La temporada perdida del Barcelona B

El descenso del filial azulgrana confirma la política errática en la Masia

Aleñá, un partido con el Barça.Getty Images

No ha habido un equipo más raro y desnaturalizado en Segunda A que el Barça B. A no ser por el color azulgrana de la camiseta, se le hubiera podido confundir con un cualquiera de la categoría, falto de identidad, víctima de una fallida política de fichajes, extraviado con los cambios de futbolistas y también de entrenador, descendido el domingo en Albacete.

El filial se venció en silencio, apenado, sin un solo directivo ni miembro del cuerpo técnico presente en el Carlos Belmonte, como si fuera un equipo anónimo, atrapado en un 0-0, entregado a voluntarismo de los últimos jugadores en n...

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No ha habido un equipo más raro y desnaturalizado en Segunda A que el Barça B. A no ser por el color azulgrana de la camiseta, se le hubiera podido confundir con un cualquiera de la categoría, falto de identidad, víctima de una fallida política de fichajes, extraviado con los cambios de futbolistas y también de entrenador, descendido el domingo en Albacete.

El filial se venció en silencio, apenado, sin un solo directivo ni miembro del cuerpo técnico presente en el Carlos Belmonte, como si fuera un equipo anónimo, atrapado en un 0-0, entregado a voluntarismo de los últimos jugadores en nómina y de Francisco Javier García Pimienta, técnico de club por excelencia de La Masia. Pimi, sustituto de Gerard López, no llegó a tiempo de corregir una política deportiva errática porque no había más objetivo que la permanencia en Segunda A.

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Los responsables técnicos, desde el mánager Pep Segura hasta quienes cuidan de la formación, José Mari Bakero y Guillermo Amor, y de la cantera, Jordi Roura y Aureli Altimira, crearon una obligación innecesaria o que no venía a cuento en el historial del Barça. La prioridad era mantener la categoría alcanzada la pasada temporada sin tener que reparar en la Masia. Al filial se le aplicó la misma medicina que a los demás equipos inferiores: se juega para ganar y se premia a los jugadores y técnicos que cuentan sus partidos por victorias, de manera que no hay consuelo para el Barça B después de estar 11 jornadas sin ganar en Segunda A.

Ha habido mucho mercadeo en el Miniestadi. Hasta 34 jugadores han pasado los últimos tres años por el filial y 19 ya se han ido mientras que cinco ni siquiera debutaron en el B. La última inversión ha sido de seis millones: 11 futbolistas llegaron en verano y cinco en invierno, algunos como cedidos y otros como contratados, y cinco no completaron el ejercicio al tiempo que se lesionaba Arnaiz, con el que contaba Ernesto Valverde.

La distancia entre el Miniestadi y el Camp Nou ha sido enorme y la media de asistencia a los partidos del Barça B ha sido de 2.586 espectadores, circunstancia que agrava las dificultades de los filiales para competir en Segunda A —el Sevilla Atlético también ha descendido—. El Barça argumenta por un lado que muchos futbolistas exigen jugar en Segunda A. A los juveniles de la cantera, en cambio, les resulta más fácil ascender a Segunda B.

El mercado europeo se encarece

Algunos portavoces del club azulgrana convienen que al Barcelona no le queda más remedio que adaptarse al modelo europeo, circunstancia que obligará a competir económicamente para retener a las mejores promesas de la Masia. Los cadetes son especialmente tentados por los clubes ingleses, alemanes y también de Italia. “El 75% de la decisión de marcharse es por dinero”, dijo Bakero cuando se le preguntó por las salidas continuas de promesas del Barcelona.

Algunos jóvenes admiten en cambio que tienen dudas a la hora de decidir entre quedarse o aceptar una oferta porque desde hace un tiempo no observan que el club apueste por la cantera y prefiere invertir en fichajes de jóvenes de fuera.

El Barça ha estudiado la posibilidad de crear un equipo C y llegar a acuerdos con un filial catalán o extranjero, opciones que no han evitado la fuga de talentos: Mboula, Eric García y Sergi Gómez. Los próximos pueden ser Benabé y Moreno. Aunque no se han depurado responsabilidades, no le queda más remedio a la directiva que buscar un punto de inflexión además de ascender al primer equipo a Aleñá. La apuesta es volver a los orígenes y ascender a la camada de juveniles que ganaron la Youth League en abril con García Pimienta en el banquillo y hasta siete representantes del club en el palco de Nyon. El nuevo faro sería Riqui Puig.

Mensajes de Fali y Pimi

“El año que viene volveremos a Segunda B, pero continuaremos trabajando en un proyecto nuevo, fieles a nuestro estilo y con el objetivo principal de preparar a nuestros jugadores para cuando el primer equipo los necesite”. Palabra de Pimi, cuyo contrato vence en 2020. No se olvida en La Masia que Pedro y Busquets alcanzaron el Camp Nou con Guardiola cuando jugaban en Tercera. La nueva política contempla también una nueva escala salarial, tanto en las cláusulas como en las primas, y una reorientación técnica después de constatarse que hay dos líneas de trabajo opuestas y que algunos implicados amenazaron con dimitir si no se reconduce un problema que se arrastra y agrava desde la sanción de la FIFA.

 El último dardo ha sido el de Fali, exjugador del filial, hoy en el Nàstic, dirigido a Bakero: “Todo el vestuario está en su contra”, dijo a la Cope. [Los jugadores] “no lo pueden decir pero yo sí. Puede que yo no fuera un jugador ideal para el Barça B, pero él también tiene mucho que aprender”.

El aprendizaje, la razón de ser de la cantera, es lo que aspira a recuperar el Barça tras constatar que el último canterano ascendido ha sido Sergi Roberto en 2010. “El problema no es perder la categoría sino perder el tiempo y la razón”, concluyen en La Masia.

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