Columna

El jurado lo es todo

Si algo ha dejado claro la segunda edición de 'Got Talent' es que a Risto Mejide le sienta mucho mejor el traje de juez que el de entrevistador

Si algo ha dejado claro la segunda edición de Got Talent es que a Risto Mejide le sienta mucho mejor el traje de juez que el de entrevistador. El programa, que elige ganador la semana que viene, cambió en su segunda etapa en España a Jesús Vázquez por el terror de los triunfitos. Y acertó. Porque uno de los puntos fuertes de los programas de búsqueda de talentos está en la dinámica que se establece en el jurado. Cuando ya hemos visto ocho ediciones de ...

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Si algo ha dejado claro la segunda edición de Got Talent es que a Risto Mejide le sienta mucho mejor el traje de juez que el de entrevistador. El programa, que elige ganador la semana que viene, cambió en su segunda etapa en España a Jesús Vázquez por el terror de los triunfitos. Y acertó. Porque uno de los puntos fuertes de los programas de búsqueda de talentos está en la dinámica que se establece en el jurado. Cuando ya hemos visto ocho ediciones de Operación triunfo (y parece que la novena ya está cociéndose en TVE), cuatro de La voz (y tres de la versión kids), Tú sí que vales, Factor X y Popstars varios, y eso solo en los tiempos más recientes, es complicado encontrar a alguien que realmente sorprenda al público por su talento sobre un escenario. La alternativa para enganchar está en los jueces.

El talent show de Telecinco ha vuelto a lograr buenos datos de audiencia con sus largas galas a las que la edición posterior imprimía ritmo en las entregas grabadas y que se alimentan con la incertidumbre del directo en la recta final. Es lo mismo de siempre, sí. Y aun así, consiguen enganchar. Buena parte de la culpa la tienen tanto el sentido del humor de Santi Millán en su cargo de presentador como la dinámica de piques y opiniones contrapuestas de los cuatro miembros del jurado.

Parte del éxito de Tu cara me suena (y Tu cara no me suena todavía) también reside en los miembros del jurado y la energía y emoción que puedan trasladar al programa. Especialmente en la versión con participantes desconocidos, donde no hay famosos sobre el escenario que atrapen con su carisma. Sin los coaches de La voz y La voz kids, el programa tampoco sería igual. Puede que Bisbal canse con sus gracietas, que ya sepamos que Rosario va a querer quedarse con todos los niños... Pero el espectador de estos programas también espera encontrarse eso. Puede ser cansino, pero si funciona, no lo cambies.

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