Serena Williams, adiós al Grand Slam

Desdibujada y nerviosa, la número uno cae (2-6, 6-4 y 6-4) frente a la italiana Vinci, que disputará la final femenina contra su compatriota Pennetta (6-1 y 6-3 a Halep)

Serena Williams, durante el partido ante Vinci.CARLO ALLEGRI (REUTERS)

“Perdón a Estados Unidos, al Grand Slam, a Serena... Pero hoy era mi día. Hoy es el día más feliz de mi vida”. Se echaba las manos a los oídos Roberta Vinci y arengaba al público de la Arthur Ashe, la pista central del US Open, como diciendo: aquí estoy yo, he conseguido esto y, qué demonios, por qué no, merezco esos aplausos. La italiana, 32 años y 43ª en el ránking de la WTA, acababa de protagonizar una sorpresa monumental. Contra todo pronóstico, había fulminado (2-6, 6-4 y 6-4 después de dos horas) a la número uno, a la Williams, esa jugadora indestructible que aspiraba a cerrar una tempor...

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“Perdón a Estados Unidos, al Grand Slam, a Serena... Pero hoy era mi día. Hoy es el día más feliz de mi vida”. Se echaba las manos a los oídos Roberta Vinci y arengaba al público de la Arthur Ashe, la pista central del US Open, como diciendo: aquí estoy yo, he conseguido esto y, qué demonios, por qué no, merezco esos aplausos. La italiana, 32 años y 43ª en el ránking de la WTA, acababa de protagonizar una sorpresa monumental. Contra todo pronóstico, había fulminado (2-6, 6-4 y 6-4 después de dos horas) a la número uno, a la Williams, esa jugadora indestructible que aspiraba a cerrar una temporada de ensueño con la consecución del Grand Slam, los cuatro grandes del año. Pero no. No será así. El anhelo de Serena se esfumó.

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Por primera vez en mucho tiempo se pudo ver a una campeona terrenal, vulnerable, incapaz de darle la vuelta a una situación que punto a punto fue convirtiéndose en irremediable. Esta vez, Serena no fue Serena. Sufrió, renqueó, le tembló el pulso durante toda la tarde. No practicó un buen tenis, así de simple. Sin restarle un ápice de mérito a Vinci, soberbia, dignísima finalista, la estadounidense (33 años) padeció el mal de altura, cinscuntancia excepcional en una jugadora que se mueve como ninguna en las situaciones límite y ante los grandes desafíos, que por algo ha conquistado ya 21 grandes.

Aspiraba ahora al 22, a dar caza a Steffi Graf, a la pseudoutopía del Grand Slam, pero en esta ocasión no dio la talla. Y eso que el duelo comenzó bien para ella. Se llevó el primer set, pero ya exhibió en esa primera manga nervios, un estado de sobreexcitación que le hizo fallar bolas fáciles y a no encontrar en ningún momento ritmo de juego. Ante esto, Vinci se creció poco a poco. Muy astuta, la italiana interpretó muy bien la inquietud de su rival y se la llevó a su terreno, guiándole al error, haciéndole recular a la línea de fondo y forzándole a posiciones de tiro complicadas.

Vinci celebra su victoria frente a Serena.Seth Wenig (AP)

“Ella ha jugado el mejor tenis de su carrera. No perdí por la presión, porque nunca sentí presión jugando este torneo”, se justificaba Serena, que pese a firmar 50 golpes ganadores cometió hasta 40 errores no forzados. Muchos, muchísimos. Demasiados para ella. Enfrente, Vinci ofreció fiabilidad y temple: 19 winners y la mitad de fallos. “Solo me decía: pon la bola en la pista y corre, corre mucho, no pienses en que al otro lado está Serena”, explicó la de Taranto, que jugará su primera final de un Grand Slam y que en toda su carrera solo ha conquistado nueve títulos, menores.

Perdón a EE UU, al Grand Slam, a Serena... Pero hoy era mi día" Roberta Vinci

Se medirá este sábado por el título (no antes de las 21.00, Eurosport) con su compatriota Flavia Pennetta, otra veterana (33) que tampoco ha disputado nunca una final de un major. La de Brindisi batió a la rumana Simona Halep (segunda cabeza de serie del torneo) por 6-1 y 6-3. Nunca en la historia del US Open había participado una jugadora italiana en la final. Ahora serán dos. Y se lamenta Serena, ganadora en Nueva York las tres últimas ediciones. Adiós al Grand Slam. Un sueño hecho trizas.

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