Columna

Medidas contra los coches y los ‘realities’

Jorge Javier Vázquez se ha enfadado con Rosa María Mateo porque esta anunció que, mientras ella mande, no habrá más 'realities' en TVE que sus comparecencias en el Congreso

Jorge Javier Vázquez (que comparte con Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna el privilegio de ser conocido por su nombre de pila a secas: Federico, Juan Ramón, Ramón y Jorge Javier) se ha enfadado con Rosa María Mateo porque esta anunció que, mientras ella mande, no habrá más realities en TVE que sus comparecencias en el Congreso. El cabreo de Jorge Javier me recuerda mucho al de los vecinos del cogollo de Madrid que protestan contra Madrid Central: ¿qué molesta de verdad a unos y a otros? Si ambos salen ganando.

Así como los residentes de Madrid C...

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Jorge Javier Vázquez (que comparte con Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna el privilegio de ser conocido por su nombre de pila a secas: Federico, Juan Ramón, Ramón y Jorge Javier) se ha enfadado con Rosa María Mateo porque esta anunció que, mientras ella mande, no habrá más realities en TVE que sus comparecencias en el Congreso. El cabreo de Jorge Javier me recuerda mucho al de los vecinos del cogollo de Madrid que protestan contra Madrid Central: ¿qué molesta de verdad a unos y a otros? Si ambos salen ganando.

Así como los residentes de Madrid Central obtienen el privilegio de circular a sus anchas por donde nadie más puede, la decisión de Mateo otorga a la cadena de Jorge Javier el privilegio de producir realities a discreción sin preocuparse por TVE. A unos les han regalado las calles, y a otros, el formato.

Si Madrid Central es el principio del fin de los coches, el anuncio de Rosa María Mateo podría ser también el principio del fin del modelo comercial de televisión pública, que, a fin de cuentas, hace tiempo que no busca anunciantes y que podría perfectamente dejar de buscar audiencia. Una televisión que, como la poesía, midiera su prestigio por la forma en que todo el mundo la ignora. Una televisión de arte y ensayo por la que solo circularan taxis y residentes y en la que ningún formato gritón y chabacano pudiera aparcar. Una televisión sin atascos y con transporte público que dejara libre competencia al resto, pero, a la vez, irritase mucho a los conductores como Jorge Javier, que se enfadarían con cierta razón. Porque, mientras los demás vayan en coche, ellos pueden circular y echar humo con la tranquilidad moral de saber que todo el mundo lo hace. La peatonalización sin realities destapa su coartada. Basta un solo peatón para hacer sentir culpable a todos los conductores. Y eso es lo que molesta en el fondo a Jorge Javier.

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