Sin Messi no hay estilo que valga

El Barcelona, que empató ante el Athletic, no supo qué hacer con la pelota mientras el 10 se quedó en el banquillo

Messi, rodeado de rivales del Athletic durante el duelo del sábado / En vídeo, declaraciones de los entrenadores del Barcelona y Athletic (ATLAS)Vídeo: P. BARRENA AFP

No por mala educación sino por novedoso, el saludo previo al Barça-Athletic en el Camp Nou no se introducía con un “hola” o un “buenas tardes” sino con un “Messi banquillo, ¿eh?”. Resultó extraño porque el partido, consciente Valverde de que el rival presionaría al hombre, invitaba a la participación del 10 porque con esa propuesta difícilmente se podían dar las ayudas defensivas. Y en el uno contra uno, pocas veces falla Leo. “Sé que era arriesgado dejarlo en el banquillo”, expuso el técnico al acabar el encuentro al tiempo q...

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No por mala educación sino por novedoso, el saludo previo al Barça-Athletic en el Camp Nou no se introducía con un “hola” o un “buenas tardes” sino con un “Messi banquillo, ¿eh?”. Resultó extraño porque el partido, consciente Valverde de que el rival presionaría al hombre, invitaba a la participación del 10 porque con esa propuesta difícilmente se podían dar las ayudas defensivas. Y en el uno contra uno, pocas veces falla Leo. “Sé que era arriesgado dejarlo en el banquillo”, expuso el técnico al acabar el encuentro al tiempo que lo justificó en el calendario y en el próximo encuentro ante el Tottenham, que es de Champions y es lo que más quiere el vestuario azulgrana. “Pero si hubiésemos remontado, diríamos que Messi encontrócansado al rival”, prosiguió Valverde. El problema, sin embargo, no fueron los minutos en los que el capitán estuvo sobre el césped sino en los 55 que permaneció en el banquillo.

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Se sentó en primera fila junto a José Ramón De la Fuente, el preparador de porteros y uno de sus grandes confidentes porque siempre le saca una sonrisa. Animado al principio, el gesto se le torció a medida que pasaban los minutos y se retocaba las uñas a la espera de su turno, que a buen seguro habría pactado con Valverde para no sobrecargarse. Así, tras chocar las manos con Arturo Vidal –enfurruñado a más no poder por el cambio- el estadio vibró de tal manera que puso en entredicho a la escala sismológica de Richter. A partir de ese momento, el encuentro dio un vuelco abismal. El Barcelona orbitó alrededor del 10, que actuó de mediapunta. Donde había problemas para conectar con la media, Messi dio la solución; donde había apuros para poder amasar el esférico en campo contrario, Messi ofreció la luz; y donde existían lagunas para presentarse en el área rival, Messi dijo esta es la mía. De ahí que el gol que significó el empate saliera de sus botas, primero con un disparo seco que repelió Simón y, en la continuación, con un centro que hizo las delicias de Munir porque logró su primera diana en el curso.

Valverde, la plantilla y el aficionado saben que Leo es la guía y la hoja de ruta, el que impone un estilo porque en el vestuario hay una norma no escrita de que la pelota ha de pasar por La Pulga. Xavi era el mejor ejemplo porque levantaba la cabeza en su búsqueda y tenía dos opciones: si Leo la quería se la daba sin vacilar; y si tenía la cabeza gacha, Xavi giraba con el balón y volvía a preguntarle con la mirada. Busquets lo explicó en una entrevista a EL PAÍS. “Claro que le busco y eso no se hace sin darse cuenta, evidentemente. Es lo que queremos. Tener a Leo en el equipo te soluciona casi todo porque desequilibra, da goles y los mete... Cuanto más tiempo tenga el balón en sus pies, mejor y más ventaja tendremos”, resolvió; “nuestro juego tiene que pasar por él, es lo lógico. No es Messidependecia; es ser inteligentes y aprovechar al mejor del mundo. A partir de ahí, cuando la tengo intento buscarle. A veces, excesivamente. Pero prefiero correr ese riesgo”. Claro que todo tiene su lado bueno y malo, como también cuenta Rakitic: “Mucha gente me dice que es muy fácil jugar con Leo. Y sí, es lo más bonito que hay y todos queremos tenerlo en nuestro equipo. Pero no es fácil porque Messi no se mueve como un extremo. Aunque si hay que hacer 5.000 metros, pues se hacen porque si jugamos para Leo es porque se lo ha ganado y trabajado”.

Ocurre que sin Messi el Barça no encuentra la paz ni una línea de pase seguro, un jugador que descuente rivales con el pase o el quiebro y que, además, sirve para componer fútbol como definirlo. “Pero no podemos depender de que entre Leo a solucionar las cosas”, se lamentó Luis Suárez; “tenemos que mejorar. Los que estamos aquí es por méritos propios, porque hemos demostrado mucho en otros clubes. No depende de que entre Leo o entre Busi, tendríamos que haber ganado el partido antes de la entrada de ellos”. Alba fue un poco más prudente: “Con Messi somos infinitamente mejores, aunque estamos capacitados para jugar sin él. Eso sí, él nos hace mejores a todos”. Problemas, sin embargo, que Messi puede solucionar. Aunque el 10 veía otro apuro tras el nuevo empate –suma dos de los últimos nueve puntos el Barça en la Liga- contra el Athletic: “Tenemos que hacernos más fuertes defensivamente. No puede ser que recibamos goles todos los partidos. Venimos de un año donde era muy difícil hacernos gol e incluso ocasiones, y ahora a la mínima nos convierten. Pero hay que estar tranquilo y ser conscientes de que esto es muy largo”. Para el Barça, en cualquier caso, puede ser infinito sin el 10. Porque queda claro que el estilo azulgrana de cuna es el del pase y la posesión, de la presión alta y la salida desde la raíz. Pero sin Messi, por ahora, no hay estilo que valga.

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