La Malta del 12-1: el rey de la comedia

La escena del señor vestido de blanco que ofrece limones durante el descanso que denuncian los malteses 35 años después tiene su aquel

Rincón marca uno de los goles a Malta.DIARIO AS

Lo primero que se me viene a la cabeza tras enterarme de la denuncia de los malteses es un monólogo de Joaquín Reyes, cómico chanante y ciudadano ilustrísimo, en el que aludía a la legendaria figura del viejo que regala caramelos con droga a la puerta de los colegios: "¿A vosotros os los regalaba? ¡A mí me los cobraba! Viejo avaro…". También aquel anuncio de una conocida marca de cervezas en el que John Bonello, el portero que recogió hasta doce balones de su portería en diciembre de 1983, regresaba a España aclamado como héroe nacional bajo el lema “solo tú eres leyenda”. Son dos notas de hum...

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Lo primero que se me viene a la cabeza tras enterarme de la denuncia de los malteses es un monólogo de Joaquín Reyes, cómico chanante y ciudadano ilustrísimo, en el que aludía a la legendaria figura del viejo que regala caramelos con droga a la puerta de los colegios: "¿A vosotros os los regalaba? ¡A mí me los cobraba! Viejo avaro…". También aquel anuncio de una conocida marca de cervezas en el que John Bonello, el portero que recogió hasta doce balones de su portería en diciembre de 1983, regresaba a España aclamado como héroe nacional bajo el lema “solo tú eres leyenda”. Son dos notas de humor que apenas pretenden servir como pretexto para introducir una tercera: la acusación vertida por algunos integrantes de aquella selección en un conocido programa de televisión.

Ni al cómico albaceteño ni a los publicistas de la empresa cervecera se les habría ocurrido un mejor comienzo para la chanza que el expresado por uno de los denunciantes: “mi hermano es culturista”. Es un planteamiento de lo más prometedor y que recuerda a esas cenas de trabajo en las que algún compañero se empeña en demostrar lo indemostrable aludiendo al oficio o la experiencia de algún familiar cercano (generalmente médicos o abogados), lo que parece dotar de cierto peso a cualquier tipo de argumento por descabellado que parezca. Recordemos, sin ir más lejos, el día en que Mariano Rajoy negó la existencia del cambio climático amparándose en la opinión de un primo suyo, catedrático de Física en la Universidad de Sevilla. “Algunos jugadores tenían espuma blanca en la boca”, continúa relatando el maltés para tratar de apuntalar el supuesto uso de esteroides por parte de los futbolistas españoles, lo que nos deja con la duda sobre cuál habría sido su versión de haberse dedicado el citado hermano culturista a la veterinaria.

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La escena del señor vestido de blanco que ofrece limones durante el descanso también tiene su aquel, un cierto aroma berlanguiano en el que uno no puede dejar de imaginar a José Luís López Vázquez entrando en el vestuario de Malta, disfrazando de camarero, y tratando de disimular la engañifa con la sonrisa forzada y cierto tartamudeo. Sin embargo, todo el asunto deja de tener gracia cuando uno repara en que este es el país de la Operación Puerto, recientemente enterrada sin que ninguno de los implicados haya merecido ningún tipo de castigo por parte de las autoridades deportivas y judiciales.

Lo que aquí es visto como una historia inverosímil –y ciertamente lo es- no se percibirá del mismo modo al otro lado de nuestras fronteras donde, desde hace demasiado tiempo, los triunfos de nuestros deportistas son asumidos con las reservas propias de quienes contemplan a un país que no se toma en serio la lucha contra el dopaje. Así pues, podría concluirse que la denuncia de los jugadores de Malta sobre los entresijos del histórico partido incluye todos los ingredientes de la comedia tradicional pero también el más reconocible entre los que conforman la base de la Stand-Up Comedy actual: detrás de la risa subyace, siempre, un pequeño gran drama.

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