MÚSICA

Un abrazo musical contra el agobio y la soledad

La fundación Capella de Ministrers pone en marcha una plataforma donde músicos voluntarios dan conciertos personalizados por videoconferencia para aliviar el confinamiento

El intérprete MIguel Alcantud da un abrazo musical a una joven dentro del proyecto Música amable.Música Amable

“Igual que los sanitarios curan en los hospitales, la música sana el alma”, sostiene Miguel Alcantud, uno de los músicos voluntarios que ofrece a quien lo necesite abrazos musicales por videoconferencia para aliviar el confinamiento. La Fundación cultural Capella de Ministrers, que toma el nombre del conocido grupo valenciano de música antigua, lanzó hace dos años una iniciativa social llamada música amable para acercar este arte a entornos desfavorecidos, pero les sorprendió el estado de alarma y dieron la vuelta a la idea original y ...

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“Igual que los sanitarios curan en los hospitales, la música sana el alma”, sostiene Miguel Alcantud, uno de los músicos voluntarios que ofrece a quien lo necesite abrazos musicales por videoconferencia para aliviar el confinamiento. La Fundación cultural Capella de Ministrers, que toma el nombre del conocido grupo valenciano de música antigua, lanzó hace dos años una iniciativa social llamada música amable para acercar este arte a entornos desfavorecidos, pero les sorprendió el estado de alarma y dieron la vuelta a la idea original y más de 30 músicos ofrecen desde hace semanas conciertos de forma altruista en directo a quien lo pida.

La Fundación Cultural Capella de Ministrers, dirigida por el musicólogo Carles Magraner, comenzó hace dos años un proyecto social para llevar actuaciones musicales y conciertos a cárceles y entornos vulnerables. Pero estalló la crisis del coronavirus, que confinó en casa a millones de españoles “y diseñamos una nueva versión, que pone en contacto a los intérpretes con personas que están pasando el confinamiento a solas, o que están en una residencia de mayores, o incluso en un hospital de campaña”, explica Robert Cases, miembro del grupo CdM.

La iniciativa no tiene límites geográficos y entre los músicos voluntarios hay también intérpretes de México o Uruguay, además de españoles. “Cualquier persona que tenga soltura con un instrumento puede ofrecer esa música amable”, asegura Cases. Hay artistas que vienen de la clásica, profesores de conservatorio, expertos en repertorios tradicionales, en bandas sonoras e incluso compositores. Además del boca oreja, la SGAE o la Confederación Española de Sociedades Musicales dan difusión al programa entre sus socios.

Las actuaciones las pide gente muy dispar. “Personas convalecientes, mayores que pasan el confinamiento solas, gente que prepara oposiciones y está saturada…”, resume Cases. Patricia Reig fue una de las personas que solicitó uno de esos abrazos. Un perro le mordió en la pierna cuando iba en bici por Valencia y unas complicaciones con la herida la obligó a ingresar dos veces en el hospital. Vio la iniciativa del abrazo musical por Facebook y lo probó el día de su cumpleaños -cumplía 49-. “Era la segunda vez que ingresaba y estaba un poco baja de moral”, explica. Además por la covid-19 no quería que fuera nadie a visitarla. Estaba sola, sola. “Mi familia no debía venir, no quería que lo hicieran", comenta ya repuesta.

Cuenta Patricia que su experiencia “fue mucho mejor de lo que esperaba. Ahora hay muchas iniciativas de músicos en redes sociales y creía que me iba a aparecer una canción grabada pero mi sorpresa fue que al otro lado de la pantalla apareció una persona que se presentó, me preguntó qué me pasaba y luego se interesó por mis gustos musicales”, describe esta alicantina, que toca “un poco” el piano y se quedó con ganas de aprender guitarra. “No había pensado nada en concreto, así que me dejé aconsejar por él, que me fue preguntando. Al final interpretó una canción típica del interior de Alicante, muy tierna y bonita”. Ahora asegura que lo volverá a probar pero esta vez pensará antes qué pedir. “Me sentó mucho mejor de lo que esperaba; fue muy gratificante”, resume.

“Vi el proyecto promocionado en redes sociales y me apunté”, explica Onofre Serer, valenciano de 28 años y profesor de conservatorio: Estudió percusión clásica (timbales, panderos, la exótica darbuka) y hace ocho años se adentró en el universo de la música antigua. “Tú no sabes a quién les vas a dar el concierto hasta que no entras en el enlace que te envían. Yo me encontré con una chica que estudiaba oposiciones para profesora de Secundaria y que estaba un poco agobiada. Lo vio por redes y lo solicitó. Yo estaba un pelín nervioso, como si afrontara un concierto en una sala, tenía el repertorio preparado pero siempre te queda la duda de si va a gustar o no, pero fue guay. Porque, por lo general, nunca puedes romper la barrera que tienes con el público y en este caso sí fue posible”, señala Serer. Le dedicó 45 minutos, el máximo que permitía entonces una de las aplicaciones más usadas para videoconferencias. Tocó música española, francesa, italiana e incluso de los balcanes. Dar un concierto solo con percusión "puede ser un poco tostón”, así que se preparó una playlist y tocó encima de una música de fondo. Le interpretó una pavana y una gallarda de Luis de Milán, Folía de España, de Jean-Baptiste Lully o La perra mora.

Miguel Alcantud, de Cartagena, es un virtuoso de la música y ha brindado varios abrazos musicales. “El sistema me parece una maravilla”, comenta este profesional, que domina desde el acordeón al piano, el arpa o el clarinete. Nació prematuro y problemas de salud derivados le dejaron prácticamente sin vista y sin movilidad. Miembro del grupo de música barroca, La Ziringalla, Alcantud, de 37 años, ha tocado en directo, dentro del programa de Música amable, a una chica que le gustaba mucho la música pero que no se presentó, a una pareja de mayores de Madrid confinados en Dénia -una hija, que sigue en la capital, lo pidió y se unió al concierto-. “Se armó una reunión familiar de campeonato”, comenta Miguel. Quien pide los abrazos suele dejarse aconsejar por el intérprete y por ello Alcantud los deleita con música renacentista barroca, con música celta, japonesa o minimalista. “Disfrutaron mucho aunque no podía verlos. Ojalá la iniciativa se prolongue cuando pase el confinamiento porque hay gente que no puede moverse de su casa”, concluye.

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