A los penaltis hay que temerlos

Simeone, junto a sus jugadores tras perder la final.Foto: atlas | Vídeo: DANIELE MASCOLO (EFE) / ATLAS

El Atlético de Madrid estaba obligado a ganar su final de Champions contra el Real Madrid. Estaba obligado por justicia futbolística, que también incluye la poética dada la épica que puso a lo largo de todo el torneo. Ahí es nada eliminar al Barça y al Bayern. Y estaba obligado, sobre todo, porque tenía la oportunidad de demostrar que en una final de futbol no siempre gana el que aprovecha su única oportunidad. A veces también gana el que juega mejor. Y el Atlético esta final la jugó mejor que los blancos. Sólo que parece que fue el único que no se enteró.

El Real Madrid aprovechó la pr...

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El Atlético de Madrid estaba obligado a ganar su final de Champions contra el Real Madrid. Estaba obligado por justicia futbolística, que también incluye la poética dada la épica que puso a lo largo de todo el torneo. Ahí es nada eliminar al Barça y al Bayern. Y estaba obligado, sobre todo, porque tenía la oportunidad de demostrar que en una final de futbol no siempre gana el que aprovecha su única oportunidad. A veces también gana el que juega mejor. Y el Atlético esta final la jugó mejor que los blancos. Sólo que parece que fue el único que no se enteró.

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El Real Madrid aprovechó la primera oportunidad a los cinco minutos. Y después se puso a esperar que el Atlético cometiera otro fallo como la falta de Juanfran sobre Bale. Solo que al borde de los cinco minutos postreros, Juanfran se reivindicó con un pase celestial para que Carrasco a la carrera marcara el empate. Mayor simetría imposible, especialmente en un deporte que siempre se mira como un juego desproporcionado y azaroso.

Llegó la prórroga y el Atlético se puso a esperar los penaltis, mientras el Real se puso en faena para liquidar la final enseguida. En la tanda de penaltis hay demasiado descontrol y suertes echadas. Simeone debió dar una orden terminante de que en la prórroga se eliminara al eterno rival. Debió hacerlo después de ver cómo su mejor delantero erraba un penalti. Mala señal ese fallo. Pero era una señal que Simeone y el Mono Burgos, su ayudante de campo, debieron interpretar sospechando lo peor.

Esperaron los penaltis como si no les tuvieran miedo. Gran error. A estos lances hay que tenerles siempre mucho miedo. Haber leído a Peter Handke.

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