Bill Callahan, centinela folk

El músico regresa tras seis años de silencio discográfico con un álbum sobre las complejidades de la vida cotidiana

El músico Bill Callahan.HANLY BANKS CALLAHAN

Bill Callahan (Silver Spring, Estados Unidos, 1966) acababa de ser padre y se había mudado a Santa Bárbara, en California, cuando pensó en dejar la música durante una larga temporada, pero aquel pensamiento fue uno de esos arrebatos mentales que a uno le invaden cuando se siente agobiado con la vida. “Me hice como un plan de dejarlo unos años. Fue una idea que se hizo fuerte en mi cabeza unos tres días, pero luego me di cuenta de que era una mala idea”, confiesa el músico al otro lado del teléfono.

Callahan se encuentra en la playa, en Galveston, una de las localidades costeras más cono...

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Bill Callahan (Silver Spring, Estados Unidos, 1966) acababa de ser padre y se había mudado a Santa Bárbara, en California, cuando pensó en dejar la música durante una larga temporada, pero aquel pensamiento fue uno de esos arrebatos mentales que a uno le invaden cuando se siente agobiado con la vida. “Me hice como un plan de dejarlo unos años. Fue una idea que se hizo fuerte en mi cabeza unos tres días, pero luego me di cuenta de que era una mala idea”, confiesa el músico al otro lado del teléfono.

Callahan se encuentra en la playa, en Galveston, una de las localidades costeras más conocidas de Texas. Ha interrumpido su retiro cerca del mar para charlar sobre su último disco, Shepherd in a Sheepskin Vest, un trabajo que rompe con seis años de silencio discográfico desde Dream River. En el nuevo álbum, creado con ese espíritu de folk centinela tan característico, el compositor de 52 años trata sin reparos esta crisis existencial. En la canción ‘Son of the Sea’ canta con su par­ticular humor negro: “Me casé con mi esposa. / Ella es preciosa… / Tuve un hijo / dando un nacimiento que casi me mata”. Al ser preguntado, responde con su tono neutro y su conversación pausada: “La paternidad fue un gran cambio. Antes tenía mucho más tiempo para mí, pero ahora mi esposa y mi hijo están primero. El cambio vino también porque te das cuentas de que ahora vives para alguien y no solo para ti”.

En su nuevo trabajo, creado con su característico espíritu folk, el músico aborda sin reparos su crisis existencial

En 2014 se casó con Hanly Banks, cineasta y terapeuta que dirigió el vídeo de su gira Apocalypse en 2012. Previamente, fue pareja de las cantantes Chan Marshall, más conocida como Cat Power, y Joanna Newsom. Un año después de contraer matrimonio se convirtió en padre y, por motivos de trabajo de su esposa, se mudó a Santa Bárbara, California. “Fui allí por mi mujer y me atrajo la idea de estar en un lugar cerca de la playa. Me gusta estar cerca del mar. Santa Bárbara es un lugar muy bello y donde respiras todo el tiempo sensación de libertad, pero no siempre es tan bueno como parece. Me ponía a trabajar, pero a veces me sentía mal. Puedo entender que la gente sea feliz allí, pero el problema es que yo no estaba hecho tal vez para Santa Bárbara”, dice soltando la primera risa de la entrevista. “Cuando regresé a Austin, no tardé mucho en entrar en contacto con las canciones y sentirme como antes”. La composición ‘Writing’ está dedicada a ese momento. “Sienta bien escribir otra vez”, reza uno de sus versos.

Allí volvió a encontrarse con su rancho, donde ha pasado buena parte de su vida, su cobertizo, donde suele componer, y su entorno natural, que le inspira y le hace sentirse mejor que en cualquier ciudad. Shepherd in a Sheepskin Vest se grabó bajo ese ambiente. Callahan, que entonces se hacía llamar Smog, se distinguió en los primeros noventa por usar instrumentos y equipos de grabación antiguos, otorgando una etérea desnudez y crudeza a un sonido de baja fidelidad que empastaba a la perfección con su voz nítida, de cuentacuentos, y que engatusó a la escena alternativa. Al teléfono explica que su método de trabajo para este álbum consistió en encerrarse en el cobertizo y probar tonos con la guitarra acústica, incluso, asegura, fijarse en “los silencios” que dejaba la música.

A fin de cuentas, moldear canciones ha sido una razón de ser para este compositor exquisito, que dejó la universidad hasta en tres ocasiones (dos veces la carrera de Literatura y una la de Diseño Gráfico) para dedicarse a la música. Una decisión que no gustó a sus padres, dos empleados de la Agencia de Seguridad Estadounidense que planearon para él una vida dedicada a los negocios. De hecho, la relación con ellos, confiesa, “nunca fue fácil”. Por Shepherd in a Sheepskin Vest también planea el dolor por la muerte de su madre, fallecida en 2018. La canción ‘Circles’, donde se tratan las consecuencias de la muerte, se antoja como una plegaria a esa relación familiar que se acabó sin funcionar.

Con todo, Callahan, que no buscaba ningún sonido especial en el nuevo disco pero sí tenía “todo en su cabeza”, elabora en este nuevo trabajo un finísimo y envolvente folk que termina por respirar luminoso. Shepherd in a Sheepskin Vest es una radiografía de la vida cotidiana, de la “vida real”.“Dream River era un disco como soñado, donde había más ficciones que elementos reales. En este caso, trato aspectos de la vida real. Todas las personas tienen un día a día y quería ser realista con mi propio día a día. Prestar atención a cosas que podían decirme algo”, comenta.

Hábil en desentrañar la complejidad de las emociones a través de canciones, su personalísimo estilo sugestivo vuelve a recordar a Leonard Cohen, Scott Walker o Joni Mitchell, pero esta vez centrándose en aspectos mundanos, incluido el amor casero. “Escribir canciones de amor es muy difícil. Como también ha sido más difícil componer con la vida real que con la inventada”, sentencia con una risa. “Hay que saber vivir el momento y no pensar en el futuro ni el pasado”.

“El momento inmediato es lo más importante”, añade este maestro del siseo lo-fi, que todavía lucha por reconciliar su nueva vida con la antigua. “Mi hijo necesita de mí muchas veces como padre y tengo que estar disponible todo el rato. Ahora el artista es él y yo soy el mánager”, dice con otra risa.

Shepherd in a Sheepskin Vest. Drag City, 2019.

EL ARTISTA ANTES CONOCIDO COMO SMOG

'Julius Caesar'. Drag City, 1993

Bill Callahan rompió moldes cuando se dio a conocer con el nombre de Smog con sus registros de baja intensidad. Canciones ásperas e intensas que daban una sensación de autenticidad insólita en plena distorsión del grunge en Estados Unidos. Una vía alternativa se abría para el folk. Y, encima, tenía ese ‘I Am Star Wars!’ jugando de fondo con el ‘Star Me Up’ de los Rolling Stones.

'A River Ain’t Too Much To Love'. Domino, 2005

Asentado en su rancho de Austin, rodeado de la naturaleza que inspira tan bien sus canciones, Callahan configuró en este álbum un folk tremendamente evocador. Su voz está en un primer plano aún más penetrante que de costumbre y algunas de sus letras desprenden su mejor sarcasmo. “Le dije a ella que era difícil llegar a saber, pero se acerca a lo imposible olvidar”, canta en ‘I’m New Here’.

'Sometimes I Wish We Were an Eagle'. Drag City, 2009

Tras dejar atrás su etapa como Smog, Callahan se puso más oscuro para reflexionar sobre la huida y el regreso. Sin descuidar nunca su estética lo-fi, este disco airea grandes melodías y mezcla guitarras acústicas y eléctricas con su barítono alcanzando un toque soul. Es la consolidación de un modelo sonoro con sello propio, explorado por nuevas generaciones.

'Dream River'. Drag City, 2013

Callahan desvió su mirada irónica hacia fuera para examinar referencias psicológicas y culturales de EE UU. Grabado también en su rancho de Austin, el sonido americano juega su papel en el disco, pero solo como un marco para desarrollar su propio estilo lleno de detalles y destellos. Este álbum contó con otra portada sugerente y bonita pintada por el artista Paul Ryan.

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