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Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Ideada por un arquitecto, preparada para la autoconstrucción

Una vivienda prefabricada en la localidad cántabra de Navajeda, pensada para funcionar con un consumo energético casi nulo, fue ideada para levantarse en cuatro semanas y ser finalizada por sus habitantes

Vivienda de madera levantada en Navajeda (Cantabria).JAVIER BRAVO

Muchos de los arquitectos del siglo XXI no terminan sus proyectos: ponen las bases para que los usuarios puedan hacerlo. Es el caso de esta vivienda en Navajeda (Cantabria). Aquí la fabricación industrial, la adaptación exterior —cimentación y saneamiento— y la construcción —cerramientos, estructura y cubierta— han quedado en manos del arquitecto Darío Cobo Calvo. El interior, sin embargo, quedó a cargo del usuario.

La vivienda, ideada para la cooperativa Gurea, está construida con madera laminada que reduce el tiempo de construcción y los riesgos, la huella de carbono y la demanda ener...

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Muchos de los arquitectos del siglo XXI no terminan sus proyectos: ponen las bases para que los usuarios puedan hacerlo. Es el caso de esta vivienda en Navajeda (Cantabria). Aquí la fabricación industrial, la adaptación exterior —cimentación y saneamiento— y la construcción —cerramientos, estructura y cubierta— han quedado en manos del arquitecto Darío Cobo Calvo. El interior, sin embargo, quedó a cargo del usuario.

La vivienda, ideada para la cooperativa Gurea, está construida con madera laminada que reduce el tiempo de construcción y los riesgos, la huella de carbono y la demanda energética. Con el aislamiento reforzado, la aerotermia por suelo radiante reduce el consumo energético a casi cero. Así, en esta casa de Cobo Calvo, una galería, que la atraviesa, distribuye el calor hacia el interior, mientras que las aperturas del porche y las ventanas la refrescan en verano y los toldos la protegen del exceso de soleamiento.

Porche de la vivienda en Navajeda.javier bravo

“El proyecto indaga en la manera de habitar el medio rural hoy, respondiendo a una voluntad de vivir más intensamente la naturaleza”, explica el arquitecto. Para hacerlo, la vivienda, un volumen simple y compacto, está construida con materiales naturales en fachada —paneles de corcho y madera— y una estructura de madera laminada. La cubierta, de chapa ondulada, permite observar los cambios atmosféricos del cielo.

La galería que atraviesa y divide en dos la vivienda funciona la mayor parte del año como un invernadero que distribuye el aire caliente por la vivienda. Mientras que la cocina sirve de conexión entre las dos partes resultantes.

A medio camino entre lo rural y la naturaleza, esta vivienda, que se levantó en apenas cuatro semanas con un coste de 1.000 euros por metro cuadrado, evoca la doble condición de ser hermética y permeable, natural y artificial, industrializada y artesanal. Ideada por un arquitecto, está preparada para la autoconstrucción.

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