Al líder le valen 47 segundos en el Pizjuán

Los azulgrana empatan en dos jugadas finales un partido en el que el Sevilla aspiró a la goleada

FOTO: Suárez y Alcácer festejan el primer tanto azulgrana. / VÍDEO: Declaraciones de los entrenadores tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: JON NAZCA (REUTERS) / ATLAS

Al Barcelona le alcanzó con un abrir y cerrar de ojos para despertar al Sevilla. Nadie daba un duro por el líder cuando comparecieron Luis Suárez y Messi y con solo dos remates en 47 segundos consiguieron tantos goles como el equipo de Montella en 21 tiros en 87 minutos frenéticos en el Sánchez Pizjuán. El partido olía a goleada para el Sevilla y acabó con un empate del Barcelona. El resultado avala el poderío de los dos delanteros azulgrana al tiempo que el juego compromete al equipo...

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Al Barcelona le alcanzó con un abrir y cerrar de ojos para despertar al Sevilla. Nadie daba un duro por el líder cuando comparecieron Luis Suárez y Messi y con solo dos remates en 47 segundos consiguieron tantos goles como el equipo de Montella en 21 tiros en 87 minutos frenéticos en el Sánchez Pizjuán. El partido olía a goleada para el Sevilla y acabó con un empate del Barcelona. El resultado avala el poderío de los dos delanteros azulgrana al tiempo que el juego compromete al equipo de Valverde, que resucitó en plena Semana Santa, para mantener su condición de invicto en la Liga.

La pegada del Barcelona contrastó con la indulgencia del Sevilla. Los azulgrana se olvidaron de defender, una noticia sorprendente con Valverde, y fueron durante mucho rato un equipo irreconocible, errático y desganado, sometido por un eufórico Sevilla. La excitación era máxima en el Pizjuán con vistas a la eliminatoria de Champions contra el Bayern y a la final de Copa ante el propio Barcelona. El líder, mientras, parecía mudo con y sin Messi en vigilias de recibir a la Roma.

Más remates que juego

Ausente de salida el 10, el Barcelona afrentó el partido con tres delanteros, un ariete clásico como Luis Suárez y dos jugadores desequilibrantes por las bandas, Dembélé y Coutinho. No quería especular, más poderoso en la presión y la transición, falto en cambio de precisión en una medular copada por Paulinho, Rakitic e Iniesta. Aunque no estaba fino en la elaboración, el Barça se confió porque alcanzaba posiciones de remate con relativa facilidad a partir de Luis Suárez hasta que recibió sin enterarse el 1-0.

Tampoco le costaba al Sevilla enfilar a Ter Stegen. Los contragolpes del equipo de Montella eran rápidos y directos, tan vertiginosos como inicialmente estériles, nada nuevo en la Liga. Al Sevilla le falta contundencia para coronar su juego vigoroso, su ir y venir sin parar, empujado desde la derecha por el reaparecido Navas, sustituto en el campo de Sarabia. No había pausa en un partido planteado a tumba abierta, dispuestos ambos equipos a resolver el litigio en las áreas, como si la posesión no le importara al Barça en ausencia de Busquets y Messi.

La permeabilidad en la divisoria condenó a los muchachos de Valverde. Pinchó la pelota Correa y armó una jugada primorosa rematada con calma por el Mudo Vázquez. Nadie incomodó al italo-argentino, ni siquiera Umtiti. El disparo a cámara lenta de Vázquez penalizó las reiteradas pérdidas de balón del Barça, más espectador que protagonista a medida que avanzaba el duelo. No había ni rastro de la solidez de los azulgrana, que no habían encajado un gol desde el partido de Las Palmas —439 minutos—, cuando Calleri batió de penalti a Ter Stegen.

La única preocupación de Montella era proteger al lateral derecho después que Mercado tomara una tarjeta y se expusiera a la expulsión. El técnico aprovechó el descanso para sustituir al argentino por Layún. La estabilidad sevillista contrastó con el absentismo del Barça, poco intenso, nada concentrado, nuevamente condescendiente en el 2-0 de Muriel. El tercero no llegó poco después porque Piqué sacó en la raya de gol el chut de Navas, excelente como medio y delantero, capaz de regatear a Ter Stegen.

El poderío físico del Sevilla partió por la mitad al Barça. La salida de Messi permitió por un momento atemperar al rival. La pausa duró poco porque los chicos de Montella volvieron a la carga cuando advirtieron que ningún azulgrana era capaz de superar al desacertado Sergio Rico. Al meta le fallaba el pulso tanto como a Murillo. Las ocasiones se contaban en el área de Ter Stegen. Vivía cómodo el perdonavidas del Sevilla. Y, entonces, en plena euforia local, apreció Suárez a la salida de un córner para poner el 2-1 y acto seguido se presentó Messi con un disparo desde fuera del área para dejar el 2-2. Visto y no visto, tal que fueran dos jugadas de otro partido si no fuera porque se trataba del Barcelona, el líder que no pierde un partido ni concediendo dos goles y 20 remates en 87 minutos como pasó en Sevilla.

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