Lucas Pérez le marca un gol a la morriña

El delantero coruñés desecha decenas de ofertas, entre ellas una postrera del Sevilla, para regresar al Deportivo ante el estupor de media Europa

Lucas Pérez posa con una camiseta del Deportivo a su llegada al aeropuerto coruñés de Alvedro.Cabalar (EFE)

Da para inspirar un buen guión de Hollywood, pero esta historia jamás hubiera sucedido en el deporte profesional americano, donde los derechos de sus actores dependen del albedrío de unas franquicias que los manejan como mercancía. En la élite del fútbol europeo todavía es posible que un deportista pueda determinar su futuro, desechar ofertas y enrocarse en la que desea hasta salirse con la suya. “Ojalá con Lucas se cumpla ese dicho de que los futbolistas juegan donde quieren”, dijo este verano Fernando Navarro, veterano zaguero del Deportivo. Esta es una historia de dinero, pero sobre todo de...

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Da para inspirar un buen guión de Hollywood, pero esta historia jamás hubiera sucedido en el deporte profesional americano, donde los derechos de sus actores dependen del albedrío de unas franquicias que los manejan como mercancía. En la élite del fútbol europeo todavía es posible que un deportista pueda determinar su futuro, desechar ofertas y enrocarse en la que desea hasta salirse con la suya. “Ojalá con Lucas se cumpla ese dicho de que los futbolistas juegan donde quieren”, dijo este verano Fernando Navarro, veterano zaguero del Deportivo. Esta es una historia de dinero, pero sobre todo de amor, de pasión, de respeto a la palabra dada, de ilusión por cumplir el anhelo del niño de barrio que soñó con pasear como un ídolo en su ciudad, que también quiso probarse contra los mejores.

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Lucas Pérez (A Coruña, 1988) jugará esta temporada en el Deportivo después de que en el último día del mercado de fichajes inglés el Arsenal llegase a un acuerdo para cederlo al club del que lo había fichado hace un año. El coste total de la operación supone para el club gallego un fijo en torno a los cuatro millones de euros, incluído el salario del jugador, y una serie de variables por partidos disputados y goles marcados que puede elevarse en casi tres millones más. La ilusión y la expectativa generada entre la afición no se cuantifica. “Han pasado 366 días, pero la morriña ha terminado”, ilustra un video del futbolista difundido a través de sus redes sociales. No le fue del todo bien en Londres, donde llegó después de marcar 17 goles y dar 10 asistencias en su última liga con el equipo coruñés y tras desechar opciones como la del Everton o el Villarreal. Siempre dijo que si salía de A Coruña era para pelear por títulos al máximo nivel, para jugar la Liga de Campeones. Y añadía una exigencia más: quien le quisiese debería de llegar a un acuerdo con el Deportivo, que jamás dejó de remitirse a los 20 millones de su cláusula de rescisión. Eso fue lo que pagó el Arsenal para regocijo del Paok de Salónica, que tenía el 30% de los derechos del futbolista.

A Lucas no le fue bien en Londres. Nada más llegar, Wenger le dio la titularidad en un partido contra el Southampton, pero apenas volvió a hacerlo en una ocasión más en partido de liga. Once apariciones en la Premier, ni un duelo completo, 265 minutos en toda la campaña y un solo gol fue el resumen de una temporada que adornó con tres goles en siete apariciones en los torneos coperos y con un hat-trick en Champions ante el Basilea en su única titularidad en el torneo que tanto deseaba jugar. “Me siento engañado. Quiero marcharme para jugar y ser feliz”, explicó Lucas al acabar la temporada, nada arrepentido de haber tomado aquel camino: “Fue una buena decisión, aunque no me dieran las oportunidades que creo que me merecí”.

“No me gusta perderlo, pero tenemos muchos delanteros”, resolvió Arsene Wenger cuando este verano decidió permitir que saliese. Ya le había despojado del dorsal número nueve para vestir al rutilante Lacazette. Lo que no sospechaba su mentalidad alsaciana es lo que sucedió después, el poder de la morriña. El primer equipo en llamar a su puerta había sido el Deportivo, que no solo no perdió de vista a Lucas en todo su periplo inglés sino que le acogió en sus instalaciones y con sus servicios de readaptación física cuando durante la temporada tuvo que recuperarse de un par de lesiones. Pero tras la petición gallega al Arsenal le llovieron las preguntas por las condiciones económicas de un traspaso o cesión del futbolista: Fenerbahçe, Newcastle, Everton, Sevilla, Galatasaray, Málaga, Espanyol, Bayer Leverkusen, Valencia, Levante, Zenit, Lazio o Marsella hicieron aproximaciones más o menos tibias sobre el delantero. La apuesta final del Deportivo, 12 millones de euros por un traspaso y una rebaja sustancial en la ficha del futbolista que se iba a paliar con un contrato largo, era la propia de un club que tiene una deuda estructurada y ya controlada con un plan de pagos asumible, pero cuyos números rojos van más allá de los 90 millones de euros. Insuficiente en todo caso para el Arsenal, que no estaba dispuesto a devaluar el valor del jugador en un 40% en doce meses.

Lucas Pérez con la camiseta del Deportivo cuando era niño.

La historia de Lucas Pérez es la de la superación, la de un niño que en edad benjamín comenzó a mostrarse en el fútbol base coruñés. Un convenio vincula a ese ingente vivero de más de treinta clubs con el Deportivo para que la primera entidad futbolística de la ciudad disponga de los chicos en cualquier momento que lo desee. Lucas siempre descolló, acudió a convocatorias de selecciones coruñesas y gallegas en edad alevín, infantil o cadete, pero nunca fue reclutado por el Deportivo para vestir la camiseta que tanto ansiaba, con la que guarda fotos de cuando acudía de la mano de su tío al estadio a ver a Tristán o Makkay. Y vio año a año como amigos y compañeros de vestuario sí marchaban hacia el reto blanquiazul. “Jugué con gente que tenía muchísimo talento, pero llegar a profesional creo que es más una cuestión mental”, explica.

Lucas quiso ser futbolista del Deportivo desde que en la calle jugaba siempre en los partidos de los mayores. Quiso ser futbolista. No dudó en salir en busca de su sueño, primero al Alavés donde pasó una prueba con casi medio centenar de críos y luego se topó con Piterman. Tenía 16 años. Volvió a casa, asombró en Tercera División cuando era juvenil y el Deportivo todavía miraba hacia otro lado. Le llamó el Atlético y se fue a Madrid, acabó en el Rayo Vallecano, donde Pepe Mel lo subió al primer equipo, y de allí a Ucrania, al Karpaty Lviv. Jugó competición europea y en ella llamó la atención del Paok y, al fin a punto de cumplir los 26 años, suscitó el interés del Deportivo. Cuatro veranos lleva de culebrón blanquiazul. Primero para salir cedido desde Grecia, después para llegar traspasado, al siguiente para salir a Londres y en este para regresar. El próximo estío se barrunta otra novela porque ahora llega a préstamo sin opción de compra.

El Arsenal tuvo que tragar. Cuando el Deportivo supo que jamás podría llegar a los 15 millones de euros en los que habían tasado al futbolista activó la alternativa de la cesión, nada deseada en Londres. Volvieron a llover las llamadas al feudo de Wenger. “Hay que entenderles porque pagaron mucho por mí”. Encerrado en un hotel londinense tras declinar prorrogar el contrato de alquiler de su vivienda, Lucas esperó acontecimientos hasta que salió quemando rueda en dirección a Heathrow para tomar un avión que le llevó el jueves por la noche al aeropuerto coruñés de Alvedro, donde le aguardaba una multitud exultante, un deportivismo que tras años de abstinencia y mediocridad ha recuperado la ilusión por jalear a un ídolo que además se expresa con acento coruño.

Nada más llegar a casa, Lucas expresó un deseo, quería hablar cuanto antes con el presidente Tino Fernández para que le explicase como lo consiguió. El presidente del Deportivo le explicará que en Londres pensaron que trataban con auténticos locos, que horas antes de que Lucas esprintase hacia el aeropuerto llegó a London Colney una oferta del Sevilla que cumplía todos los requisitos solicitados por el Arsenal, que le ofrecía jugar, y con serias opciones de titularidad, la Liga de Campeones, mantener su ficha de la Premier y ponerse en uno de los mejores escaparates ante el seleccionador Julen Lopetegui. Lucas le volvió a decir no al Arsenal y al Sevilla, mantuvo su palabra, la que dio al inicio del verano al Deportivo y a su presidente, ganará menos dinero, pero sentirá el honor y también la presión de ser un ídolo en su ciudad, de cumplir el deseo del niño al que el amor por unos colores jamás le llevó a guardar rencor por pasados descartes. Y que zanja la situación con la naturalidad del que piensa, como buen coruñés, que vive en la mejor ciudad del planeta. “El Arsenal tenía cerrados acuerdos con otros clubs, pero les dejé claro donde quería estar”, zanja Lucas. El lema que pregona el Deportivo esta temporada, el que anunciaba el regreso del futbolista al equipo reza: “Somos gente marinera y con eso no hay quien pueda”.

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