Nikki Lane: forajida de botas vaqueras y calidad
Hecha a sí misma, la cantante norteamericana, que encabeza el Huercasa Country Festival, representa a otro Nashville en el que las mujeres ponen sus propias reglas
Nikki Lane es una outlaw, una auténtica forajida en Nashville. El término outlaw se aplicó en los setenta para aglutinar a toda una generación de músicos fuera de la ley de la poderosa industria de Nashville, entre los que se encontraban Willlie Nelson, Johnny Cash, Kris Kristofferson, Waylon Jennings o . En las últimas décadas, este término serviría para identificar a gente tan dispar y talentosa como Emmylou Harris, Steve Earle, Rodney Crowell o Lucinda Williams. Artistas que marcan sus propias reglas ante un negocio reduccionista. Hoy, Nikki Lane, como otras cantantes y compos...
Nikki Lane es una outlaw, una auténtica forajida en Nashville. El término outlaw se aplicó en los setenta para aglutinar a toda una generación de músicos fuera de la ley de la poderosa industria de Nashville, entre los que se encontraban Willlie Nelson, Johnny Cash, Kris Kristofferson, Waylon Jennings o . En las últimas décadas, este término serviría para identificar a gente tan dispar y talentosa como Emmylou Harris, Steve Earle, Rodney Crowell o Lucinda Williams. Artistas que marcan sus propias reglas ante un negocio reduccionista. Hoy, Nikki Lane, como otras cantantes y compositoras interesantísimas, podría aplicarse este término.
Lucinda Williams es quizá la referencia más clara y directa para toda una serie de artistas posteriores entre la que se encuentra Nikki Lane. Williams abrió una brecha con su pundonor y su forma de encarar una carrera: ella no sería otra chica bonita para posar con gorro vaquera en una portada. Contó sus propias historias de lucha y supervivencia, de corazones rotos y bares abiertos de madrugada, y se forjó un camino hecho por ella misma. Lane, surgida en ya en este siglo XXI, es una gran discípula de Williams.
Lane tuvo que romper con su novio, un cantante de country, para darse cuenta de que necesitaba escribir sus propias canciones. Había rabia y muchos asuntos pendientes que expresar a través de composiciones que guardaban el espíritu indomable de la mejor música vaquera. Su primer disco, All or Nothin’, fue producido por Dan Auerbach, cantante de The Black Keys, quien desde su estudio de grabación en Nashville se encarga de recopilar buen talento emergente en la ciudad del sonido.
Mi álbum favorito es Highway Queen, un disco donde Nikki Lane demuestra toda su garra, erigiéndose como una contadora de historias impresionante. Su canto guarda un equilibrio perfecto entre la rabia y la ternura, como si fuera una tormenta que nunca se desata y fascina en ese estado extraño. Acoplada a la perfección con una banda contundente, las canciones ofrecen un eco extraordinario, perfectas para llevártelas de viaje y perseguir horizontes. Nikki Lane sabe a la perfección como renovar el country actual, partiendo de algo básico: aportar el carácter personal. Y el carácter de esta cantante no se atiene a miradas estrechas. Más que seducir, golpea sin miramientos.
Nashville siempre ha sido la meca del country, pero su paisaje ha cambiado mucho desde hace décadas. El East Nashville es un territorio que se ha consolidado frente los traficantes del sonido. Es el territorio al que pertenece Nikki Lane, a la que siguen otras artistas del country contemporáneo tan destacadas como Margo Price, Whitney Rose o Jaime Wyatt. Mujeres que cambian el paisaje y aportan un brío fantástico al panorama. Pero nadie calza las botas vaqueras como Nikki Lane, quien estará el próximo 16 de julio como cabeza de cartel del Huercasa Country Festival, certamen que se celebra en el pueblo de Riaza, en Castilla y León, a 100 kilómetros de Madrid, y donde también tocan The Wild Feathers y Riders Of The Canyon. Una cita fantástica para apreciar el pundonor de Nikki Lane, su fuerza interpretativa y su capacidad para dar el vuelco a los corazones con canciones de polvo y carretera.