La enésima reconversión de Messi

El argentino, decisivo ante la Juventus, se acerca al área con Valverde y aumenta su capacidad goleadora

Messi celeba uno de sus goles ante el Juventus. ALBERT GEA (REUTERS)

Messi emergió como extremo con Rijkaard, explotó como falso nuevo de la mano de Guardiola y asumió con Luis Enrique tareas más constructivas que resolutivas. Su evolución prosigue al lado de Valverde. “Empiece donde empiece siempre acabará en zonas de influencia”, analiza el técnico, que no esconde su plan para el argentino: “El objetivo es que esté en zonas cómodas y acabe en zona de finalización, que es donde marca la diferencia”.

La intención del entrenador parece ir por buen camino. Me...

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Messi emergió como extremo con Rijkaard, explotó como falso nuevo de la mano de Guardiola y asumió con Luis Enrique tareas más constructivas que resolutivas. Su evolución prosigue al lado de Valverde. “Empiece donde empiece siempre acabará en zonas de influencia”, analiza el técnico, que no esconde su plan para el argentino: “El objetivo es que esté en zonas cómodas y acabe en zona de finalización, que es donde marca la diferencia”.

La intención del entrenador parece ir por buen camino. Messi vive más cerca del área y su arranque de temporada asusta. Ya es el máximo goleador de la liga con cinco goles, y suma tres disparos más por partido que en el curso pasado (pasa de 5,3 a 8). Contra la Juventus el guion no varió, a pesar de la sobriedad defensiva del conjunto de Allegri en la primera parte. “Si no le dejamos espacios podemos limitarlo”, reivindica el técnico italiano. Su receta se cortó cuando Messi batió a Buffon antes del descanso y la Juventus separó sus líneas. “Nos estiramos, y entonces Messi ya es imparable”, admite Allegri. Lo fue el argentino, que cerró el marcador y terminó con cinco regates completados, más que ningún otro futbolista.

El 10 parece haberse adaptado a la perfección a la asimetría de Valverde. El técnico ubicó a Dembélé en la banda derecha y vació la izquierda para que Jordi Alba campara a sus anchas. “No es lo mismo jugar con un extremo fijo que con Messi ahí; bueno, por ahí”, analiza Rakitic. Y por ahí, entre el extremo y Suárez convive Messi, que ya no necesita retrasar su posición para conectar igual de bien con la delantera como con el medio del campo. “Entiende perfectamente las cuestiones tácticas”, le dedica Valverde, “sabe perfectamente la situación del equipo”. En caso de duda, el argentino llama a la puerta de Iniesta, a quién pasó el balón 11 veces durante el partido, más que nadie sobre el campo.

El lugar de Iniesta

La importancia del manchego también parece haber cambiado de prisma con Valverde. Iniesta ya no corre para para proteger al tridente, sino que aspira a hacer correr la pelota. “Teniendo en cuenta cómo juega el Barça desde hace tiempo, lo normal es que los centrocampistas acaparen el juego y los delanteros definan”, justifica Valverde. Y el técnico considera que Messi es su mejor arma para definir. “Cuando coge la pelota sólo pueden pasar cosas buenas para el equipo. Puede hacer gol desde cualquier posición”.

Con el doblete contra la Juventus, Messi ya suma ocho goles en seis partidos oficiales esta temporada. Y sus registros podrían ser aún mejores de no haber fallado un penalti en Mendizorroza, ni de haber chocado cinco veces contra el poste. Es su lado humano, a pesar de que alguno dude de ello. “Messi es un extraterrestre”, le definió Buffon en la previa de la final de la Champions de 2015. El guardameta bloqueó al argentino en aquel partido y en la eliminatoria del curso pasado, pero encajó dos goles ante la nueva versión del 10, más próximo al área. “Leo es otra historia. Es único”, le alaba Jordi Alba, “cuando se vaya del Barça se notará mucho”. Pero Messi ahí sigue, en plena reconversión. La enésima.

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