Griezmann libera al Atlético

La finura y la astucia del delantero y la habilidad de Lemar superan al aceptable Brujas. Simeone cambió el dibujo táctico tras la lesión de Giménez

Griezmann celebra uno de sus goles al Brujas, ayer en el Metropolitano.Jaime Villanueva

A lomos de la finura y la astucia de Griezmann para definir y de la seda de Lemar, el Atlético se deshizo de un incómodo Brujas. De alguna manera, el Atlético le dio un portazo al recuerdo del Qarabag para sumar tres puntos que le perfilan ya como más que posible participante de los octavos de final. Tuvieron que trabajarse la victoria los rojiblancos como había anticipado su entrenador, pero hay veces que da por pensar que sus decisiones también tienen que ver con esas esforzadas victorias.

A Simeone le dio por i...

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A lomos de la finura y la astucia de Griezmann para definir y de la seda de Lemar, el Atlético se deshizo de un incómodo Brujas. De alguna manera, el Atlético le dio un portazo al recuerdo del Qarabag para sumar tres puntos que le perfilan ya como más que posible participante de los octavos de final. Tuvieron que trabajarse la victoria los rojiblancos como había anticipado su entrenador, pero hay veces que da por pensar que sus decisiones también tienen que ver con esas esforzadas victorias.

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A Simeone le dio por igualar el sistema de Leko de tres centrales y dos carrileros. Le concedió la alternativa en la derecha al colombiano Arias y condenó a Saúl al pasillo izquierdo. En el medio del eje defensivo Giménez, Godín y Lucas. A ratos, el Atlético se sintió un cuerpo extraño en ese traje que el Cholo desempolva de vez en cuando de su libreto. Un dibujo a priori para tener superioridad en la elaboración inicial y en el corazón del juego. Resulta raro que siendo Godín el que peor salida de balón tiene ocupara el centro, salvo que Simeone buscara protegerle con la mayor velocidad de sus dos escoltas, en ese molde al que no terminaba de ajustarse. La distancia entrelíneas permitió al Brujas brindarle a sus 3.000 entusiastas seguidores el orgullo de jugar en campo contrario y amenazar con la brega de Wesley y de sus también carrileros Vlietinck y Groeneveld.

En ataque el Atlético fue un equipo de picos durante el primer acto. Casi siempre alcanzando sus mejores acciones cuando la pelota le caía a Lemar. Cuando no fue así, se vivieron escenas que describieron el desconcierto rojiblanco en el juego. Las quejas continuas de Diego Costa a Saúl, Koke y Griezmann reclamando balones fueron muy sintomáticas. El único que veía el fútbol claro era Lemar. Suyo fue un pase teledirigido que rompió dos líneas para dejar solo a Griezmann ante Letica, al que superó con una picadita de escuela. El medio cuerpo con el que partió de ventaja en el desmarque invalidó la obra construida.

También fue Lemar el que puso el balón que le cayó de nuevo a Griezmann, esquinado en el segundo palo. Esta vez su remate cruzado raso esquinado sí fue válido. Lo hizo bueno Letica, que hizo todo lo que no debe hacer un portero en situaciones así. Encogió la estirada y se tiró tarde y mal. Los manuales básicos de la posición dicen que esos remates hay que atajarlos lanzándose en diagonal para tapar más hueco. El gol mejoró poco al Atlético, que al borde del descanso se encajó uno de los tantos de la jornada. Un misilazo cruzado con la derecha de Groeneveld desde más atrás del vértice del área y cercano a la banda izquierda que sobrepasó a Oblak para colarse cerca de la escuadra.

Entrada de Filipe Luis y 4-4-2

Las molestias de Giménez obligaron a Simeone a naturalizar el dibujo. Metió a Filipe y dispuso un 4-4-2 en el que el equipo se sintió más cómodo y reconocible. No le sobró fútbol, pero mejoró. Se vio más a Arias, de poste en el primer tiempo. Fue preocupante algunas de las secuencias que dejó Koke, lento y nervioso en la ejecución de una pelota clara en el área. En la primera parte le sucedió lo mismo en una conducción de un contragolpe meridiano. Quizá el intento de Simeone de revitalizarle con minutos le esté sobreexponiendo. Al menos, el técnico rojiblanco no decidió quitar a Lemar cuando metió a Correa para tratar de agitar el partido. El sustituido fue Thomas. De Lemar también partió la jugada con la que Diego Costa le dio el segundo gol a Griezmann tras una carrera y un pase atrás. Del esfuerzo, Costa se rompió.

Con 2-1, Simeone metió a Rodrigo para reemplazar al hispanobrasileño. De nuevo, el chico volvió a mostrar que el Atlético es otro con él en la cancha. Como en la primera parte del Bernabéu, emergió un equipo más calmado y limpio con la pelota. La hinchada le aclama cada recuperación y cada pase, aunque sea para atrás. En su caso esas descargas que no son del agrado de su entrenador son casi siempre para que el equipo pueda avanzar en el siguiente pase hacia adelante. Como sí le gusta a su técnico.

Con Rodrigo de timonel, al Atlético le dio para generar dos jugadas claras de gol para Correa y hasta para hacer rondos con el objetivo de dormir el partido y conservar el 2-1. También se puede defender con la pelota e incluso cerrar el partido como hizo Koke, al que anímicamente le vendrá bien ese gol.

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