El robo resuelto de una cabeza romana despejará el enigma de la ciudad gaditana de Carissa Aurelia

La Universidad de Sevilla dirigirá una investigación internacional sobre un valioso yacimiento apenas excavado en plena sierra de Cádiz

Vista desde un dron del yacimiento de Carissa Aurelia, entre Bornos y Espera (Cádiz), donde se aprecian restos arqueológicos en la parte alta de la ladera.

Apenas existen en el mundo una decena de bustos romanos conocidos de Antonia la Menor y uno de ellos está en el pueblecito gaditano de Bornos. El Ayuntamiento de esta localidad de algo más de 7.600 habitantes exhibía con orgullo el retrato de la madre del emperador Claudio, del siglo I, hasta que un ladrón la robó en un descuido a finales de 2010. La cabeza apareció en 2019 en la Gliptoteca de Múnich y regresó un año después a su cas...

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Apenas existen en el mundo una decena de bustos romanos conocidos de Antonia la Menor y uno de ellos está en el pueblecito gaditano de Bornos. El Ayuntamiento de esta localidad de algo más de 7.600 habitantes exhibía con orgullo el retrato de la madre del emperador Claudio, del siglo I, hasta que un ladrón la robó en un descuido a finales de 2010. La cabeza apareció en 2019 en la Gliptoteca de Múnich y regresó un año después a su casa. Pero el caso no acabó ahí. La polvareda levantada por el hallazgo llevó a académicos alemanes a preguntarse de dónde precedía esa exclusiva representación. La respuesta estaba en Carissa Aurelia, un yacimiento romano ubicado entre Bornos y Espera sin apenas excavar, y que ahora gracias a aquel embrollo por fin se va a estudiar en un proyecto de investigación internacional.

“Ese es el nexo de unión”, presume orgulloso Hugo Palomares, alcalde de Bornos, sobre un plan de actuación que durará seis años, está financiado por la fundación alemana Thyssen y en el que participan la Universidad de Sevilla, las de Colonia y Kiel (de Alemania), y la de Groninga (de Países Bajos). Tal despliegue internacional viene sustentado por la rareza de toparse con un yacimiento romano prácticamente virgen y que oculta una ciudad que se cree que data del Bronce final, con potentes influencias púnicas y que llegó a ser municipium en el siglo I a. C. “Tiene un potencial enorme. Pocas veces se da que un equipo excave por primera vez dentro de los límites de una ciudad”, justifica Diego Romero, el profesor de la Universidad de Sevilla que dirigirá el equipo de esta institución.

Aunque en la superficie lo único apenas visible son unas tumbas hipogeas excavadas en una ladera, los restos de unos pilares y un mausoleo, los investigadores no van a ciegas. En 2021 realizaron una prospección no invasiva con georradares y descubrieron la potencialidad de una ciudad de 14 hectáreas de extensión tan singular que no sigue el clásico urbanismo cuadriculado romano con el foro en el centro. En su lugar, en la pantalla se dibujaron indicios de un trazado de origen prerromano adaptado a la orografía en ladera con un foro aterrazado, una acrópolis con un templo en la parte alta y hasta un posible teatro. “Nos han aparecido calles, viviendas, murallas, torres, pero ahora es el momento de comprobarlo. Es apasionante”, explica Romero, en referencia a una primera hipótesis que el equipo publicará en un artículo científico.

Las pistas sobre Carissa también hablan de unas potentes influencias fenicias y púnicas que sobrevivieron tras la romanización y que Romero aprecia en el uso de esas tumbas excavadas en la piedra, el empleo de simbologías en las monedas propias de esta cultura y las propias trazas urbanas. Hasta en la toponimia de Carissa subyace la sospecha de que el nombre procede de periodos perromanos. Sin embargo, el apellido Aurelia —derivado de la madre de Julio César— aporta indicios del estatus que consiguió como municipio romano ya en el siglo I a.C. en un esplendor creciente que mantuvo en el siglo posterior a nuestra era y que la llevó a tener también una representación de Antonia la Menor, madre del emperador Claudio.

Propuesta de trazado urbano de Carissa Aurelia (Bornos, Cádiz), a partir de los sondeos geofísicos, que muestra un trazado irregular con foro, acrópolis y teatro.Proyecto Carissa Aurelia y el valle del Guadalete

La ciudad, ubicada en plena Sierra de Cádiz, formaba parte de una red de localidades y asentamientos romanos entre los que se encontraban Calduba en Sierra Aznar (Arcos) u Ocuri (en Ubrique). También, como algunos de estos yacimientos, ha sufrido el peso del olvido desde que se quedó deshabitada en el siglo XII, en plena época almohade. Y eso que Carissa Aurelia aparece citada brevemente por los historiadores y geógrafos clásicos Plinio el Viejo y Ptolomeo, que desde el siglo XVI se conoce la presencia del yacimiento y que la toponimia se conserva en el actual Cortijo de Carija, una explotación agrícola privada en cuyos límites se expande la ciudad. Sin embargo, las excavaciones recientes más importantes de la ciudad datan de los años ochenta del siglo XX, centrados especialmente en la zona de la acrópolis y no en el interior de los muros de la localidad.

“Quizás la falta de excavaciones sea porque, aunque ahora la zona está bien conectada, antes no lo estaba”, duda Romero. La intención del equipo es despejar tanta incógnita con unos trabajos que combinarán el uso de georradares y técnicas no invasivas con excavaciones puntuales, en el seno del proyecto Carissa Aurelia y el valle del Guadalete: un estudio urbano y regional de la historia de los asentamientos antiguos en el sur de Andalucía. Aunque el cronograma de trabajo marca seis años, por ahora el equipo ha cerrado la financiación con la fundación Thyssen para dos años, prorrogables a uno más, gracias a la financiación de 155.000 euros. En el grupo de trabajo, además de Romero, también figura el catedrático de la Universidad de Sevilla José Beltrán —artífice de encontrar la cabeza robada en Múnich— o el arqueólogo alemán de Colonia, Michael Heinzelmann.

Busto de la madre del emperador Claudio, Antonia la Menor, robado de Bornos y aparecido en Múnich.José Beltran

Está por ver si la luz investigadora sobre Carissa Aurelia sirve también para frenar los constantes expolios que sufren diversos yacimientos de la Sierra. Romero se lamenta de la constante presencia de agujeros que se encontró en los primeros sondeos geofísicos de 2021: “La Guardia Civil tendría que vigilar más, aunque sé que es difícil”. El alcalde Palomares también reconoce el problema, aunque matiza que “poco a poco se va conteniendo”. Por ahora, el regidor prefiere centrarse en este nuevo proyecto de investigación, que cuenta con el apoyo de su consistorio, del de Espera y la colaboración del propietario privado de los terrenos. Aunque Palomares no pierde de vista el deseo de que el fin último pueda ser que, algún día, “que se pueda poner en valor”.

Será a mediados del próximo mes de septiembre cuando está previsto que en Carissa desembarquen una veintena de estudiantes de Historia y Arqueología de las cuatro universidades participantes. La idea será realizar sondeos en los intramuros de la ciudad: en el foro, en una calle y una vivienda. Además, el equipo se plantea conocer a lo largo de los años las relaciones de la localidad con su entorno cercano a través del estudio del asentamiento de Esperilla, identificado como la antigua Cappa, y la vía romana que transitaba en sus cercanías. Mientras, Romero, descuenta los días con una mezcla de responsabilidad e ilusión: “En el entorno hice mis pinitos como arqueólogo en 2009. Dice Ptolomeo que Carisa está entre Lebrija y Sevilla, yo soy de Lebrija y ahora vivo en Sevilla. Parece que estoy predestinado”.

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