Un salto de dos metros

Nadal, el mejor restador en tierra, pero solo el 56º en hierba, encara el torneo londinense adelantando su posición en la pista

Nadal, en las pistas de Wimbledon.MIGUEL MEDINA (AFP)

“¡Perdona, Kevin!”, grita Rafael Nadal tras ganar con fortuna un punto. Es un entrenamiento en el que las casualidades no existen. Hoy, en Wimbledon, empiezan a volar las balas de los sacadores. El español, el segundo tenista que más juegos gana al resto en todas las superficies (el 33% por el 35% del argentino Guillermo Coria) desde que se registran estos datos estadísticos (1991), busca un escudo. Esto no es su querida tierra, que frena los tiros de sus contrarios y le permite ganar ante sus saques más que nadie (43%). Esto es hierba y él solo es el 56º de la clasificación (23%). Ahí es dond...

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“¡Perdona, Kevin!”, grita Rafael Nadal tras ganar con fortuna un punto. Es un entrenamiento en el que las casualidades no existen. Hoy, en Wimbledon, empiezan a volar las balas de los sacadores. El español, el segundo tenista que más juegos gana al resto en todas las superficies (el 33% por el 35% del argentino Guillermo Coria) desde que se registran estos datos estadísticos (1991), busca un escudo. Esto no es su querida tierra, que frena los tiros de sus contrarios y le permite ganar ante sus saques más que nadie (43%). Esto es hierba y él solo es el 56º de la clasificación (23%). Ahí es donde se discute el título. Ahí es donde debe someterse a una transformación radical. Ahí es donde ese Kevin con el que ayer se disculpaba juega un papel clave: el sudafricano, de apellido Anderson, es el tercer jugador que más puntos de servicio directo (379) lleva en 2012. Su golpe es el látigo que entrena a la fiera para que abandone su retrasada guarida y dé un paso al frente.

“La primera vez que vi a Rafael jugar sobre la hierba yo estaba con Feliciano [López] y él la pisaba por primera vez. Fue en el Wimbledon júnior de 2002”, recuerda Francis Roig, el técnico que acompaña todos los años, al comienzo de la temporada sobre césped, a Nadal, que debutará mañana contra el brasileño Thomaz Belucci. “Peloteé con él y me sorprendió. La hierba iguala su juego. De la misma manera que la derecha no le marca tanto como en la arcilla, el césped le lleva a restar más adelantado, a jugar más recto y a buscar más el punto. Aquí se ve obligado a jugar más metido en la pista, en el resto dos metros, y con menos efectos que sobre la tierra”.

Esos dos metros también se miden en segundos. Sobre la arcilla, Nadal se retrasa a esperar los saques confiando en que la fuerza de su brazo le ayudará a revivir la pelota que ya cae y en que la iniciativa perdida será compensada por el tiempo extra que han tenido sus ojos para adivinar la dirección del servicio. Sobre la hierba, eso es imposible. No hay brazo que valga. La pelota es un balín. Sale disparada. Se va a por ella, se la encima, o se pierde.

Hay que jugar con la superficie, no contra la superficie”, explica el número dos mundial

“Hay que jugar con la superficie, no contra la superficie”, explica el número dos mundial, que algo sabrá del asunto cuando ha disputado la final en sus últimas cinco participaciones y alzado la copa en dos de ellas. “¿Juego más adelantado? Sí. No se puede jugar atrás”, añade; “aquí son muy importantes los dos primeros golpes del punto, el comienzo de la jugada. Aquí es imposible recuperarse. El resto y el saque te marcan mucho. Desde ahí tienes que ayudarte, atacar. No puedes ponerte a defender porque no puedes ponerte a correr, especialmente la primera semana”.

En la primera semana, el serbio Novak Djokovic levanta hoy el telón del torneo ante Juan Carlos Ferrero (14.00, Canal+), el número uno actual frente al que lo fuera en 2003. En esos siete días de preparación para las batallas finales, el suizo Roger Federer comienza ante Albert Ramos un camino plagado de zurdos sin heráldica, pero con veneno. En esas fechas, finalmente, no solo se lucha por el título de Wimbledon, no solo comienza la gira de hierba más importante de todos los tiempos porque también incluye los Juegos Olímpicos de Londres, sino que hay otra cosa en juego.

Los tres mejores tenistas aspiran al número uno. Djokovic mantendrá el trono si ninguno de sus contrarios gana el título. Nadal lo hará suyo si vence y el serbio pierde en los cuartos. Federer igualará el récord del estadounidense Pete Sampras (286 semanas al frente de la clasificación) si logra el trofeo. A la misma pregunta, como corresponde a los actores que comparten reparto, los tres responden invocando el mismo mensaje aunque sea con palabras distintas: “Estoy preparado”. Hoy, en Wimbledon, comienza la batalla.

Dos remontadas con aroma a Betis

J. J. M.

Se santigua Iñigo Cervantes, apuntando luego al cielo, tras su increíble remontada de primera ronda (2-6, 6-7, 6-3, 6-2 y 6-1) ante el italiano Cipolla, su primera victoria en un torneo del Grand Slam, su debut, también, en una cita de la categoría, a los 22 años. Hijo de Manuel Cervantes García, que fuera portero del Betis y campeón de Liga con la Real Sociedad, donde era el suplente de Arconada, este fue un partido de los que cambian una carrera.

Para Cervantes fue una remontada inesperada. El domingo aún se le podía ver en un humilde hotel del barrio de Chelsea, de esos que eligen los jornaleros del tenis que esperan una corta estadía en Londres, intentando cambiar su habitación y prolongar su estancia. Ya en la previa, superó dos sets de desventaja ante el canadiense Chvojka, y hoy, tras su victoria, acabó agotado. Ahora, el hondarribitarra, número 152 del mundo, jugará con el ruso Youzhny.

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