Esperando a la reina

Mireia Belmonte es una nadadora versátil y de enorme talento. Afronta el programa más ambicioso en esta disciplina que una mujer se ha propuesto nunca en España

Mireia Belmonte, tras la final de 1.500m libres del Campeonato Europeo, celebrado el pasado mayo.Bernadett Szabo (REUTERS)

Cambiaba de zapatillas según su estado de ánimo y se ponía uñas postizas y accesorios obedeciendo a un intrincado jeroglífico mental. Jugaba incesantemente con su pelo y repasaba con la mirada cada centímetro de sus manos mientras se tumbaba en un sofá del hall del hotel Sheraton de Shanghái. Era, con 20 años, la reina indiscutible del equipo español en los Mundiales, pero solo pudo ser cuarta en los 400 estilos, la única gran final que consiguió nadar en su carrera. Un año después le esp...

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Cambiaba de zapatillas según su estado de ánimo y se ponía uñas postizas y accesorios obedeciendo a un intrincado jeroglífico mental. Jugaba incesantemente con su pelo y repasaba con la mirada cada centímetro de sus manos mientras se tumbaba en un sofá del hall del hotel Sheraton de Shanghái. Era, con 20 años, la reina indiscutible del equipo español en los Mundiales, pero solo pudo ser cuarta en los 400 estilos, la única gran final que consiguió nadar en su carrera. Un año después le espera la piscina de Londres con el programa más ambicioso que se ha propuesto una mujer en estos Juegos.

Las expectativas han sido desmesuradas con respecto a ella. Pero el volcán está a punto de entrar en erupción

“Antes que yo ha habido nadadores españoles, como Nina Zivanevskaya y muchos otros, que han tenido mucha presión”, dice. “Intento no pensar en ello y transformar la presión en motivación. Creo que lo puedo hacer”.

Mireia Belmonte lo disimula. Mira hacia otro lado. Pero todos a su alrededor, comenzando por los responsables de la Federación Española de Natación, saben que es la nadadora española más talentosa que ha existido. Es tan versátil que piensan en hacerla competir en cinco pruebas individuales. Los 200 y los 400 metros estilos, los 200 mariposa y los 400 y 800 libres. Es el programa más ambicioso de la historia de la natación en España. Una lista de tareas que amenaza con abrumarla.

Mireia Belmonte, en una fotografía de 2007. Carmen Secanella

VERSATILIDAD

El potencial de Mireia Belmonte (Badalona; 1990) tiene visos de aflorar en Londres mediante los 200 y 400 metros estilos, los 200 mariposa y los 400 y 800 libres
● Se proclamó campeona del mundo júnior en 400 libres y 400 estilos durante los Mundiales de 2006
● Entrena ocho horas diarias, seis en agua y dos en seco

Mientras ella se concentra en pensar que no pasa nada, su jefe, el presidente de la federación, Fernando Carpena, piensa en el caramelo que la vida le ha puesto en bandeja, y se frota las manos: “¡Podemos ganar cinco medallas olímpicas!”.

El fervor por Mireia no es nuevo. La corriente de optimismo a su alrededor se dispara periódicamente desde que se proclamó campeona del mundo júnior en 400 libres y 400 estilos durante los Mundiales de 2006. Acudió como gran promesa a los Juegos de Pekín en 2008, la esperaron con ilusión en los Mundiales de Roma en 2009, y la federación apostó con fuerza por ella en los Mundiales de Shanghái en 2011. Hasta ahora, las expectativas han sido desmesuradas. Mireia solo pudo nadar una final en Shanghái y quedó cuarta. Pero sus tiempos, sobre todo en las competiciones de piscina corta, anuncian que el volcán entrará en erupción de un momento a otro. En 2011 fue elegida mejor nadadora de los Europeos de Szczecin de piscina corta. A sus 21 años, la edad del comienzo del esplendor físico de los nadadores, todo parece listo para algo grande.

El primero en presentir una gran explosión fue su padre, José Belmonte, cuando la llevó al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallés a la edad de 15 años. “La traigo porque pienso recuperar este dinero como sea”, dijo. Desde entonces, este mecánico de Badalona ha alternado periodos en el taller y el paro. Actualmente se dedica en pleno a representar a su hija, que gana entre 30.000 y 50.000 euros al mes gracias a las becas, al sueldo del Sabadell y a los patrocinadores, Nike y Braun.

“Esto es una dificultad para ella”, observa su entrenador, Fred Vergnoux, cuando le recuerdan el extenuante programa que se ha propuesto su pupila y su condición de solitaria abanderada del equipo. “Pero el año pasado demostró que le puede ganar a todo el mundo. En el Campeonato Europeo de piscina corta ha ganado el 400 libre con la mejor marca de la historia sin bañador impermeable. Con Pellegrini a un lado y con Lotte Friis al otro. Dos de las mejores del mundo. Ella tiene esta capacidad y es lo que yo le explico: ‘Le puedes ganar a cualquiera. Así que mira… tú misma”.

El organismo de la gran nadadora española sería una máquina de ganar medallas olímpicas de no ser por un detalle. Le falta convicción. No se ha liberado del miedo a la confrontación solitaria con mujeres más decididas que ella. “Debe cambiar su mentalidad”, dice Vergnoux.

La española se entrena ocho horas diarias, seis en agua y dos en seco. Se mete en la piscina cubierta del Sabadell a las seis de la mañana y sale a las ocho. No hay ninguna nadadora en el mundo que cargue más horas de esfuerzo. Pero Vergnoux advierte que el entrenamiento más importante es el psicológico. Obediente, Mireia nada, corre, hace pesas y acude dos veces por semana a un psicólogo.

Mireia lo aprende poco a poco. Las medallas están en las manos como aletas, en los pies capaces de empujar agua como hélices. En los pulmones. En los brazos hinchados por el gimnasio. Pero sobre todo están en la mente despejada del ganador.

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