El Deportivo se desparrama y arrolla a la Real Sociedad

El equipo de Gaizka Garitano destierra sus fantasmas y golea en Riazor

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Ryan Babel celebra uno de los goles del Deportivo ante la desesperación de Oyarzabal.MIGUEL RIOPA (AFP)

Tenía que ocurrir y sucedió. Le habían laminado los errores propios, los de unos cuantos árbitros en instantes decisivos, los aciertos de unos rivales que convertían en petróleo cualquier brizna de chapapote. Le había maltratado la fortuna, que dicen que palidece ante el esfuerzo, pero que en el caso del Deportivo era una tirana. Todo contenía al equipo que prepara Gaizka Garitano, todo ese caudal se desparramó en Riazor ante la Real Sociedad para darle una incontestable victoria ante un rival que el entrenador deportivista había designado horas antes como el mejor equipo del campeonato. El tr...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Tenía que ocurrir y sucedió. Le habían laminado los errores propios, los de unos cuantos árbitros en instantes decisivos, los aciertos de unos rivales que convertían en petróleo cualquier brizna de chapapote. Le había maltratado la fortuna, que dicen que palidece ante el esfuerzo, pero que en el caso del Deportivo era una tirana. Todo contenía al equipo que prepara Gaizka Garitano, todo ese caudal se desparramó en Riazor ante la Real Sociedad para darle una incontestable victoria ante un rival que el entrenador deportivista había designado horas antes como el mejor equipo del campeonato. El triunfo saca al Deportivo de los puestos de descenso, deja en ellos a Sporting igualado con el Valencia y da aliento a su probo, honesto y laborioso entrenador, cuya continuidad estaba en tela de juicio, si no de manera inmediata sí bajo examen antes de las fiestas navideñas.

Casi todo ocurrió en una primera parte a la que el Deportivo llegó entre sospechas y su entrenador bajo los silbidos de un buen número de aficionados. Al descanso se marcharon aplaudidos, al final ovacionados. La pelota rueda y mueve las más férreas voluntades. Se le vio jugar mejor al Deportivo esta temporada, pero no quizás con tanto filo, con tanta atención a las detalles e indudablemente no con tanta suerte en los instantes clave. Se sobrepuso a dos errores iniciales mano a mano de Andone ante Rulli, en uno se escoró, en otro se enlenteció. Dos situaciones que podían dañar a un equipo necesitado del afecto de la victoria, del sosiego del que le pude teñir el triunfo. Nada detuvo ni a su delantero ni al equipo, que contuvo atrás las acometidas de la Real, sufrió para trabajar sin balón y golpeó. Primero lo hizo Sidnei, un central que podría jugar de lo que quisiese y que detuvo el tiempo en el área de Rulli para definir entre una maraña de defensores; después apareció Íñigo Martínez para enterrar en su meta un centro de Andone y al filo del descanso el propio rumano remató a la red un centro de Juanfran.

Las noticias de la Real llegaron en la ejecución de la estrategia, también en algún destello de Carlos Vela. Poca producción para un equipo que llegaba tras sumar trece puntos de quince posibles, de supera al Atlético y poner contra las cuerdas al Barcelona. La Real Sociedad se ilusionó antes del partido con salir de Riazor cuarta en la tabla y revivió con un gol de Yuri Berchiche antes del cuarto de hora de la segunda parte. Mientras tanto el Deportivo ya estaba a lo suyo, a dejar pasar las oportunidades para sentenciar. Porque en el estado de tensión en que vive necesita muchos goles en el zurrón para sentirse ganador. La Real olió la sangre y el partido se fue a un cara o cruz que detuvo el árbitro con un penalti por agarrón a Albentosa a la salida de un córner. Otros más claros sobre el hercúleo defensor se fueron en otras jornadas al limbo, pero este le cayó que ni pintado al Deportivo, afortunado incluso para que Babel se enmendase tras el rechace de Rulli a su lanzamiento del penalti. Por fin, descorsetado para mover la pelota ante la presión del rival, se pudo gustar entonces el Depor. Ya le tocaba. Fue entonces, tras el quinto gol, otro de Andone, cuando los futbolistas lanzaron un nítido mensaje: se fueron todos al banquillo a abrazarse con su entrenador.

Archivado En