es como Romario. Claro que no se parecen en su fútbol ni el físico, pero convierten en cierto un axioma que no le vale a casi ningún delantero. “Parece que no juega durante una hora, pero de repente aparece y marca gol”, se decía del brasileño, del jugador de futbolín como le definió Valdano. Pues lo mismo ocurre con Stuani, que puede pasarse todo un acto sin tocar el esférico pero le alcanza con un centro para hacer diana. Justo lo que le hizo al Athletic, aunque para su desd...

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Aunque parezca mentira, Stuani es como Romario. Claro que no se parecen en su fútbol ni el físico, pero convierten en cierto un axioma que no le vale a casi ningún delantero. “Parece que no juega durante una hora, pero de repente aparece y marca gol”, se decía del brasileño, del jugador de futbolín como le definió Valdano. Pues lo mismo ocurre con Stuani, que puede pasarse todo un acto sin tocar el esférico pero le alcanza con un centro para hacer diana. Justo lo que le hizo al Athletic, aunque para su desdicha y la del Girona -que suma nueve derrrotas seguidas en casa- fue insuficiente porque el equipo vasco maduró el encuentro hasta darle la vuelta, hasta devolverle la moneda con dos centros y dos remates a gol.

Desde que llegó Garitano al Athletic, el equipo ha firmado números de Champions, quizá porque ha recuperado la vieja fórmula del club y del fútbol, esa que decía que para llegar a la portería rival no había nada mejor que salir por dentro, atacar por fuera y mandar un centro al cabeceador oportuno. Así lo intentó en Montilivi, un tanto estresado en la raíz por la presión rival tras pérdida, pero afilado por los carriles con centros de Córdoba y Yuri por la izquierda, también de De Marcos por la derecha. Una apuesta que no pareció funcionar porque Williams corría más que remataba, también porque Raúl García estaba más preocupado en el marcaje al hombre que le hacía Muniesa —se estrenó como mediocentro— que en el fútbol. Fue, en cualquier caso, un espejismo doble.

Stuani la caza al vuelo

Homenajeado antes del duelo por su récord goleador con el Girona —suma 39 goles por los 37 que hizo Jandro—, Stuani volvió a hacer lo que sabe. Batalló con los zagueros rivales, apenas participó del juego colectivo y en un centro lateral puso la cabeza para batir a Herrerín y levantar el puño. Mazazo para el Athletic, que no había concedido más que media ocasión, cuando Pere Pons cargó tarde la pierna y se enredó en el chut. Ocurre, sin embargo, que ambas oportunidades llegaron tras un saque de banda, errores de bulto e infantiles por no apretar y atosigar cuando toca.

Con el viento a favor, el Girona se esmeró en abrigarse en su campo para salir a la contra, en cerrar vías de pase y en jugar con las líneas bien apretujadas. Demasiados pasos hacia atrás para frenar a un Athletic que sueña con Europa y que es de ideas fijas, de juego bien definido. Así, en una apertura a la banda izquierda, llegó a la línea de fondo Yuri para centrar —validado porque Portu se tiró al suelo para rebañar el esférico en vez de aguantar el tipo de pie— a Williams, que atendió con éxito al balón en el segundo palo. Instantes después, por el otro costado, fue Williams el que sacó un centro que cabeceó a la red Raúl García. Doble bofetada para el Girona, que trató de espabilarse con un cambio de dibujo —del 5-3-2 pasó al 4-4-2— y de cromos, pero que se quedó con las ganas. Seguramente porque Stuani solo tuvo media ocasión en todo el partido. Y porque al Athletic no se le gana por arriba.

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