Pulisic, el niño que no quería ser prodigio

A sus 19 años el jugador del Dortmund acumula elogios al mismo tiempo que lucha contra ellos

Pulisic, durante un entrenamiento del Borussia Dortmund.Leon Kuegeler (Reuters)

En jugadores como Christian Pulisic (Hershey, Pensilvania, 19 años), de tallo menudo pero fibroso —173 centímetros y 63 kilos—, se advierten detalles que justifican cómo una figura tan aparentemente volátil no salta por los aires cada vez que choca contra un rival con una relación corporal más ajustada. A este estadounidense de apellido croata, hijo de padre y madre futbolistas, le salva de los impactos un toque extra a la pelota bien entrenado que remite a su etapa como jugador ...

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En jugadores como Christian Pulisic (Hershey, Pensilvania, 19 años), de tallo menudo pero fibroso —173 centímetros y 63 kilos—, se advierten detalles que justifican cómo una figura tan aparentemente volátil no salta por los aires cada vez que choca contra un rival con una relación corporal más ajustada. A este estadounidense de apellido croata, hijo de padre y madre futbolistas, le salva de los impactos un toque extra a la pelota bien entrenado que remite a su etapa como jugador de fútbol sala en los Harrisburg Heat.

“He tenido la suerte de nacer con una buena complexión atlética. Esa rapidez, fortaleza, capacidad de chocar con rivales te permite poder ganar los tackles y resultar molesto para los rivales”, reconoció en una entrevista reciente para el diario inglés The Guardian.

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A pesar de que con 17 años y 193 días se convirtió en el futbolista más joven en disputar un partido clasificatorio para el Mundial con la selección de Estados Unidos, y de haber completado dos buenas temporadas con el Borussia Dortmund, al que se integró con 16 años gracias al trabajo de Lars Ricken y Eddie Boekamp, responsables de la cantera, y de Hannes Wolf, extécnico de los juveniles, la marcha de Dembélé le ha situado en un escenario impropio para un jugador de su edad.

“He oído hablar de todas estas cosas sobre mí pero no me importan demasiado, solo intento sacarlo de mi cabeza. No necesito toda esta atención externa. Trato de hacer lo mejor para mí y para la gente que me rodea. Tengo muchas cosas por mejorar”, reconoce el jugador.

Centrocampista habilidoso, de cintura elástica, Pulisic suma dos goles y una asistencia esta temporada en la Bundesliga. En 62 partidos con la camiseta del Dortmund se advierten más pases decisivos (14) que dianas (10), lo que refleja una concepción del fútbol igual de solidaria que la de su excompañero (22 asistencias y 10 goles en 50 partidos). Sin embargo, su posición más centrada le exige un mayor desgaste en tareas defensivas que el que realizaba el ahora jugador del Barcelona.

Pulisic, durante un entrenamiento con el Dortmund.SASCHA STEINBACH (EFE)

“Va a ser el mejor futbolista estadounidense que haya existido nunca”, se aventuró a predecir Thomas Rongen, seleccionador sub-20 de EEUU. “Es fácil darse cuenta de que tiene unas habilidades especiales con la pelota. Esa manera de moverla, de resultar ligero con ella y sin embargo provocar siempre el error en el defensa”, se sumó el capitán de su selección, Michael Bradley, tras su debut con la absoluta.

A pesar de tener ascendencia croata, de haberse mudado con siete años a Inglaterra durante una temporada y de residir en Alemania desde los 16, Pulisic no deja de ser un adolescente norteamericano más. Fanático del béisbol —una afición que comparte con su compañero Julian Weigl—, y de la NBA —es seguidor de LeBron James, no de los Cleveland Cavaliers—, no se pierde los resúmenes de la Major League Soccer donde juegan sus compañeros de selección. Además cocina habitualmente para sus compañeros de equipo en el piso que comparte con su primo Will, portero de 19 años que llegó el curso pasado a Dortmund.

“No quiero ser el niño prodigio del fútbol americano. No quiero vivir el sueño de toda una nación, quiero vivir mi propio sueño”, asegura en su perfil en la web del Dortmund. Frente al Real Madrid Pulisic volverá a disfrutar de una oportunidad para demostrar que ese mestizaje deportivo que le ha acompañado desde niño está todavía por encontrar su límite. “Todo esto ha ido muy rápido”, asegura. Y más que puede ir.

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