El Villarreal golea y se divierte ante el Rapid

Ekambi, con dos goles y dos asistencias, se convierte en el protagonista ante el débil conjunto austriaco

Toko Ekambi celebra uno de sus dos goles.JOSE JORDAN (AFP)

Toko Ekambi, en lo bueno y en lo malo, fue el protagonista del Villarreal ante el Rapid de Viena, un club cuya heráldica ya no tiene ningún peso en Europa, un conjunto tierno y amable, sin fútbol ni maldad. El delantero camerunés ofreció dos asistencias y marcó dos goles como pudo meter cinco si no hubiese fallado más que acertado frente a Strebinger, el desolado portero austriaco al que su defensa vendió una y otra vez.

A los de Calleja no les hizo falta hacer un partido sublime para golear al Rapid. Simplemente hizo valer su mejor condición táctica y técnica, con Fornals como máximo e...

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Toko Ekambi, en lo bueno y en lo malo, fue el protagonista del Villarreal ante el Rapid de Viena, un club cuya heráldica ya no tiene ningún peso en Europa, un conjunto tierno y amable, sin fútbol ni maldad. El delantero camerunés ofreció dos asistencias y marcó dos goles como pudo meter cinco si no hubiese fallado más que acertado frente a Strebinger, el desolado portero austriaco al que su defensa vendió una y otra vez.

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A los de Calleja no les hizo falta hacer un partido sublime para golear al Rapid. Simplemente hizo valer su mejor condición táctica y técnica, con Fornals como máximo exponente de la superioridad amarilla, para desmontar a los débiles austriacos, unos amigos. El Villarreal consiguió su primera victoria en La Cerámica en lo que va de curso. Al séptimo intento. El Rapid no fue rival.

La primera ocasión para el Villarreal fue involuntaria. Rebotó el esférico en Ekambi tras un mal despeje con el pie del portero austriaco, aliviado al ver que el rechace no terminó en su portería. Ekambi estaría en todas. Contestó de inmediato el Rapid beneficiado también por un mal despeje de la zaga amarilla. La cosa iba de concesiones y el Rapid, empeñado en mostrarse cándido en defensa, volvió a pifiarla, tropezando y cayendo al suelo su pareja de centrales para dejar solo a Ekambi frente a Strebinger. El camerunés se apiadó de la torpeza de los defensas y cruzó excesivamente el remate con toda la portería para él. Y, al poco, Ekambi perseveró en el error, de nuevo solo ante el portero austriaco y otra vez con la mira desviada.

El partido tenía cierta desidia, sin tensión defensiva los austriacos, con zagueros de buena planta y piernas de hormigón. Cada balón filtrado o al espacio del Villarreal encontraba a su destinatario, que no era otro que Ekambi, un Usain Bolt para los vieneses incapaces de sujetarlo. En el enésimo envío profundo al camerunés, el Villarreal encontró el gol. De nuevo Ekambi ante Strebinger y al ex del Angers se le volvió a nublar la vista. Sin poder esquivar al portero, optó por asistir a Fornals, que llegaba desde la segunda línea de ataque. El castellonense, con pie de seda y las pulsaciones adecuadas, empaló a gol con un sutil toque de interior.

El Rapid quedaba retratado una y otra vez. No se enteraba de qué iba la película. Y prosiguió con los obsequios. Un mal despeje de Müldür fue a parar a la cabeza de Fornals, que de cabeza dejó a Ekambi con el esférico y en medio de los centrales del Rapid que no se atrevieron a toser al camerunés que, ahora sí, acertó entre los tres palos tras una buena maniobra. Los dos tantos amarillos llegaron con un margen de cinco minutos, el segundo a la media hora de juego. Y Ekambi frente a Strebinger, una secuela más, y otra vez el disparo que no encuentra portería. La halló en el último minuto del primer tiempo al peinar de cabeza un preciso centro del canterano Llambric. El segundo gol de Ekambi también encontró la colaboración de un defensor austriaco que terminó de desviar el esférico a la red.

Y la historia tuvo su continuidad en el segundo tiempo. El Villarreal con el esférico y la intención, y el Rapid facilitando oportunidades para los castellonenses que lograron un cuarto gol en una gran acción coral que culminó Raba, al que Ekambi, con un suave toque, le dejó frente a la portería austriaca. Y faltaba el epílogo de Gerard Moreno, que cerró la pachanga con el quinto gol, con el Villarreal con un jugador menos por la expulsión de Jaume Costa. Una fiesta amarilla.

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